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La guerra de Ucrania complica los planes para atajar la “epidemia del carbón” en Bosnia

El país balcánico es el quinto con una mayor mortalidad per cápita a causa de la contaminación ambiental. La OMS estima que cada año unas 3.300 personas mueren de forma prematura por exposición a la polución, lo que supone un 9% de la mortalidad total

Bosnia
La ciudad de Tuzla en Bosnia-Herzegovina de día llena de neblina producto de la contaminación, el pasado octubre.

A causa de la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania, varios países europeos, entre ellos Alemania, han decidido aumentar el porcentaje de la producción de energía eléctrica obtenida a partir del carbón. Sin embargo, es una de las fuentes más perjudiciales para la salud. Dzemila Agic, directora de la ONG ambientalista Centro para la Ecología y la Energía de la ciudad de Tuzla, al noreste del país, considera que Bosnia-Herzegovina sufre una “epidemia del carbón”. Y es la principal responsable de que cada invierno su capital, Sarajevo, se sitúe entre las cinco urbes con una mayor contaminación ambiental del mundo, una posición parecida a la ocupada por otras capitales de los Balcanes, como Belgrado (Serbia) y Skopje (República de Macedonia).

Vista de la contaminación en la ciudad de Tuzla al noroeste de de Bosnia-Herzegovina, el pasado octubre.
Vista de la contaminación en la ciudad de Tuzla al noroeste de de Bosnia-Herzegovina, el pasado octubre.Ricard Gonzalez

De acuerdo con los últimos datos disponibles, la mitad de la electricidad producida en Bosnia proviene del carbón, mientras que más de un 16% tiene su origen en otros combustibles fósiles, gas natural o petróleo. La única energía renovable con un peso notable es la hidroeléctrica, con cerca de un 30%. En parte, la elevada cifra de la producción de carbón se debe a que Bosnia ya padeció hace años el problema al que se enfrenta ahora Europa: el uso del suministro de gas como medida de presión por parte de Rusia. “A principios del siglo XXI, hubo un intento de sustituir una parte del consumo de carbón por gas natural. Pero a causa de un conflicto con Rusia, y el chantaje que nos hizo Moscú, el Gobierno decidió volver al carbón para no ser dependientes”, explica Reuf Bajrovic, exministro de Energía de la entidad de la Federación de Bosnia-Herzegovina y, actualmente, experto en la materia.

Bajrovic se muestra pesimista respecto a la probabilidad de reducir el peso del carbón a causa de la crisis energética derivada de la guerra de Ucrania. “Superar esa dependencia es costoso y Bosnia es un país pobre. Había planes para pasar a consumir más gas natural, pero ahora, con la escasez que hay en toda Europa, me temo que la tendencia será la contraria, hacia un mayor consumo”, asevera. De hecho, el Gobierno está estudiando la construcción de nuevas plantas térmicas a base de carbón.

Los estudios realizados por diversas instituciones para medir la polución en Bosnia apuntan todas en una misma dirección: la presencia de gases contaminantes, sobre todo de dióxido de azufre y de dióxido de nitrógeno, multiplica los máximos aconsejables para evitar daños graves a la salud humana. Bosnia-Herzegovina es el quinto país del mundo con una mayor mortalidad per cápita a causa de la contaminación ambiental, según la Organización Mundial de la Salud (OMS). En concreto, se estima que cada año unas 3.300 personas mueren de forma prematura —un 9% de la mortalidad total— a causa de la exposición a la contaminación. Las poblaciones de mayor riesgo son mujeres y niños.

Cada invierno, la situación es crítica, por la necesidad de calentar las casas. Algunos días, apenas se puede ver el coche de delante por la nube de contaminación

“La situación en Tuzla es aún peor que en Sarajevo, porque aquí además de los coches somos el polo industrial del país”, explica Agic en la sede de su organización. Para alimentar las contaminantes fábricas de la región, incluidas las cementeras, se construyó hace décadas una monumental planta térmica que funciona con carbón. Concretamente, la central, situada a las afueras de la ciudad, engulle unas cuatro millones de toneladas al año de este mineral. En función de la dirección del viento, en las calles se puede percibir ya en otoño un fuerte olor a chamuscado. “Cada invierno, la situación es crítica, por la necesidad de calentar las casas. Algunos días, apenas se puede ver el coche de delante por la nube de contaminación”, apunta la directora del Centro para la Ecología y la Energía.

Varias casas de las que sale humo de las chimeneas por el uso de estufas de carbón en Bosnia-Herzegovina.
Varias casas de las que sale humo de las chimeneas por el uso de estufas de carbón en Bosnia-Herzegovina.Ricard Gonzalez

Un informe de 2013 elaborado por la ONG en la región de Tuzla, habitada por medio millón de personas, estimó que cada año se perderían a causa de la contaminación 2.875 años en esperanza de vida —incluida la muerte de tres bebés de menos de un año—, se detectarían 187 casos de bronquitis crónica y más de 5.000 menores de edad padecerían síntomas de asma. Aunque las principales dolencias son respiratorias, el documento recuerda que la polución también provoca problemas cardiovasculares, y puede dañar a otros órganos del cuerpo. “Cada familia tiene algún enfermo con problemas pulmonares. En mi caso, mi madre tiene un cáncer de pulmón, y mi hija, con 22 años, padece asma y bronquitis, y eso a pesar de que siempre evitamos que estuviera en espacios con humo del tabaco”, cuenta Sabina Cickusic, una habitante de Tuzla que los días de mayor contaminación en invierno evita salir de casa.

“Una desfasada dependencia del carbón en Bosnia mata a miles de personas cada año, mientras las autoridades hacen poco para prevenir el problema o incluso advertir a la gente del riesgo para su salud”, comenta Felix Horne, un investigador especializado en temas ambientales de Human Rights Watch. Reuf Bajrovic, exministro de Energía de la entidad de la Federación de Bosnia-Herzegovina y actualmente experto en la materia, es más positivo a la hora de valorar la actuación de las autoridades: “El Gobierno es consciente del problema. Ya lo era cuando estaba al frente del Ministerio, y ha tratado de mitigarlo. Ahora bien, este es un problema que es grave durante algunos meses, no durante todo el año”.

La planta de carbón situada a unos cinco kilómetros de Tuzla, Bosnia-Herzegovina, el pasado mes de octubre.
La planta de carbón situada a unos cinco kilómetros de Tuzla, Bosnia-Herzegovina, el pasado mes de octubre.Ricard Gonzalez

La central de Tuzla no es la única que consume carbón, sino que también lo hacen miles de estufas a las que los bosnios recurren para hacer frente al riguroso invierno balcánico. “Habíamos trabajado para convencer a la población de que abandonara el carbón en favor de pellets [unos cilindros de madera], menos contaminantes. Pero por la crisis energética su precio se ha multiplicado y es prohibitivo para muchas familias. Este invierno será muy difícil”, lamenta Agic, que considera el autoconsumo de carbón el más peligroso. “El consumo de carbón en las casas es el más dañino. En las centrales es posible instalar filtros para que contaminen menos y, en parte, lo hemos conseguido. Con los particulares, no”, apostilla la responsable del Centro para la Ecología y la Energía.

“Superar la dependencia del carbón no solo es una cuestión económica, sino política. Bosnia es un país rico en carbón, lo que hace que la electricidad aquí sea muy barata. Hay mucha gente que se dedica al sector de la minería, y si cierran las minas perderán su trabajo”, sostiene Bajrovic. A menudo, en el segundo país de Europa más corrupto, según el ranking de Transparency International, la falta de reformas no se debe solo a intereses políticos. “Durante años hemos estado abogando por la aprobación de una ley que fije estándares ambientales más estrictos. Pero los políticos son reacios por puros intereses económicos personales”, censura Agic.

Se estima que cada año la contaminación provoca la pérdida de 4.900 años de esperanza de vida en toda Europa

Una parte de la labor del Centro para la Ecología y la Energía, que cuenta con seis trabajadores fijos y más de medio centenar de voluntarios, consiste en poner en marcha proyectos para el ahorro energético, como mejorar el aislamiento térmico de las viviendas. Pero, otra tarea muy importante, es la de la sensibilización de la sociedad a partir de la realización de charlas, seminarios y campañas en los medios de comunicación. “Podemos decir que hemos avanzado, pero aún queda camino por recorrer. El grupo social que se ha concienciado más son las madres con hijos pequeños”, comenta Agic. Critica que muchas familias todavía calienten sus hogares en invierno por encima de los 25 grados. “La gente suele estar en manga corta por casa en pleno invierno, y dormir con mantas ligeras aún estando a 20 bajo cero. Como la mayoría paga una tarifa fija por metro cuadrado, no repara en el consumo de energía”, espeta.

Dzemila Agic, directora de la ONG ambientalista Centro para la Ecología y la Energía de la ciudad de Tuzla en su despacho, el pasado mes de octubre.
Dzemila Agic, directora de la ONG ambientalista Centro para la Ecología y la Energía de la ciudad de Tuzla en su despacho, el pasado mes de octubre.

La elevada polución en Bosnia-Herzegovina, no muy diferente de otros países de los Balcanes, es una lacra que va más allá de los confines de la región. El estudio elaborado por el centro ambiental de Tuzla en 2013 mide también el impacto concreto de la central térmica de la ciudad a nivel europeo, ya que el viento puede transportar las partículas contaminantes cientos de kilómetros. Según sus cálculos, cada año provoca la pérdida de 4.900 años de esperanza de vida en todo el continente, y más de 170 ingresos hospitalarios por problemas respiratorios o cardiovasculares. A nivel económico, se perderían 131.000 días de trabajo por bajas laborales.

Por lo tanto, las autoridades de la Unión Europea deberían considerar el problema de la polución en Bosnia-Herzegovina como propio, aunque este país balcánico no sea un Estado miembro. “El futuro aquí pasa por el uso combinado de energía fotovoltaica y sobre todo geotérmica. Ya hemos hecho estudios al respecto. El problema es que requiere una elevada inversión, de unos 5.000 a 7.000 euros por vivienda. Aunque esta luego se recupere a largo plazo, no tenemos esos recursos”, comenta Agic, que considera clave la ayuda internacional para poder efectuar la transición ecológica en Bosnia.

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