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Estar sin estar
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Necedad

Hemos de recordar y reconocer dolorosamente que México sigue siendo el país más peligroso para el ejercicio de la prensa de este lado del mundo

JORGE F. HERNÁNDEZ - necedad

Hay una edad en que la necedad obstruye cualquier felicidad o hay una falsa potestad ajena a la verdad que transpira una necedad casi maldad o la obviedad de la necedad unida a fealdad sin lealtad pretende una facultad en nulidad… ya ni sé bien cómo decirlo: la asiduidad de la necedad con la que el presidente de México presume su majestad desde la columna de la bipolaridad.

En confirmación de la necedad censora y la descalificación de todo lo adverso vuelve a denostar un ejercicio periodístico con maldad, necedad y pretendida potestad… efectivamente, contra la Libertad. Según su propio dicho, “por encima de la ley está la autoridad moral, la autoridad política (de Él mismo)”. Como nuevo golpe a los medios de comunicación en general, el Supremo expuso públicamente el número telefónico de una periodista y un cuestionario (con cuestionamiento incluido) del periódico The New York Times antes de ser publicado un reportaje sobre supuestas aportaciones económicas que recibió su campaña en 2018 para llegar a la Presidencia de la República directamente o filtradamente del crimen organizado o bien llamado narcotráfico.

El mentado cuestionario que ha generado diversas mentadas versaba sobre supuestos vínculos de los hijos y colaboradores cercanos del Preciso con el crimen organizado y se supone que es de cajón que los diarios de veras en pos de la veracidad sometan cuestionarios de ese ánimo para que las partes involucradas respondan y fijen su posición antes de la publicación del reportaje mismo. Lo que no es costumbre es el ladrido que revela públicamente el cuestionario mismo (y además el teléfono o datos del periodista o reportero antes de ducha publicación… maniobra manoseada por quienes intentan desacreditar dicha investigación a priori o bien blindarse antes de los hechos para obviar o nulificar hechos pasados.

¿Qué sentido tiene volver a gastar una columna (periodística) contra la rumiante recurrencia del habitante de la columna (marmórea y cacariza) del poder presidencial? Ha tiempo que no pocos escritores en columnas o sobremesas, así como miles de ciudadanas en el diario batallar y otros millones de mexicanos aquí, allá y por todos lados habíamos optado por silenciar, callarnos ante la retahíla cansina de todos estos despropósitos, pero ahora y por lo menos es mínima obligación volver a defender la libertad contra toda potestad impositiva o autoritaria, contra toda maldad salival, labial o labiodental y contra la misma necedad de siempre.

El hecho de que la postura del Sereno y sus secuaces denigren o demeriten la labor de la periodista Natalie Kitroeff y una vez más a The New York Times en general y de bulto produce en no pocos lectores el efecto contrario al deseo del dedazo flamígero. Es decir, una vez que se publicó el mentado reportaje y una vez que se escuchan voces en defensa de la libertad de expresión, hemos de recordar y reconocer dolorosamente que México sigue siendo el país más peligroso para el ejercicio de la prensa de este lado del mundo, que el ladrido desde púlpito pútrido o columna endeble confirma el imperio de las mentiras como maquillaje descarado del desatino y la improvisación, simulación e intimidación que –así pasen lustros- han de evaporarse ante el estruendo contundente de su fracaso, naufragio o evaporación.

¿Autoridad sobre legalidad?, como defensa delirante ante lo verificable y su veracidad. ¿Dignidad o potestad?, como berrinche o trinchera contra la tenacidad de las preguntas o cuestionamientos. ¿Falsedad o maldad?, como sonrisita canosa en maquillaje de evasión. En realidad, tanta proximidad o familiaridad a la enfermedad o humedad (ajena a la bondad o reciprocidad y propensa a la parquedad) confirman con alta viscosidad una verdad, si no es que obviedad con voluptuosidad: la imposibilidad de aliviar tanta pinche necedad.


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