_
_
_
_
_

La caja ‘mágica’ en la que las niñas de Kibera depositan sus problemas y salen soluciones

Una ONG keniana desarrolla un proyecto en el mayor barrio informal de Nairobi para que las chicas denuncien en un espacio seguro casos de violencia que estén padeciendo para así poder resolverlos

Mujeres Kenia
Ejemplos de cartas de una de las 'cajas que hablan' de la ONG keniana Polycom Development.Zainab Mohamed

Brenda Kalekye, exalumna de la Soda Academy del suburbio de Kibera, en Nairobi (Kenia), es una de las orgullosas beneficiarias del proyecto Talking Boxes (cajas que hablan) puesto en marcha por Polycom Development. La iniciativa financió la totalidad de sus estudios cuando ella confesó en la caja que habla de su colegio de entonces que tenía dificultades para pagar las tasas académicas y que pronto abandonaría las clases.

“Cuando el proyecto Talking Boxes llegó a mi escuela, hace muchos años, nos dijeron que era un lugar seguro para compartir nuestros problemas. Hice caso, compartí el mío, y al cabo de dos semanas se encontró una solución”, cuenta. Esta joven de 22 años, que ahora se dedica a los negocios, asegura que no habría terminado de estudiar si no hubiera participado en el proyecto. “Estaba en séptimo y tenía muchas dificultades. Antes de que me hablaran del programa había decidido dejar el colegio y buscar un trabajo para poder llegar a fin de mes. La iniciativa pagó mi educación primaria y secundaria”, explica.

Kalekye, que actualmente es una de las consejeras de Talking Boxes, afirma que su historia no es diferente de las muchas que conoce ahora cuando lee las cartas de las cajas. “Decidí corresponder al proyecto que salvó mi vida y animo a las niñas a contar sus problemas a través de él, porque un problema que se comparte ya está medio resuelto”, destaca.

Una de las cajas en una escuela de Kibera en la que las niñan intriducen escritos en los que relatan sus malas experiencias. Se cierran con llave para evitar la injerencia de los adultos, que a veces aparecen como perpetradores de abusos sexuales.
Una de las cajas en una escuela de Kibera en la que las niñan intriducen escritos en los que relatan sus malas experiencias. Se cierran con llave para evitar la injerencia de los adultos, que a veces aparecen como perpetradores de abusos sexuales.Zainab Mohamed

Kalekye es tan solo una de los cientos, si no miles, de niños y niñas de Kibera que se han beneficiado de este programa, que cuenta con el apoyo del Fondo de Población de Naciones Unidas (UNFPA). Fue en 2010 cuando la organización keniana Polycom Development, una organización no gubernamental que trabaja para capacitar a los pequeños que van al colegio en el suburbio, puso en marcha el proyecto de las cajas que hablan para ayudar a los adolescentes a hacer frente a los problemas que supone vivir en un barrio marginal.

La iniciativa, que desde entonces se ha ampliado a 50 escuelas de primaria públicas y privadas de la barriada de Kibera, anima a los jóvenes a que escriban sobre cualquier asunto que tenga que ver con la violación de sus derechos, especialmente los sexuales y reproductivos, y depositen la hoja de papel en una caja en su colegio.

Trascurridas una o dos semanas, las consejeras, que son chicas jóvenes implicadas en el proyecto, y en particular del suburbio, vacían las urnas. Entonces se tratan los problemas en reuniones entre el personal de Polycom Development y las niñas.

Al menos una de cada cinco adolescentes de entre 15 y 19 años es madre o está embarazada, lo que convierte a Kenia en el tercer país con el mayor número de embarazos adolescentes.

El sitio donde se ponen los recipientes varía según la escuela, pero la decisión final corresponde totalmente a las adolescentes. Según la ONG, esto ayuda a reforzar la confianza en el proyecto y permite que se sitúen en el lugar en el que las chicas se sientan más seguras. Las llaves con las que se cierran se las queda la organización para reducir cualquier injerencia de los adultos, como por ejemplo los profesores, que a veces aparecen como perpetradores de los casos de abuso sexual.

Polycom asegura que, desde que se inició el proyecto, han recibido 74.965 mensajes. “Este año nos llegaron 1.091 en el primer trimestre, 1.000 en el segundo, 853 en el tercero, y ahora estamos en el cuarto”, explica Phenny Ogembo, una de las consejeras de la ONG.

Muchos de los mensajes hablan de temas como la necesidad de compresas, el incesto, los intentos de violación, los abusos y el acoso sexuales, las enfermedades de transmisión sexual o el impago de las cuotas escolares. También piden comida e incluso hacen referencia a problemas domésticos. Un estudio de la Universidad de Nairobi muestra que el 56% de los jóvenes de Kibera de entre 13 y 18 años ha sufrido alguna forma de abuso sexual, y que solo el 12% de esos casos son denunciados formalmente por las víctimas.

“Una vez intervinimos en el caso de una niña de siete años que sufría los abusos sexuales de un vecino con el conocimiento de su madre y su abuela. Fue uno de los episodios más difíciles de tratar porque tanto la abuela como la madre se negaban a presentarse, así que tuvimos que sacar a la niña de ese ambiente, y ahora está mucho mejor”, explica Ogembo.

Una sesión de mentoría de la ONG Polycom con alumnas de la Escuela Primaria Olympic, en Kibera (Nairobi).
Una sesión de mentoría de la ONG Polycom con alumnas de la Escuela Primaria Olympic, en Kibera (Nairobi).Zainab Mohamed

La pandemia de covid-19

En julio de este año, el Ministerio de Sanidad informó de que al menos una de cada cinco adolescentes de entre 15 y 19 años es madre o está embarazada, lo que convierte a Kenia en el tercer país del mundo con el mayor número de gestaciones entre adolescentes. Según el informe, se ha producido un aumento debido a las fatales consecuencias de la pandemia de covid-19 y al cierre de los centros de enseñanza durante siete meses, que expuso a las jóvenes a toda clase de peligros.

Evelyn Swilla, cofundadora de Polycom Development, afirma que en Kibera la situación fue aún peor, como quedó de manifiesto en la magnitud de los problemas que se contaron en las cajas. “Cuando las escuelas volvieron a abrir, al cabo de los siete meses de cierre durante la pandemia, nos dimos cuenta de que muchas de nuestras niñas lo estaban pasando realmente mal. Abundaban los incidentes de abuso sexual, falta de compresas y favores sexuales a cambio de dinero”, denuncia la promotora de la iniciativa.

Swilla cuenta que entonces Polycom decidió poner en marcha proyectos, como la lucha contra la covid-19 con medidas higiénicas, que capacitaban a las niñas para conseguir un cambio positivo en la comunidad en la que vivían, y también utilizó su sistema de socios externos para atender los casos más graves. “Al ser una ONG, no podemos emprender acciones legales ni efectuar detenciones. Por eso, en situaciones en las que era necesario rescatar a las niñas, remitimos el caso al Departamento de Menores de la oficina del distrito y participamos en todo el proceso”, explica.

La entidad también organiza torneos de voleibol a los que las niñas son invitadas a asistir con sus progenitoras para fomentar un comportamiento positivo. “Durante los torneos, las chicas y sus madres tienen la oportunidad de hablar abiertamente de sus problemas y tratar de encontrarles solución. También es una buena ocasión para que las jóvenes hagan ejercicio y se mantengan en forma”, explica Ogembo.

Compresas

En respuesta a las numerosas cartas que reciben sobre la falta de compresas, la ONG produce y distribuye toallitas higiénicas, así como detergentes para la limpieza de los baños de los colegios de los suburbios de Kibera, Mathare, Mukuru kwa Njenga y Kiambu.

Una trabajadora de Polycom fabrica compresas para las niñas de las escuelas del barrio de Kibera, al detectar que la carencia de ellas era uno de los principales problemas que manifestaban las adolescentes.
Una trabajadora de Polycom fabrica compresas para las niñas de las escuelas del barrio de Kibera, al detectar que la carencia de ellas era uno de los principales problemas que manifestaban las adolescentes.Zainab Mohamed

El proceso de fabricación, que utiliza materiales locales disponibles gracias a las ayudas recibidas, garantiza que los colegios estén abastecidos de estos artículos tan necesarios. “Cada trimestre repartimos más de 2.000 paquetes de compresas de las que se benefician 2.500 niñas. También hemos visto que hay alumnas que sufren infecciones urinarias, y por eso distribuimos al menos cinco litros de detergente por escuela y trimestre”, detalla Swilla.

Los impulsores de Talking Boxes aseguran que, gracias a su intervención, han disminuido los casos de embarazo adolescente y se ha reducido drásticamente el absentismo escolar de las niñas durante la menstruación.

Puedes seguir a PLANETA FUTURO en Twitter, Facebook e Instagram, y suscribirte aquí a nuestra ‘newsletter’.

Más información

Archivado En

Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
Recomendaciones EL PAÍS
_
_