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La historiadora que investiga la brujería africana en Canarias: “Era una forma de resistencia”

Claudia Stella Geremia estudia los procesos inquisitoriales contra esclavas conservados en los archivos del Museo Canario

Claudia Stella Geremia
La historiadora Claudia Stella Geremia, en el Museo de Canarias, fotografiada el pasado mes de junio.Cedido por Claudia Stella Geremia
Ángeles Jurado

En el Museo Canario, en Las Palmas, un prolijo archivo reúne procesos inquisitoriales contra personas esclavizadas y negras. Claudia Stella Geremia (Agrigento, 1991) ha estudiado estos documentos, preservados cuidadosamente, y explica que el objetivo de la Inquisición era, sobre todo, controlar la conciencia religiosa de esta población “porque no podía ser que un esclavo tuviera su propia identidad, su propia religiosidad”. Según sus cálculos, entre 1505 y 1820 y en Canarias tuvieron lugar 368 procesos por “superstición”, es decir, brujería y hechicería. De ellos, el 89% se dirige contra mujeres canarias, negras y mestizas. “Si una europea (blanca, y principalmente de la Península Ibérica, Inglaterra u Holanda) se alejaba del modelo establecido, el proceso era una página. Si lo hacía una esclava era de 100, porque era de otra cultura y debía ser más controlada”, señala. “Además, los procesos a europeas acababan normalmente suspendidos.

Geremia, licenciada en Derecho y en Ciencias Políticas en la Universidad de Catania, es doctora en Historia Moderna en la Universidad de Florencia y la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria desde abril de este año. Allí completó una tesis sobre la Inquisición española en las islas, centrada en los procesos contra la brujería africana entre los siglos XVI y XVIII. Previamente, Geremia fue estudiante de doctorado en la Universidad de Caen (Francia) y trabajó en el proyecto Las brujas de Sicilia en el siglo XVII.

Pregunta. ¿Cómo llegó a interesarse por el tema de la brujería africana en Canarias?

Respuesta. Antes de llegar a Canarias estaba investigando sobre la brujería en Sicilia y me surgió la curiosidad por hacer una comparación entre islas que están cerca de África. En el Museo Canario encontré un montón de información. Hubo muchas esclavas acusadas de ser brujas que hablaban de la ruta desde África hasta aquí y de la práctica ritual que intentaron reproducir, de los objetos que utilizaron en esa práctica, como la bolsa que llevaban al cuello, donde portaban talismanes o amuletos. También del sincretismo entre deidades africanas y católicas, como Mami Wata, la deidad yoruba del agua, y Santa Marta. La primera se representaba con una serpiente, y la segunda, con un dragón.

“No podía ser que un esclavo tuviera su propia identidad, su propia religiosidad”
Claudia Stella Geremia, historiadora

P. ¿Se daba también sincretismo con la cultura aborigen?

R. Es muy difícil decodificarlo todo. Por ejemplo, hay esclavas africanas que emplean un objeto típico africano, como el muñeco en el que se clavan alfileres, y también el gofio o el gánigo para predecir el futuro. Creo que Canarias es como un laboratorio y que, desde esta parte del Atlántico, desde África, te proyecta al mundo. Lo que sucedió en el Caribe con la comunidad de esclavos aquí sucedió mucho antes. Es un territorio muy rico en información, porque tenemos a aborígenes, africanos, españoles y europeos, mercantes genoveses o italianos, todo muy mezclado.

P. Conforme a su investigación, el papel de encrucijada de Canarias desmiente su supuesta situación periférica.

R. Claro, desde mi punto de vista, Canarias es el centro del mundo, un punto muy estratégico, como un faro que puede iluminar diferentes territorios de forma muy importante y valiosa. Está muy cerca de África y se registran fenómenos de ida y vuelta entre Canarias y Berbería [la región entre Marruecos, Argelia, Túnez y Libia, habitada por los bereberes].

sImagen de Santa Marta, en el Museo Canario.
sImagen de Santa Marta, en el Museo Canario.Cedida por Museo Canario

P. ¿Qué peculiaridades tiene Canarias para su investigación?

R. En Sicilia también había esclavos negros o norteafricanos, pero no hay evidencias, se quemó la mayoría de la documentación. Tenemos únicamente documentos notariales de compraventa de esclavos, no hay tantas fuentes y es muy difícil hacer una comparación con otros lugares como Génova, Livorno o puertos de la Península Ibérica. En Canarias hay procesos inquisitoriales que cuentan la vida de los esclavos: en una parte obligatoria del proceso preguntaban el nombre, de dónde era la familia, cuándo y cómo llegaron a la isla, a qué edad... Preguntaban acerca de los tíos paternos y maternos, los abuelos, padres y madres. Así podemos reconstruir la genealogía de esta gente.

P. Cuando se habla de brujas, parece que en muchas ocasiones nos referimos en realidad a curanderas que saben interpretar la naturaleza y las estaciones, utilizar las plantas y comprender los procesos relacionados con el cuerpo. Mujeres que, además, tenían un conocimiento oral.

R. La mayoría de las brujas son mujeres porque, en mi opinión, el conocimiento oral se transmitía en línea femenina. A menudo, en los procesos inquisitoriales, está escrito: “Mi abuela me enseñó esto”, “la vecina me enseñó eso”, “mi mamá”, “mi suegra”... Es un conocimiento transmitido de mujer a mujer. Se las juzgaba porque eran personas a las que la Iglesia católica acusaba de tener un pacto implícito o explícito con el demonio. Se basaban en denuncias de vecinos, acusaciones del amo (en el caso de las personas esclavizadas). La gente que recurría a las brujas pertenecía a todas las capas sociales, porque ayudaban a solucionar algo: curaban el mal de ojo o el dolor físico, o conocían el futuro. Hay una cosa que me llamó mucho la atención. Personas de diferentes clases sociales acudían a ellas para saber cómo se encontraban seres queridos que estaban muy lejos, como en las Indias. La bruja lo solucionaba echando la suerte con el gofio, con el gánigo o con el romero.

P. ¿Se podría relacionar su estudio con formas de rebelión de esas mujeres en esa época?

R. Yo creo, absolutamente, que sí, porque de hecho era una forma de resistencia, de conservar lo que les habían transmitido sus madres, sus abuelas, y además de protegerse del ama o del marido que las maltrata. Como protección usaban amuletos, bolsas de piel que se colgaban del cuello y en cuyo interior guardaban pelo, uñas, piedras de diferentes colores y tamaños, oraciones o dibujos, como los de Santa Marta. Santa Marta era la protectora de las mujeres, tanto esclavizadas como libres, en Canarias y en el Caribe, probablemente por la influencia de esas idas y vueltas entre África, Canarias y las Indias. De hecho, creo que existe una vinculación de la santería caribeña, el vudú y otras prácticas religiosas en África y la brujería canaria, aunque es difícil seguir las pistas porque todo está muy mezclado.

P. Esta capacidad de resistencia choca con nuestra visión de la esclavitud desde el rol de víctima, sin posibilidad de elección.

R. En mi estudio se aprecia la autoridad de estas mujeres esclavizadas, negras o mestizas, como proveedoras de servicios y figuras temidas, necesitadas y respetadas por la comunidad. La gente acudía a ellas en busca de “remedios”, para predecir el futuro o para ayuda en cuestiones amorosas. Fue la propia sociedad la que reconoció el papel de estas mujeres.

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Sobre la firma

Ángeles Jurado
Escritora y periodista, parte del equipo de comunicación de Casa África. Coordinadora de 'Doce relatos urbanos', traduce autores africanos (cuentos de Nii Ayikwei Parkes y Edwige Dro y la novela Camarada Papá, de Armand Gauz, con Pedro Suárez) y prologa novelas de autoras africanas (Amanecía, de Fatou Keita, y Nubes de lluvia, de Bessie Head).

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