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Cooperación y Desarrollo
Tribuna
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La paradoja de la financiación multilateral

A diferencia de los países de ingresos medios, la mayoría de los estados de renta baja tienen poco o ningún acceso a los mercados de capitales y necesitan apoyo financiero internacional

Un retornado del norte de Sudán lleva un saco de harina distribuido por el personal del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Aweil, en el estado norteño de Bahr el Ghazal, en el sur de Sudán, el 29 de diciembre de 2010.
Un retornado del norte de Sudán lleva un saco de harina distribuido por el personal del Programa Mundial de Alimentos (PMA) en Aweil, en el estado norteño de Bahr el Ghazal, en el sur de Sudán, el 29 de diciembre de 2010.Goran Tomasevic (Reuters)
Rabah Arezki Traducción: Rocío L. Barrientos
Washington D.C. -

En la actualidad, los bancos multilaterales de desarrollo (BMD) se han convertido en los favoritos de los responsables de la formulación de políticas. En un reciente discurso, la secretaria del Tesoro de Estados Unidos, Janet Yellen, pidió al Banco Mundial y a otros prestamistas internacionales que apoyaran a los países en desarrollo que luchan contra los efectos del aumento de la inflación y las agresivas alzas de las tasas de interés. Y un reciente informe independiente encargado por el G20 llega a la conclusión de que estas instituciones se encuentran en una posición única para ayudar a que los gobiernos alcancen los Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS) de las Naciones Unidas. El documento sostiene que los BMD podrían ampliar sus préstamos sin perjudicar sus calificaciones crediticias AAA (las máximas), si no fuera por los excesivos requisitos de suficiencia de capital que limitan la capacidad de los prestamistas para asumir riesgos. Pero, ¿qué países se beneficiarían más de un aumento de la financiación multilateral?

Si bien los BMD desempeñan un papel fundamental al otorgar préstamos a largo plazo a tasas de interés concesionarias a países de bajos ingresos, la abrumadora mayoría de su financiamiento se destina a países de ingresos medios (PIM). Un informe reciente de la OCDE revela que en el año 2020 el 70% de los préstamos de los BMD se destinaron a los PIM, tras un gran aumento de préstamos a países de ingresos medios bajos (PIMB).

Ante el agresivo endurecimiento monetario, la mayoría de los países de bajos ingresos han perdido, en los hechos, a los mercados de capitales, lo que ha llevado a dolorosas negociaciones con los acreedores y a inminentes crisis de la deuda

En otras palabras, el problema es de asignación, no de volumen. Claramente, los BMD deben aumentar significativamente sus préstamos a los países en desarrollo que luchan contra la pobreza extrema y una capacidad institucional limitada. A diferencia de los PIM, la mayoría de los países de bajos ingresos tienen poco o ningún acceso a los mercados de capitales y necesitan urgentemente financiamiento, debido a los efectos desproporcionados que tuvo en sus economías la pandemia de covid-19, la guerra en Ucrania y el cambio climático. ¿Por qué, entonces, los préstamos multilaterales están tan sesgados hacia los PIM?

El modelo de financiación de los prestamistas internacionales

La razón radica en el modelo de financiamiento de los BMD. Los prestamistas internacionales como el Banco Mundial, el Banco Africano de Desarrollo y el Banco Interamericano de Desarrollo se apoyan en sus calificaciones crediticias perfectas para obtener préstamos baratos y conceder préstamos a tasas más altas a los PIM que aún no han alcanzado, o han perdido, un estatus de calificación de grado de inversión. Al mismo tiempo, los préstamos a los países de bajos ingresos están algo separados y se financian principalmente con contribuciones directas de los gobiernos accionistas a los organismos centrados en estos, como por ejemplo la Asociación Internacional de Fomento del Banco Mundial. Según lo que se argumenta, si no se realizan préstamos a los PIM, el modelo MDB no sería viable. Sin embargo, a medida que más PIM obtienen calificaciones de grado de inversión, los préstamos multilaterales podrían llegar a disminuir.

Para beneficiar a los países de bajos ingresos y a sus poblaciones, los prestamistas internacionales deben centrarse también en aumentar las inversiones significativas y transformadoras

Muchos países de bajos ingresos han estado intentando reducir su dependencia de los BMD; varios países incluso han logrado endeudarse en los mercados financieros internacionales por primera vez en décadas. Pero la actual confluencia de crisis económicas y crisis geopolíticas paralizaron estos planes. Ante el agresivo endurecimiento monetario, la mayoría de los países de bajos ingresos han perdido, en los hechos, a los mercados de capitales, lo que ha llevado a dolorosas negociaciones con los acreedores y a inminentes crisis de la deuda. El reciente incumplimiento de Ghana podría ser un presagio de futuras calamidades financieras. En los últimos años, la aparición de acreedores no tradicionales como China ha permitido que los países de bajos ingresos diversifiquen su endeudamiento. Pero la naturaleza opaca de los préstamos respaldados por recursos ha generado dudas sobre la sostenibilidad de dicha financiamiento, que parece haberse agotado. Sin embargo, hay algunas señales alentadoras acerca de que China podría unirse a las instituciones de Bretton Woods con respecto a permitir que los países de bajos ingresos reestructuren sus deudas.

Más complicado de lo que parece

Si bien los BMD deberían aumentar sus préstamos a los países de bajos ingresos, hacerlo es más complicado de lo que muchos parecen darse cuenta. Uno de los principales obstáculos es la limitada capacidad de absorción de estos países, que conduce a una escasez de proyectos financiables. Del mismo modo, el hecho de que la mayoría de los países de bajos ingresos tengan sectores privados subdesarrollados dificulta el aumento de las inversiones, en especial en el caso de prestamistas como la Corporación Financiera Internacional del Banco Mundial, institución que se centra en el apoyo a las empresas privadas. Por otra parte, las estrictas políticas del Fondo Monetario Internacional en materia de límites de endeudamientos pueden obstaculizar la capacidad de los países en desarrollo para obtener préstamos de los BMD, impidiendo, por lo tanto, que accedan a decenas de miles de millones de dólares en el momento en que más los necesitan.

No existe una solución fácil para esta situación enigmática. El envío de personal de los bancos multilaterales de desarrollo a los países de bajos ingresos podría ayudar a desarrollar las capacidades institucionales de estos países, así como a la ejecución de proyectos. Y una mayor coordinación entre los prestamistas multilaterales y el FMI podría ayudar a evitar futuros cuellos de botella. Sin embargo, limitarse a presionar a los BMD para que presten más podría resultar ineficaz e incluso contraproducente. Por ejemplo, los prestamistas podrían caer en la tentación de dar prioridad al apoyo presupuestario (destinado a alentar a que los países en desarrollo emprendan reformas estructurales quede todos modos podrían haber emprendido) frente a los proyectos de inversión a más largo plazo. En pocas palabras, no basta con prestar más. Para beneficiar a los países de bajos ingresos y a sus poblaciones, los prestamistas internacionales deben centrarse también en aumentar las inversiones significativas y transformadoras. Entonces, y solo entonces, el modelo de los BMD alcanzará al fin todo su potencial.

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