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Columna
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El dislate

Ningún ministro tuvo una labor más difícil, limpiar los cuerpos de seguridad de la etapa anterior, hacer frente al terrorismo de ETA, y proteger a los nuevos líderes emergentes o a otros que venían del exilio

Fernando Vallespín
Rodolfo Martín Villa a su salida este jueves de la Embajada Argentina en Madrid, tras declarar ante la jueza María Servini.
Rodolfo Martín Villa a su salida este jueves de la Embajada Argentina en Madrid, tras declarar ante la jueza María Servini.Andrea Comas

Sr. D. Pablo Iglesias, ¿cree de verdad que durante la Transición se cometió un “genocidio” o algo similar? Formulo la pregunta porque leí su tuit refiriéndose a la declaración de D. Martín Villa ante la juez argentina María Servini. Y porque usted ya no es un líder político más, sino miembro del Consejo de Ministros. En dicho tuit afirma algo que es además contradictorio. Dice: “La generación que hizo y trajo la democracia merece que #RompamosLaInmunidad”. Leída esta frase con cierta coherencia, lo que se viene a insinuar es que los que hicieron la Transición —es decir, quienes han posibilitado que usted se siente en tan privilegiado sillón—, se valieron ni más ni menos que de crímenes de lesa humanidad para llevarla a cabo, y que encima se fueron de rositas. ¿No le suena raro rimar democracia con crímenes contra la humanidad? ¿O presupone que para hacerla se pasó por algo así como la fase del Terror de la Revolución Francesa?

La querella contra Martín Villa, les recuerdo, es por el procedimiento de justicia universal; es decir, para delitos que por su gravedad se presupone que no están sujetos a una jurisdicción específica. Les remito a la información general para que vean los detalles de la declaración y la acusación que se le hace. Destacaría, sin embargo, cómo Martín Villa pudo haber eludido todo este procedimiento amparándose en el pronunciamiento de la Audiencia Nacional de 2018 por el que se le blinda frente a toda responsabilidad penal porque, en todo caso, le cubriría la Ley de Amnistía de 1977, aparte de la prescripción de los presuntos delitos. Pero él ha querido dar la cara. No acepta, en sus palabras, dicha “presunción de culpabilidad en vez de inocencia”. Y porque lo que está en juego en el fondo, como en las propias declaraciones de Iglesias, es poner en cuestión todo el proceso de la Transición y su propia honorabilidad.

Les recuerdo también que se busca hacerle responsable de 12 lamentables y trágicas muertes cometidas por cuerpos de seguridad del Estado y miembros de extrema derecha entre 1976 y 1977. Lo fácil en este momento sería decir ¿cuántas víctimas provocó ETA desde esos años? ¿Por qué esas muertes no computan como crímenes de lesa humanidad y sí aquellas por las que se responsabiliza a Martín Villa? No, mi argumentación quiere ir por otra vía. Quizá porque en aquellos momentos ya era plenamente adulto y pude seguir en vivo cómo gente como él fueron precisamente quienes impidieron que se prorrogara el franquismo. Ningún ministro tuvo una labor más difícil, limpiar los cuerpos de seguridad de la etapa anterior, hacer frente al terrorismo de ETA, y proteger a los nuevos líderes emergentes o a otros que venían del exilio, como el mismo Santiago Carrillo (entre otros, gracias a él). Los regímenes no caen de un día para otro, siempre acaban salpicando con furia cuando les llega el final. Por desgracia para Martín Villa, pero por fortuna para todos los demás, a él le tocó estar en la primera línea de ese frente, en el duro papel de bisagra entre un viejo mundo que se resiste a morir y otro nuevo que todavía apenas asoma.

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Una última pregunta para acabar: Sr. presidente del Gobierno, ¿dónde se ubica usted respecto a este asunto? ¿Coincide con la posición de defensa a Martín Villa de todos sus antecesores vivos en el cargo o con la de su vicepresidente? No sé para otros, pero para mí es importante saberlo.

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Sobre la firma

Fernando Vallespín
Es Catedrático de Ciencia Política en la Universidad Autónoma de Madrid y miembro de número de la Real Academia de Ciencias Morales y Políticas.

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