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Tribuna
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Las renovables, la red energética del futuro

Los avances de hoy permiten imaginar un camino en el cual buena parte de los dos mil millones de personas que carecen de conexiones eléctricas modernas lograrán acceder a ellas en las dos próximas décadas

Energía renovable
Karsten Würth / Unsplash

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El pueblo de Mokoloki ofrece un atisbo del futuro. En febrero de 2020 empezó a operar en esta zona rural de Nigeria una central eléctrica innovadora que utiliza energía solar y baterías para ofrecer electricidad fiable como parte de un acuerdo de la comunidad con el sistema eléctrico nacional. Para los mil vecinos de Mokoloki, esta energía posibilita abrir nuevos negocios, ahorrar dinero y evitar el uso de gasóleo contaminante en generadores que hacen ruido.

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La electricidad es fundamental para el desarrollo y para la participación en la economía moderna. Es necesaria para la entrega de vacunas refrigeradas contra la covid-19. Y en los países más vulnerables que ya están sufriendo el impacto del cambio climático, es un aspecto fundamental para la resiliencia de comunidades, por ejemplo, permitiendo la irrigación de zonas de cultivo que hoy dependen de lluvias cada vez más erráticas.

Hoy en todo el mundo, 800 millones de personas carecen de acceso a la electricidad. Y unos 1.500 millones más tienen suministros tan poco fiables que es difícil que operen empresas e industrias, según los cálculos de la plataforma Electrifying Economies, lanzada en diciembre de 2020 por una coalición de ONG del sector energético.

Cómo se expandió la red eléctrica

España progresó desde la iluminación de Las Ramblas en Barcelona (en 1875) a la electrificación de la gran mayoría las zonas rurales del país, un siglo después, con la expansión de su red eléctrica. Estados Unidos y Europa siguieron rutas similares. La red en estos países tal y como la conocemos —con grandes centrales y largas líneas de transmisión y distribución— se consolidó en los siglos XIX y XX.

En la última década hemos experimentado un auge de soluciones alternativas en países en desarrollo. Aproximadamente 136 millones de personas utilizaban sistemas de energía solar de pequeño tamaño (para iluminación, cargar móviles y otros usos ligeros) en 2018. Otros 35 millones se servían de sistemas de mayor tamaño que no dependen de la red: paneles solares con baterías, o microrredes capaces de suministrar electricidad a pueblos enteros, según datos de la ONU, el Banco Mundial y la Agencia Internacional de Energía.

800 millones de personas carecen de acceso a la electricidad

Con la continua reducción de precios, desde 2020 las renovables representan la manera más barata de generar electricidad en casi todos los países del mundo. Esta nueva realidad económica, junto con la urgencia de reducir emisiones de dióxido de carbono, podrá acelerar la adopción de las renovables a gran escala, la integración de estas microrredes y de otras renovables de pequeña escala en la red; también la electrificación de otros sectores, como la movilidad. La clave de todo es la drástica mejora de la eficiencia energética de los dispositivos, que hace posible el suministro de servicios energéticos, como la iluminación, consumiendo mucha menos electricidad.

Esta convergencia tecnológica, con producción en gran escala de paneles solares, baterías y otros equipamientos versátiles, abre un campo enorme para la innovación y el desarrollo de nuevos modelos de negocio para la energía. En muchos casos, son los países con mayores desafíos energéticos los que están impulsando la búsqueda de estos nuevos modelos. Lo hace Nigeria, donde la baja disponibilidad de energía en la red lleva las distribuidoras a innovar con microrredes interconectadas, mucho antes que las empresas en Europa y Estados Unidos. Y Etiopía, donde el 45% de la población todavía espera la llegada de la electricidad y la instalación de microrredes electrificará negocios y pueblos. Al mismo tiempo, los países desarrollados están buscando maneras de integrar renovables distribuidas en sus redes ya construidas.

Está comprobado que los modelos de electrificación integrada —utilizando una mezcla de soluciones tradicionales de expansión de la red, con renovables y baterías distribuidas— ofrecen la manera más barata y rápida de llevar electricidad fiable a quienes más la necesitan. Además, son sistemas resilientes y con bajas emisiones, con lo que abren un modelo del desarrollo verde que cuesta menos que las alternativas.

Con la continua reducción de precios, desde 2020, las renovables representan la manera más barata de generar electricidad en casi todos los países del mundo

La expansión del sector representa un potencial de mercado enorme. La Fundación Rockefeller estima que la inversión en renovables distribuidas para las comunidades necesitadas podría llegar a 120.000 millones de dólares por año, para cumplir con los Objetivos de Desarrollo Sostenible y suministrar energía fiable a los que no la tienen. Esto implicaría un drástico aumento comparado con la actual situación y un cambio radical en el sector.

Pero están por ver los impactos económicos de la pandemia global. A pesar de los enormes esfuerzos de los Gobiernos en África y Asia, con el apoyo de la cooperación internacional, en 2020 la cifra de personas sin acceso a la electricidad subió. Las inversiones enormes y la creación de fondos en Europa y otros países desarrollados para la recuperación de la pandemia no son viables para los países más pobres, que tienen poca capacidad para endeudarse. Paradójicamente, es exactamente este tipo de gran inversión en infraestructura energética renovable la que podría ayudar estos países a recuperarse de la crisis, y a la vez construir la base para futuro desarrollo económico. Por este motivo, en diciembre de 2020 un grupo de importantes agencias de energía y de financiación de cooperación internacional firmó una declaración sobre la necesidad de una recuperación verde e igualitaria basada, sobre todo, en inversión en las renovables distribuidas.

En Mokoloki, los vecinos están abriendo nuevos negocios y aumentando su renta. Otra comunidad cercana, también alimentada con una microrred solar, ya está implantando el uso de mototaxis eléctricos como modo de transporte. Sigue habiendo enormes desafíos logísticos, de financiación y de desigualdad en el acceso a la energía. Pero los avances de hoy permiten imaginar un camino en el cual, durante la próxima década, muchos de los dos mil millones de personas sin acceso adecuado tendrán conexiones eléctricas modernas, con renovables distribuidas y operando equipos de alta eficiencia: la red energética del futuro.

Edward Borgstein es un director de programas en el Rocky Mountain Institute (RMI), una organización sin fines lucrativos que se dedica a la transformación energética sostenible desde 1982. La plataforma Electrifying Economies, una colaboración entre Rocky Mountain Institute, la Fundación Rockefeller, y la agencia de Energía Sostenible para Todos (SEforALL – Sustainable Energy for All), narra el papel de las renovables en el fin de la pobreza energética global.

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