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DEFENSOR DEL LECTOR
Tribuna
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Viejas demandas para un tiempo nuevo

Los lectores reciben promesas, pero no ven satisfechas antiguas exigencias

Pandora Papers
SR. GARCÍA
Carlos Yárnoz

Salvaguardar los derechos de los lectores “constituye la razón última del trabajo profesional” en EL PAÍS, que promete una información “veraz, lo más completa posible, interesante, actual y de alta calidad”. Todo cambio profundo en el periódico es una oportunidad para recordar esos principios incluidos en el Libro de estilo. Así se ha hecho estos días a raíz del relevo en la dirección del diario y el rediseño de la web. Los lectores han aplaudido esos mensajes, pero también han exigido más participación y de mejor calidad, así como soluciones a viejas demandas desatendidas.

La directora, Pepa Bueno, defendió esos principios en un artículo el pasado domingo para resaltar que, en este periódico que busca “la excelencia formal” de sus contenidos, “las noticias se basan y se basarán siempre en hechos comprobados”. Y también destacó el creciente protagonismo de los lectores: “Un periódico son sus lectores y hoy nos demandan una relación más horizontal, directa y propositiva. Tenemos que escucharles”.

Más de un centenar de lectores han valorado esa “carta de intenciones”, como la han calificado, ese “compromiso con un periodismo serio y de calidad”, “compromiso con la verdad”.

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El director adjunto Borja Echevarría señaló en otro artículo que “la calidad es innegociable” y que, desde su inicial planificación hace un año, quedó claro que “el eje sobre el que debía girar todo el rediseño era el lector”.

Aunque los parabienes han superado ampliamente a las críticas, los lectores han reaccionado ante esos mensajes para señalar también carencias que, en algunos casos, reclaman sin éxito hace tiempo. Una muy lógica es que EL PAÍS les responda cuando le escriben. Continuamente protestan porque sus mensajes a los correos de las secciones no tienen contestación y ni siquiera acuse de recibo.

Igualmente lógica es la exigencia de que el periódico cumpla sus propias normas y obligue a identificarse con nombre y apellido (primera regla) a quien participa en la zona de comentarios en la web reservada a suscriptores. Esta vez lo exigen, entre otros, José Muñoz Pineda, Francisco Vida o Jesús Sarmiento, pero antes lo reclamaron muchos más porque el anonimato, argumentan, degrada el debate.

No menos antigua es la petición que ahora repite José Ángel Muñoz Moreno: “Dejen de utilizar el término newsletter y pasen a llamarlo boletín o boletín digital; EL PAÍS tiene que ser ejemplo de respeto a nuestro idioma”. Y Juanjo Orcasitas: “¿De verdad gente que se gana la vida con el lenguaje en una organización que publica un Libro de estilo de reconocido prestigio no ha sido capaz de buscar una expresión análoga a Newsletter en castellano?”. Sí, lo han hecho: ese libro aconseja el término “boletín”.

En otra reivindicación histórica, Joan Colom, Luis Castro o Carlos Ortigosa han insistido en que el periódico abra a comentarios todos sus textos en la web. Su protesta ha dado frutos: desde este domingo, 10 de octubre, están abiertas las columnas de opinión que aún no estaban.

También es repetida la queja sobre el mal funcionamiento del buscador. Ahora la transmite Agustín Llanos: “Es más sencillo buscar [una noticia del diario] en Google que a través del periódico; en el rediseño no han tenido en cuenta nuestras protestas sobre su deficiente y escondido buscador”, dice Llanos. En efecto, ese buscador no está en la portada —los grandes medios sí lo tienen—, y Borja Echevarría cree que ahí estará, pero “cuando tengamos uno bueno”, precisa.

Otros lectores como Francesc Ferrandis o Rafael López consideran que el periódico debiera ser más estricto a la hora de evitar publicidad “agresiva” o “invasiva”, como imágenes en movimiento que perturban la lectura. “Parte del rediseño”, explica Echevarría, “busca poner en valor la calidad de la publicidad y tendremos que mejorar ese aspecto”.

Hay otra demanda —¿por qué no incluirla aquí?— tan recurrente como inusitada en un periódico que potencia el nexo con los lectores. Tres de ellos —Juan María Sánchez, Iván Casado y, de nuevo, Colom— lamentan que es casi imposible encontrar la forma de enviar quejas al Defensor del Lector. Con el nuevo diseño, incluso ha desaparecido el enlace al canal El Defensor del Lector contesta, donde se responde a los lectores los 365 días del año. “He tenido que buscar en Google cómo dirigirme a usted; me parece una incongruencia si el periódico intenta que los lectores seamos el centro de su interés”, lamenta Juan María Sánchez.

Un lector, Javier Muñoz Álvarez, ha escrito para lo contrario. Hace año y medio se quejó de que faltaba “más periodismo de investigación, más exclusivas”. El lunes pasado consideró justo transmitir al periódico su enhorabuena al leer las informaciones sobre los Papeles de Pandora.

“En un océano de oscuridad… EL PAÍS”, concluía Muñoz Álvarez reproduciendo las palabras de la viñeta de El Roto de hace una semana. Los lectores merecen que el periódico les despeje algunas sombras como las citadas. Ganaremos todos.

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Sobre la firma

Carlos Yárnoz
Llegó a EL PAÍS en 1983 y ha sido jefe de Política, subdirector, corresponsal en Bruselas y París y Defensor del lector entre 2019 y 2023. El periodismo y Europa son sus prioridades. Como es periodista, siempre ha defendido a los lectores.

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