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Columna
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Morada

Morado es mi color y cuando lo pienso me sobran los motivos para degustarlo

Jorge F. Hernández

De niño me dio por adjudicarle a una imaginaria vaca morada todas las consecuencias de no pocas travesuras. Al tiempo en que mi hermanita paseaba con correa y un perro invisible y simulaba bocanadas de humo con vaho que fumaba en cigarrillos de chocolate, a mí me dio por echarle la culpa a la vaca morada de haber dejado como la Venus de Milo a una estatuilla de porcelana o la crayoleada sixtina de una otrora blanca pared. El caso es que morado es mi color y cuando lo pienso me sobran los motivos para degustarlo.

Morado: la llama doble entre el rojo de flama y el azul combustible. Color de luto en la liturgia y obispo con oro sobre el albero amarillo de un ruedo; demorado quien llega tarde por observar la epifanía en un párpado ajeno y enamorado el que no escucha las últimas sílabas de un susurro al filo de un beso y morado el ojo golpeado con el filo de un cenicero y moretón en la rodilla de quien intenta la bicicleta o impacta el filo de la mesa al andar sin ver y morada la bugambilia y su prima la lila jacaranda y el paliacate favorito y unos tenis Converse que volví psicodélicos con agujetas verdes y la crayola más gastada de la caja con 64 colores diferentes y por supuesto…

Morada la nueva significada que simboliza ahora –vivienda más que casa—que habitamas todas, ésas, aquéllas, otras, las mismas, algunas íntimas, prójimas, próximas, lejanas, conocidas y desconocidas, olvidadas y reconocidas, ancianas y niñas, maduras e inmaduras, altas y bajas, gordas y flacas, escuchadas o ignoradas, reconocidas desconocidas, leídas, oídas, vistas, halladas y perdidas, vivas y muertas, calladas cantantes, gritonas y mudas, atinadas equivocadas, erradas y convencidas, ágrafas y parlantas, atléticas, emprendedoras, perezosas, prístinas y ajadas, agotadas, reposadas, enérgicas, lacónicas, dormidas, sonámbulas, despiertas, alertas, inadvertidas, inéditas, inesperadas e intactas… poca a poca avanzadas en la dilatada y justa reclama de sus derechas, dignas en duela por las caídas, violadas, acosadas, ninguneadas en toda la munda de la planeta que poca a poca gira, flota y mueva más azula que verda, más agua que tierra, nieva neblina blanca, inmaculada sabana, página, párrafa y palabra, prosa, poesía y partitura de sonata y sinfonía, sincronizada en sintonía asimétrica y estratosférica, inclusiva e igualitaria, democrática plática sobre la planicie de todas toda la que conforma la más íntima morada de la corazona.

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