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“El acuerdo con el Reino Unido crea una especie de esclavitud moderna: te envío gente que no quiero en mi casa y te pago”

Victoire Ingabire Umuhoza, principal opositora al presidente ruandés Paul Kagame, acusa al Gobierno de “acallar a los opositores” y de estar concentrado en “lavar su imagen internacional”

Esclavitud Reino Unido
Victoire Ingabire, principal líder de oposición contra el gobierno del presidente ruandés Paul Kagame, fotografiada en su domicilio en Kigali, en junio de 2023Albert Garcia

Las paredes de su salón en Kigali cuentan sin palabras los acontecimientos que Victoire Ingabire Umuhoza se ha perdido en los últimos 13 años: cumpleaños, fiestas de graduación, bodas, bautizos... Los rostros de sus tres hijos se repiten en las fotografías y muestran el tiempo que ha ido pasando. “Pese a todo, este viaje ha valido la pena”, dice a sus interlocutores y probablemente a sí misma esta mujer de 55 años, intentando espantar la nostalgia. El “viaje” al que se refiere comenzó en 2010, cuando tras más de 16 años en Holanda, regresó a su país para inscribir a la coalición opositora Fuerzas Democráticas Unificadas (FDU-Inkingi), de cara a las elecciones presidenciales de aquel año. Tres meses después fue detenida tras un discurso, acusada de conspiración y negación del genocidio de 1994 en el que 800.000 ruandeses fueron asesinados por sus propios compatriotas y condenada a 15 años de cárcel. Pasó ocho años en prisión, cinco de ellos en total aislamiento “únicamente con Dios y varios libros” y fue liberada gracias a un perdón presidencial en 2018.

Hoy, el nombre de Ingabire es el primero y prácticamente el único que aparece cuando se busca en Google “opositores al jefe de Estado ruandés Paul Kagame”, en el poder desde 2000. La cárcel no ha doblegado su empeño de seguir peleando por un lugar en el espacio político de su país, pese a que vive vigilada y muy encerrada en una casa con un pequeño jardín florido, donde casi nunca está sola y en la que recibió a este diario. La lista de colaboradores y compañeros de partido muertos, desaparecidos y encarcelados, que recita de memoria, justifican que tenga miedo, que su cordialidad esté impregnada de desconfianza y que el cansancio la tiente cada día. “Ser opositora en Ruanda significa no poder hacer nada, tener las manos atadas”, resume.

Pregunta. ¿Está libre pero presa entre estas cuatro paredes?

Respuesta. Fui liberada e intento seguir adelante con mi vida, pero salgo solo cuando es necesario: a la iglesia, al mercado, a visitar a gente... No me desplazo de noche y nunca voy sola porque es más difícil que me pase algo si voy acompañada. Cuando voy a algún lugar hay un coche o una moto de los servicios de seguridad del Gobierno que me sigue. Ahora por ejemplo, nos están mirando desde aquel edificio en construcción, donde tienen montado un puesto de vigilancia permanente, y también hay gente siempre cerca de la puerta de mi casa para ver quién entra y quién sale. Además, una vez al mes tengo la obligación de presentarme ante el fiscal.

El proceso de reconciliación ha comenzado, pero para que sea total hay que reconocer a todas las víctimas de todos los crímenes
Victoire Ingabire

P. Tampoco puede salir del país.

R. No he salido de Ruanda desde 2010. Actualmente necesitaría una autorización del ministerio de Justicia para hacerlo. Lo he intentado en tres ocasiones, una de ellas para ir a España en 2019 a recibir el premio de la Asociación Pro Derechos Humanos de España (APDHE). Finalmente mis hijos lo tuvieron que recoger por mí. También pedí permiso para ir a la boda de mi hijo mayor, pero al final la vi a través de la pantalla de mi ordenador, en este salón. Ahora he solicitado al presidente que suspenda estas restricciones, porque es mi derecho, según mi decreto de liberación, y estoy esperando la respuesta.

P. Habrá elecciones presidenciales en su país en 2024. ¿Hay alguna posibilidad de que su partido sea reconocido y usted sea candidata?

R. Mi nuevo partido, Development And Liberty For All (DALFA-Umurinzi), no ha podido registrarse y yo, según la Constitución ruandesa, no puedo presentarme porque he sido objeto de una larga condena de cárcel. Pero el Tribunal Africano de Derechos Humanos de las Personas y los Pueblos (AfCHPR, por sus siglas en inglés, con sede en Tanzania) me consideró inocente y concluyó en 2017 que el Gobierno ruandés había violado mi derecho a la libertad de expresión y a tener una defensa adecuada y le condenó a indemnizarme por el daño moral sufrido, una sentencia que no han cumplido hasta hoy. El Gobierno ruandés me sigue considerando una criminal y usa la justicia para frenar la democracia y acallar a los opositores.

Victoire Ingabire
Victoire Ingabire, principal opositora al gobierno del presidente ruandés Paul Kagame, durante una entrevista con El País, en su domicilio en Kigali, en junio de 2023.Albert Garcia


P. ¿En qué se basa para acusar al Gobierno de silenciar a quien piense diferente?

R. En 2010, Bernard Ntaganda se declaró candidato presidencial contra Kagame y fue encarcelado varios años. En 2017, Diane Rwigara, candidata independiente, fue detenida y acusada de falsificar firmas para su candidatura y posteriormente absuelta. La única oposición que Kagame tolera es el Partido Verde, que en 2017 no llegó ni al 1% de los votos. Veremos a ver qué pasa en 2024.

P. Es una figura conocida fuera de Ruanda, ha merecido la solidaridad internacional y en 2012 fue, por ejemplo, finalista del premio Sájarov por la Libertad de Pensamiento del Parlamento Europeo. ¿Siente miedo ante los meses venideros previos a estos comicios o cree que la notoriedad la protege?

R. Cuando salí de la cárcel en 2018, tenía que presentarme ante la fiscalía general hasta dos o tres veces por semana. Querían impedirme que hablara, pero han visto que no funciona. No sé si han intentado matarme, pero ahora mismo no me siento especialmente amenazada, aunque mi asistente, Anselme Mutuyimana, tampoco se sentía amenazado y en 2019 salió de un autobús, le obligaron a entrar a un coche y su cadáver fue encontrado un día después. La lista de opositores en Ruanda es cada vez más corta. Ha habido responsables de mi partido asesinados, desaparecidos o presos: Jean Damascene Habarugira, Eugene Ndereyimana, Syldio Dusabumuremyi, Théophile Ntirutwa... En este momento hay 16 miembros de mi formación en prisión, de los cuales nueve no han sido juzgados. Yo creo que todo esto son mensajes para mí. El régimen que tenemos no se detiene ante nada, da igual que seas una persona conocida. Pero voy a seguir pidiendo un diálogo para resolver los problemas de mi país.

Me siento muy apoyada y el Gobierno sabe que soy muy popular. Por eso no pueden permitir que sea candidata
Victoire Ingabire

P. Sin embargo, internacionalmente, Ruanda proyecta una imagen de reconciliación.

R. El proceso de reconciliación ha comenzado, pero para que sea total hay que reconocer a todas las víctimas de todos los crímenes, los culpables deben ser llevados ante la justicia y hay que decir la verdad sobre lo que pasó. Aquí ha habido crímenes terribles contra los tutsis, pero también contra los hutus.

P. ¿Cómo lo haría usted?

R. Yo propongo algo como lo que se hizo en Sudáfrica con la creación de una Comisión de la Verdad y la Reconciliación. Primero necesitamos saber qué pasó realmente en Ruanda desde la guerra de octubre de 1990 hasta el año 2000. Y luego tiene que llegar la justicia. Yo, personalmente, creo que hay que pensar en una amnistía general porque hay personas que han sido castigadas y otras que no, sobre todo exmilitares del FPR (Frente Patriótico Ruandés), el movimiento de Kagame. Los crímenes cometidos por estas personas dan miedo al Gobierno y creo que por eso se aferran al poder.

P. El Gobierno ruandés la acusa de negar el genocidio.

R. Es mentira. No niego el genocidio, solo digo la verdad y el Gobierno no la quiere escuchar. Les he presentado informes de la ONU, en los que se informa de que sus militares mataron a gente, pero el Ejecutivo no quiere hablar de esto. De todas formas, la acusación de negar el genocidio se hace contra todos los opositores en Ruanda para impedir que ensucien la imagen de Kagame.

Kigali
Urbanización en construcción al suroeste de Kigali, donde, según fuentes locales, una parte de las casas se destinará a los demandantes de asilo procedentes del Reino Unido, en virtud de un acuerdo firmado entre los dos países que aún no ha comenzado a aplicarse. Según los responsables de la construcción de este proyecto urbanístico, el complejo contará con 2.400 casas.Albert Garcia

P. Su país ha firmado un acuerdo con el Reino Unido para recibir solicitantes de asilo de aquel país. ¿Qué opinión le merece?

R. Me opongo totalmente. El acuerdo con el Reino Unido crea una especie de esclavitud moderna: te envío gente que no quiero en mi casa y te pago por ello. Es un comportamiento inhumano de parte de los dos gobiernos. Viola totalmente la convención de Ginebra porque no se puede trasladar refugiados a un país donde se vean amenazados y aquí lo estarán, ya que vivimos con menos derechos, libertad y democracia que en el Reino Unido. Ruanda es un país que ha acogido históricamente refugiados. Yo opino que deben ser bienvenidos aquí, pero somos un país pequeño, superpoblado y pobre. ¿Cómo pudo nuestro Gobierno comprometerse a dar bienestar a estas personas si no podemos garantizárselo a nuestra propia población? Es una gran mentira. Ruanda ya acordó algo similar con Israel en el pasado y no funcionó, ahora también está en negociaciones con Dinamarca y Holanda. Veremos. Está claro que el acuerdo con el Reino Unido se hizo por dinero, por prestigio y por lavar la imagen internacional del Gobierno. Pero es inmoral abrir las puertas de país a personas, cuando sabes que no estás a la altura de recibirlas correctamente.

Está claro que el acuerdo con el Reino Unido se hizo por dinero, por prestigio y por lavar la imagen internacional del Gobierno.
Victoire Ingabire

P. Se despidió de sus hijos en 2010 pensando volver en cuestión de semanas y han pasado 13 años. ¿Qué dicen ellos?

R. Tengo todo su apoyo y creen, como yo, que esto era necesario. Pero han sufrido mucho, claro. Y yo también. Ahora pueden visitarme, al menos. Mi hija vino en 2020 con su familia y mi hijo pequeño, al que dejé con ocho años, también también vino hecho todo un hombre. A mi hijo mayor, que vive en Suecia, no lo he podido ver desde 2010 y a mi marido tampoco porque está enfermo y no puede hacer este viaje tan largo. Estos años han sido duros para todos. Yo espero poder salir en 2025, cuando expire mi condena, e iré a visitar a mi marido, pero volveré a Ruanda, a seguir luchando por su democratización. Mi lugar está aquí.

P. ¿Este largo viaje ha valido la pena?

R. Sí, ha valido la pena y todavía continúa. La gente me sigue dando esperanza, cada vez hay más personas que osan levantar la voz y denunciar a las autoridades locales. Me siento muy apoyada y el Gobierno sabe que soy muy popular. Por eso no pueden permitir que sea candidata. Ellos dicen que voy a ser elegida solo por los hutus, porque yo soy hutu, pero no es verdad, tengo muchos partidarios entre los tutsis.

P. Es raro encontrar en Ruanda personas como usted, que sigan haciendo públicamente la distinción entre hutus y tutsis.

R. Evitar ese tema es pura hipocresía. Cuando un niño en la época de las conmemoraciones del genocidio pregunta quién mató a los tutsis, se le responde: “los hutus”. Porque fue así. Somos un país pequeño y nos conocemos todos, aunque ahora digamos que todos somos ruandeses y nada más. Está muy bien, pero aquí sabemos quién es quién.

P. La prensa ruandesa ha publicado acusaciones muy duras contra su madre, asegurando que torturó y mató mujeres tutsis, sobre todo embarazadas, durante el genocidio.

R. En 1994 yo no estaba en Ruanda. Como no pueden acusarme a mí de nada, lo intentan con mi madre. Casualmente, no habían inventado nada sobre ella hasta 2010, cuando yo regresé al país. Han fabricado rumores terribles, que dicen que mató a una mujer, que clavó un cuchillo en el vientre de una embarazada... Quieren presentarme como la hija de una asesina, para que la gente tampoco confíe en mí y para mermarme la moral. Mi madre está en Holanda y hace frente legalmente a todas estas acusaciones demenciales.

P. Y usted, dentro de Ruanda, ¿cómo rebate públicamente este tipo de informaciones publicadas contra usted?

R. Los periodistas ruandeses que aún conservan algo de independencia tienen miedo a que les pase algo terrible o a perder su trabajo si vienen a verme, así que no tengo contacto con ellos. Su miedo se justifica, les comprendo. Ahora tengo mi propio canal en YouTube para poder seguir informando y dando opiniones. La libertad de expresión es un derecho fundamental que no me podrán quitar tan fácilmente.

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