“¡Que nadie se raje!”: la oposición cierra filas para evitar que se apruebe la reforma judicial en el Senado
El oficialismo solo necesita de un voto del PAN, PRI o Movimiento Ciudadano para pasar la polémica iniciativa del presidente Andrés Manuel López Obrador
Con el pitido del monitor de los signos vitales de fondo y el camisón hospitalario, el senador Miguel Riquelme confirmaba que va a votar en contra de la reforma judicial. Su formación, el Partido Revolucionario Institucional (PRI), difundía el video bajo el texto: “Importante mensaje”. La urgencia para que Riquelme, exgobernador de Coahuila, ratificara su posición tumbado en una camilla de un hospital de Saltillo, después de un cateterismo, se debe a la ríspida discusión que estos días se ha apoderado del Congreso mexicano. El bloque parlamentario formado por Morena, PT y PVEM ya aplanó el camino en la Cámara de Diputados para que la reforma judicial del presidente Andrés Manuel López Obrador se convierta en una realidad. Falta el último trámite: el Senado, donde el grupo oficialista cuenta —gracias a dos legisladores del PRD— con 85 escaños. Le falta solo uno para completar la mayoría calificada y ratificar la enmienda. Bajo el lema de “¡Que nadie se raje!”, la oposición ha movilizado todos sus engranajes para evitar fugas.
La reforma judicial propuesta por López Obrador, que incluye como principal cambio la elección por voto popular de todos los jueces, magistrados y ministros mexicanos a partir de 2025, ha convertido el inicio del curso político en una batalla. Entre el martes y el miércoles, en una jornada maratoniana de 17 horas que incluyó el cambio de sede a un polideportivo por las protestas de los trabajadores del poder judicial, la Cámara de Diputados aprobó con holgura el primer trámite de la iniciativa. Hubo 359 votos a favor del bloque oficialista y 135 en contra de la oposición. Superada la primera parada, la arena de lucha se ha traslado al Senado.
Morena y sus aliados obtuvieron 83 de los 128 representantes en las elecciones del 2 de junio. Pero, a finales de agosto, los legisladores del PRD José Sabino Herrera, de Tabasco, y Araceli Saucedo, de Michoacán, sellaron su alianza con el oficialismo. El salto a la mayoría calificada, de dos tercios, era de solo un escaño. ¿Quién iba a ser el senador o senadora que le diera a López Obrador su gran victoria? La incógnita se ha apoderado de la oposición que ha llamado a filas a todos sus integrantes.
“Los 15 senadores del PRI vamos a votar en contra de esta reforma”, ha anunciado este jueves el dirigente Alejandro Alito Moreno, en una conferencia de prensa en la que ha asegurado, sin mostrar las pruebas, lo que han sufrido sus integrantes: “Nuestro grupo parlamentario ha sufrido presiones brutales, amenazas por parte del oficialismo jamás vistas en el Congreso y en nuestro país. Ofertas de amenazas de uso faccioso de las fiscalías en contra de las y los legisladores y de sus familias y hasta presiones del Instituto Nacional Electoral (INE)”.
La coordinadora de la bancada del Partido de Acción Nacional (PAN), Guadalupe Murguía, también hablaba por sus legisladores: “No solo asistiremos a la sesión y votaremos en contra de la reforma al poder judicial todas y todos los senadores del PAN, sino que también nuestros 22 suplentes estarán en Ciudad de México, listos para acudir ante cualquier eventualidad”. El frágil equilibrio entre las fuerzas implica que si un solo legislador de la oposición no acudiera a la votación, que se va a celebrar el próximo miércoles, el bloque oficialista ya tendría los síes suficientes.
La psicosis ha llevado a la alianza Unidos Por México a crear una página con las declaraciones que los 22 legisladores del PAN, los 15 del PRI, los cinco de Movimiento Ciudadano y el grupo de independientes habían hecho sobre su voto de la reforma. Así, en una hoja de cálculo, era posible consultar las publicaciones en X de los legisladores, sus participaciones en video o, incluso, su retuit de algún mensaje. A estas manifestaciones, las han llamado “testigos”.
La vorágine se centró las últimas horas —además de en el hospitalizado Miguel Riquelme— en el senador Daniel Barreda, de Movimiento Ciudadano. Era el único que faltaba por hacer el check en el llamado “democratómetro”. El legislador ha comparecido este jueves a las afueras del Senado donde ha confirmado su voto en contra: “Claro que necesitamos una reforma, pero para votarla hay que estudiarla, no es nada más votar en contra porque lo ponen unos u otros. Yo me reservé el tiempo y hoy quiero decirles que después de haberla estudiado y haberla leído: mi voto es totalmente en contra”. La ratificación fue celebrada como un gol por la oposición.
El empresario Claudio X. González, quien había estado exigiendo a los senadores que se pronunciaran públicamente, ha anunciado en su cuenta de X: “Está completo el democratómetro. 43 de 43 senadoras y senadores de oposición han confirmado que votarán en contra de la nociva reforma judicial. Se agradece y reconoce. Se están convirtiendo en héroes de la República. Ahora, a cumplir la palabra empeñada”.
Estas maniobras todavía no han tenido una contestación oficial por parte de Morena. El presidente de la mesa directiva del Senado, Gerardo Fernández Noroña, ha llegado a decir que “no hay poder sobre la Tierra que pueda detener” el proceso legislativo para concretar la enmienda y ha afirmado que el bloque oficialista ya tiene los apoyos necesarios: “Se ha construido la mayoría calificada”.
Mientras, también hay una pelea matemática. Para aprobar reformas constitucionales se necesita la mayoría de dos tercios en las cámaras. La cifra que resulta así de 128 senadores es 85,33. El exsecretario de Gobernación Adán Augusto López ha afirmado que 85 legisladores pueden bastar. La panista Guadalupe Murguía ha contestado y ha defendido la postura contraria: “Ya hay un precedente de la Suprema Corte de que las fracciones cuando las hay se aplican en demasía. Estamos preparados para hacer valer que la mayoría calificada son 86″. La batalla, en todos los frentes, está servida.
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