El amor que cabe en un PowerPoint

En TikTok se han convertido en tendencia los vídeos donde los usuarios valoran su situación amorosa a partir de estadísticas de su número de citas o los regalos recibidos por sus potenciales parejas en los últimos 12 meses

Roberto Benigni y Nicoletta Braschi en un fotograma de la película 'Bajo el peso de la ley' de Jim Jarmusch.

Casi al final de Bajo el peso de la ley, la película de Jim Jarmusch que narra las andanzas de tres desgraciados huidos de una cárcel de Luisiana, asistimos al flechazo entre el personaje de Roberto, interpretado por Roberto Benigni, y el de Nicoletta, encarnada por Nicoletta Braschi. En una escena de rara belleza, Roberto y Nicoletta, que se han conocido el día anterior y acaban de levantarse de la cama, bailan en pijama, mejilla contra meji...

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Casi al final de Bajo el peso de la ley, la película de Jim Jarmusch que narra las andanzas de tres desgraciados huidos de una cárcel de Luisiana, asistimos al flechazo entre el personaje de Roberto, interpretado por Roberto Benigni, y el de Nicoletta, encarnada por Nicoletta Braschi. En una escena de rara belleza, Roberto y Nicoletta, que se han conocido el día anterior y acaban de levantarse de la cama, bailan en pijama, mejilla contra mejilla, a veces rozándose los labios, despeinándose o mirándose como si se conocieran de toda la vida, apoyados el uno en el otro, como si fueran dos sonámbulos incapaces de despegarse, mientras suena en el tocadiscos It´s raining de Irma Thomas. Los otros dos protagonistas de la cinta, Jack y Zack ―John Lurie y Tom Waits― observan a los recién enamorados con una mezcla de burla y de envidia sana, que es como se suele mirar a las parejas nacientes.

Esta escena, una de mis preferidas del cine por su capacidad de captar el amor desde la sencillez del encuentro, la espontaneidad de los gestos, me vino a la mente mientras leía hace unas semanas un reportaje de la revista francesa Society sobre una tendencia en TikTok que consiste en publicar un resumen amoroso del año mediante gráficos y estadísticas en un especie de PowerPoint. El hashtag #Datingwrapped acumula más de 100 millones de visualizaciones y es claramente la antítesis del slow de Roberto y Nicoletta: una fría sucesión de slides en las que aparecen datos como el número de citas, la proporción de encuentros que dieron lugar a relaciones más o menos duraderas, las plataformas utilizadas para conocer al otro, los lugares en los que ocurrían las citas, los países de origen de los potenciales amantes, entre otros.

Algunos son divertidos como el de esa mujer cuyo año amoroso se resume en “una infección por clamidia y problemas de autoestima”, tras 13 encuentros a cual más desastroso, o el de esa otra chica que gracias a los datos obtenidos a lo largo de 20 citas ha objetivado “una clara debilidad por los tíos subnormales con nombres ridículos”. También me hizo gracia el de una abuela influencer de 93 años que consiguió ligar en un funeral y que experimentó el ghosting en su versión más auténtica tras el fallecimiento prematuro de uno de sus flirts. Otros me dejaron helada, como el de esa mujer que realizó un gráfico de todo lo que le regalaron sus ligues (viajes, noches en hoteles de lujo, joyas, etc.), o el de ese hombre que se presenta como el soltero menos afortunado del mundo después de 69 encuentros y haberse gastado una media de 80 dólares en cada una de sus primeras citas, o sea un total de 5.520 dólares para acabar el año igual de soltero y con menor poder adquisitivo.

Aún siendo consciente de que en la sociedad capitalista el amor ha muerto, dando paso a una visión meramente mercantil y utilitarista de éste con la llegada de aplicaciones como Tinder y el creciente individualismo, como ha teorizado Eva Illouz, me resulta llamativo el empeño por querer racionalizar una experiencia —el encuentro con el otro— desde lo puramente cuantificable, como si se tratara del balance contable de una empresa. Puede incluso que ésta sea la forma más segura de no llegar jamás a experimentar algo que se acerque, aunque sea un poco, a un sentimiento amoroso que no se base en consumir al otro en un mercado dominado por la incertidumbre y la acumulación de opciones (personas). Un espacio social “sin reglas en el que cada uno busca su propio interés”, en palabras de Illouz, y que genera ansiedad a los que compiten en él porque sienten que su propio valor depende de la demanda que son capaces de generar. Quizá a los adeptos de los PowerPoint amorosos la película de Jarmush y el amor de Nicoletta y Roberto les parezca pura ciencia ficción.

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