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El policía, la economista y el doctor: la carrera de Morena por la Ciudad de México

Los aspirantes del partido guinda no solo tendrán que dar continuidad al proyecto de transformación del presidente, en la capital se necesita además combatir a una derecha fortalecida desde 2021

Hugo López-Gatell, Omar García Harfuch y Clara Brugada.
Hugo López-Gatell, Omar García Harfuch y Clara Brugada.Getty / EL PAÍS
Carmen Morán Breña

El partido del presidente López Obrador tiene un enorme desafío electoral en 2024: la Ciudad de México, donde la izquierda gobierna desde hace 25 años y donde Morena se desplomó en las elecciones intermedias de 2021. No es una plaza cualquiera. Por más que el partido guinda gane la presidencia, gobernar en cohabitación con la derecha en la capital es un reto mayúsculo. He aquí una de las claves por las que la figura del exsecretario de Seguridad Omar García Harfuch viene sonando con fuerza para competir en 2024, por encima en las encuestas de otros nombres más vinculados con el proyecto de Transformación del presidente, su posible tirón entre las clases más acomodadas. Harfuch tendrá que medirse en las encuestas internas del partido con la alcaldesa de Iztapalapa, Clara Brugada, ella sí, ligada a Morena desde su fundación; completa la terna con trascendencia política, y para sorpresa de todos, un personaje bien conocido, el epidemiólogo Hugo López-Gatell, que pilotó la lucha contra la pandemia. Mariana Boy Tamborell, la titular de la Procuraduría Ambiental y del Ordenamiento Territorial (PAOT), que ya se postuló para ese mismo cargo por el Verde en 2018, hace el cuarteto.

Con el juego muy abierto aún, el policía, la economista y el doctor serán probablemente los nombres que más se oirán por parte de Morena en la encuesta que se avecina, cuando aún no se apaga el eco de la anterior, que alzó victoriosa a Claudia Sheinbaum, quien durante este sexenio ocupó el puesto por el que ahora se alistan sus correligionarios en la línea de salida. Cuando aún no se ha dado el banderazo, ya se sienten los empujones entre Harfuch y Brugada, seguramente los únicos que tienen alguna posibilidad real, como ocurrió anteriormente con Sheinbaum y el excanciller Ebrard.

Brugada (Ciudad de México, 60 años) es una política de raza, licenciada en Economía por la UNAM y fajada desde entonces en la lucha social. Enarbola su pedigrí morenista y los logros de su gestión al frente de la alcaldía de Iztapalapa, la más populosa y pobre, el granero de votos de la capital, 1,4 millones de electores de los que ella conservó para Morena el 57% de los apoyos en 2021. En sus mítines se oye ya una consigna que va directa a la mandíbula de Harfuch: “Más utopía y menos policía”. Las utopías son los 12 complejos culturales, recreativos y deportivos que ha inaugurado, el sello indiscutible de su mandato.

Harfuch (Cuernavaca, 41 años) ya se ha colocado su chaleco de color Morena y se ha defendido en las últimas horas con esta frase: “Entre la policía también hay hombres de izquierda, más que la gente que vive en el discurso”. Pero quizá no son solo los votos de la izquierda lo que el partido oficialista anda buscando con Harfuch en el cartel electoral. Y tampoco será de la ideología de lo que más se tendrá que defender el policía en estos tiempos rudos de precampaña, sino de una mancha en su expediente que no sale ni con el mejor jabón: su presencia en las reuniones donde se gestó la llamada “verdad histórica”, es decir, el puñado de mentiras con que se emborronó lo ocurrido con los 43 normalistas desaparecidos en Guerrero hace nueve años.

Licenciado en Derecho, el policía “representa la dimensión pragmática de Morena, un partido que tuvo aspiraciones de formar cuadros políticos y fortalecer instituciones y ahora piensa más en ganar elecciones”. Solo así entiende el historiador Humberto Beck, del Centro de Estudios Internacionales del Colmex, la presencia de Harfuch como candidato. Encabeza las preferencias ciudadanas cuando por su cabeza no pasaba siquiera la voluntad de postularse. A inicios del año pasado su nombre ya sonaba fuerte, aupado en la popularidad por el aparatoso atentado que sufrió, 400 balazos contra su coche que llevaban la firma del cartel Jalisco Nueva Generación. Y por la percepción ciudadana de seguridad en la capital. “Ese es su logro más tangible, y la seguridad es transversal en términos ideológicos o de clase”, sigue Beck. La población más de derechas valorará ese logro y quizá les importe menos si estuvo o no involucrado ni en qué medida en el caso Ayotzinapa. “A las autoridades no les importó cuando le pusieron de secretario de Seguridad”, dice Beck.

A los capitalinos no les importa solo la seguridad, sin embargo. En el ámbito local, el transporte público es una de las batallas de cualquier ciudad para ganar las elecciones o conservar el poder. En Iztapalapa, las clases humildes van al trabajo volando: el cable bus inaugurado en este mandato es uno de los logros de la alcaldía y de la jefatura de Gobierno y a Brugada ya le piden otro así para nuevos barrios si llega al poder. “Brugada tiene redes políticas, sociales y un tercio de la población bajo su control. Es profundamente morenista y de izquierdas, pero Morena ha decidido que a los candidatos se les elige ahora por encuestas abiertas a la población”. Ese es el gran cambio que menciona Héctor Tejera Gaona, antropólogo de la Universidad Autónoma Metropolitana (UAM). Y la población de la ciudad prefiere, por ahora, a Harfuch. En los mentideros políticos se refieren las simpatías de López Obrador por Brugada, siendo que a él le gusta la gente con ideología, como menciona a menudo. Sin embargo, en los últimos tiempos ha dedicado alguna caricia al exsecretario de Seguridad y este jueves incluso lo defendió abiertamente de quienes lo vinculan con Ayotzinapa. Estar en una reunión no te hace culpable de nada, argumentó el mandatario.

Tejera Gaona cree, sin embargo, que este proceso va a estar más controlado por Morena que la anterior encuesta que decidía al candidato presidencial, donde los aspirantes negociaron qué casas encuestadoras y de qué modo se levantarían y vigilarían esos cuestionarios. Tradicionalmente eran las redes que los partidos tejían barrio a barrio las que condicionaban el voto ciudadano, pero “una encuesta abierta tendrá en cuenta lo que diga también la clase media, por ejemplo, y ahí tienen a un hombre que garantiza la estabilidad delincuencial en la CDMX”, explica Tejera Gaona, aunque no está tan seguro de los logros en materia de seguridad que se asocian a Harfuch, a quien por ahora, dice, solo le oye “repetir que continuará con la política de Sheinbaum, pero no hablar de un proyecto de Gobierno”. “En una encuesta abierta a toda la ciudad se puede desfigurar la importancia de la política realizada en Iztapalapa”. “Y si el partido lo apoya incluso con el caso Ayotzinapa...”

Brugada ya ha mencionado las palabras claves: clase media. Y hasta su imagen es ahora menos desenfadada y más formal. El patrón pirata del barco de la utopía, con su vistoso turbante en el pelo quizá no sea del agrado de los que su jefe llamaría fifís. La iztapalapense se muestra convencida de que la derecha tocó techo en 2021, pero por si acaso anuncia que quiere una ciudad “de clases medias, donde la población salga de la pobreza y tenga más ingresos y servicios públicos”. Harfuch tiene juventud y belleza, factores no desdeñables en una elección; Brugada aprovecha el tirón de ser mujer, que también proporciona sus votos con un movimiento feminista más fuerte que nunca.

Y Gatell

Si las encuestas las ganara el más conocido por el público entre los postulantes, Hugo López-Gatell no tendría adversario, ni en la capital ni en el resto del país. También el asombro que ha suscitado su destape para la jefatura de gobierno atraviesa buena parte de la República. El prestigioso epidemiólogo llevó la lucha contra la pandemia desde los televisores de cada casa a diario. Se decía en esos terribles meses que era tan conocido como el presidente, y no es de extrañar. Como él, se hicieron famosos todos los que ocuparon ese mismo encargo en cada país. Su popularidad crecía como la de una estrella de rock, si no en las calles, que estaban desiertas por entonces, sí en las redes sociales, donde sus fans lo amaban. Pero la espuma se fue desvaneciendo a medida que se conocía la dimensión de la tragedia de la covid en México y cuando el papel político que desempeñaba le fue jugando malas pasadas. El epidemiólogo, gran comunicador, era irrebatible; el político dejaba que desear. Algunos piensan que la irrupción de López-Gatell en la contienda interna morenista viene de Palacio Nacional. “Gatell es el símbolo de la dimensión ideológica más recalcitrante de Morena, de quienes se resisten a admitir la catástrofe de la pandemia en México. Que se conciba su candidatura es representativo de la realidad construida por el partido, la ficción ideológica de que México tuvo éxito con la pandemia”, empieza el analista Beck. “Fue López Obrador quien de alguna forma lo destapó, lo mencionó y el hecho de que figure entre los aspirantes hace pensar que el presidente no ha soltado del todo el bastón de mando”, opina. La relación de Gatell con Claudia Sheinbaum fue tensa en la pandemia. La ciudad seguía, de alguna forma, sus propias medidas, a veces alejadas de las consignas gatellianas. El símbolo fue el cubrebocas: el epidemiólogo se resistió a llevarlo, Sheinbaum no se lo quitaba jamás.

Beck considera que Gatell escogió lo político en lugar de lo científico, y que eso le pasó factura. El hecho es que el doctor parece que quiere continuar la senda política, pero por ahora todo son preguntas sin respuesta. ¿Qué papel juega en esta contienda? ¿Dividirá los votos y así favorecerá a Harfuch? ¿Busca alguno de esos premios de consolación que se están ofreciendo a quien no gana la encuesta, una senaduría, tal vez? O quizá es solo que confía en sus posibilidades para ganar y quiere intentarlo. “Gatell es una propuesta de López Obrador”, dice también convencido el antropólogo Tejera Gaena. Lo que eso signifique y adónde pueda llegar esa jugada es un misterio todavía.

La carrera por la Ciudad de México se plantea más interesante que las encuestas previas que se han celebrado. El horizonte estaba más claro anteriormente, todos vaticinaban que Sheinbaum ganaría en su campo y se sabe que Morena parte con una buena ventaja para hacerse con la presidencia en 2024. Quién ganará ahora en el partido oficialista aún no se sabe, y menos aún si el que resulte vencedor podrá torcer a su favor los resultados que arrojó la ciudad en 2021, el gran fiasco para la izquierda de los comicios intermedios. La coalición del Frente Amplio por México recobró la ilusión bajo la marca de Xóchitl Gálvez, pero a su vez retiraba de la contienda capitalina, para buscar la presidencia, a una mujer que parecía la baza ganadora. No hay nada determinado para las elecciones de 2024 en el corazón de México.

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Sobre la firma

Carmen Morán Breña
Trabaja en EL PAÍS desde 1997 donde ha sido jefa de sección en Sociedad, Nacional y Cultura. Ha tratado a fondo temas de educación, asuntos sociales e igualdad. Ahora se desempeña como reportera en México.

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