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La vida en la cárcel de Estremera de Villarejo, el preso número 2017014718

Al comisario jubilado lo visitan familiares, amigos, abogados y un notario. En sus 11 meses encarcelado solo ha recibido 14 cartas

Óscar López-Fonseca
El comisario Villarejo, a su llegada a los juzgados de la plaza de Castilla en junio de 2017.
El comisario Villarejo, a su llegada a los juzgados de la plaza de Castilla en junio de 2017.Álvaro García

El comisario jubilado José Manuel Villarejo es, desde noviembre del año pasado, el preso número 2017014718. Uno más de los aproximadamente 1.100 reclusos del Centro Penitenciario Madrid VII, situado en la localidad madrileña de Estremera, a 67 kilómetros de la capital. El policía ocupa la celda número 3 del módulo Polivalente 4, destinado a la reclusión de agentes de las Fuerzas y Cuerpos de Seguridad del Estado que han cometido algún delito. Actualmente, otros 47 policías y guardias civiles están recluidos junto a él, la mayoría por casos de narcotráfico y violencia machista.

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Aunque en alguna ocasión ha tenido que compartir celda con alguno de ellos, Villarejo ha pasado la mayor parte de los once meses que lleva en prisión durmiendo solo, según fuentes penitenciarias. El comisario ocupa la mayor parte del tiempo en la lectura, sobre todo de documentos de su caso que le traen sus abogados. De hecho, no ha pedido participar en ninguna de las actividades programadas para los internos. Ni pintura, ni jardinería, ni idiomas, ni deportes. Ni siquiera en la limpieza del módulo. En los primeros meses, sus visitas a la enfermería de la cárcel fueron habituales. Aseguraba sufrir indisposiciones que, en una ocasión, obligaron a su traslado a un centro hospitalario ante el temor de que sufriera un infarto. Los médicos concluyeron que fue una reacción a un medicamento que tomaba. Sus abogados han alegado en varias ocasiones su estado de salud para solicitar su excarcelación. Sin éxito.

Villarejo no recibe muchas visitas. La mayoría son de su familia —mujer, hijos y hermanos—, de algún amigo y de los abogados del despacho Díaz-Bastién que le defienden. También han acudido a verlo a prisión otros letrados, entre ellos el que representa a su mujer, Gema Alcalá, en el sumario de la Operación Tándem y en el caso del pequeño Nicolás, donde también esta imputada. Otro que lo ha visitado ha sido el abogado defensor del exalcalde de Marbella, Julián Muñoz, uno de los principales implicados en el caso Malaya. Incluso, un notario. Las comunicaciones escritas del policía tampoco son muy frecuentes.

En todo este tiempo solo ha recibido 14 cartas, entre ellas una de Josep Pujol Ferrusola, hijo del expresidente de la Generalitat Jordi Pujol, en la que le pide ayuda ante la justicia. También le han escrito un par de periodistas, un antiguo sindicalista de la policía que siempre ha reconocido su amistad con el comisario, y dos agentes que fueron expulsados de la Policía Nacional en 2016 tras ser condenados. Uno de ellos, por revelación de secretos, uno de los delitos que ahora pesa sobre el comisario jubilado. Incluso ha recibido cartas de otros presos y una desde Estados Unidos. Fuentes penitenciarias aseguran que algunas ni las ha abierto.

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Sobre la firma

Óscar López-Fonseca
Redactor especializado en temas del Ministerio del Interior y Tribunales. En sus ratos libres escribe en El Viajero y en Gastro. Llegó a EL PAÍS en marzo de 2017 tras una trayectoria profesional de más de 30 años en Ya, OTR/Press, Época, El Confidencial, Público y Vozpópuli. Es licenciado en Periodismo por la Universidad Complutense de Madrid.

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