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Benito, la jirafa congelada de frío en Juárez: el último caso de maltrato animal en México

Un colectivo ciudadano lleva ocho meses presionando para que trasladen al animal a otro espacio. El trámite está bloqueado por la burocracia mientras el ejemplar afronta temperaturas que pueden ponerlo en riesgo

Benito, una jirafa macho de 3 años en su espacio dentro del Parque Central, en Ciudad Juárez (Estado de Chihuahua), el pasado 14 de junio.
Benito, una jirafa macho de 3 años en su espacio dentro del Parque Central, en Ciudad Juárez (Estado de Chihuahua), el pasado 14 de junio.Juan Ortega Solís (Cuartoscuro)
Beatriz Guillén

Avisan los vecinos de que en Ciudad Juárez, Chihuahua, están entrando las heladas. Las temperaturas de la ciudad fronteriza en invierno llegan a bajo cero. Y en uno de sus pocos lugares verdes trata de sobrevivir una jirafa africana. Benito llegó a Juárez el pasado 3 de mayo, en una carreta sin techo, como si fuera animal de circo. Lo llevaron hasta el Parque Central, un espacio público que depende del Gobierno del Estado y que no tiene condición de zoológico. En un recinto de tierra vallado, con una pequeña sombrilla y una caseta sin puertas ha aguantado el animal el calor extremo y ahora el frío. Un colectivo ciudadano, llamado Salvemos a Benito, lleva ocho meses presionando al Gobierno estatal y federal para que saquen de ahí a la jirafa. Han interpuesto un amparo y pedido medidas cautelares para tratar de protegerlo. De momento, el trámite de su traslado sigue bloqueado en la Procuraduría Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Mientras, en Juárez siguen llegando las heladas.

A Benito se le están congelando las pestañas, también la saliva, que ahora le sale espesa por la boca. Eso cuentan las activistas que van a visitarlo cada día. Montan guardia frente a la reja, controlan si se cumplen sus horarios de alimentación, si llega algún veterinario a revisar su estado físico. Perla de la Rosa y Gloria Carrillo contestan al teléfono frente a Benito y dicen a todo que no. Que los responsables de Parque Central no garantizan una comida como la que jirafa necesita, que come zanahorias en mal estado, que la persona que lo debería checar no tiene ni una rampa, entonces lo máximo que le puede revisar a Benito son los muslos, porque el animal mide cinco metros.

Una noche de esta semana, tras una petición urgente del colectivo, llegó personal del parque para que Benito ingresara en su construcción todavía sin puertas: “La jirafa no estaba siendo resguardada en las noches, se quedó afuera hasta las 21.30 que una regidora vino, constató que estaba afuera, y llegó un trabajador, sin preparación para tratar con animales. Le chiflaba, le gritaba: ‘¡Venga Benito!’, y con un trapo empezó a asustarlo para que se metiera. Ese es el nivel de capacitación de este parque”, apunta De la Rosa.

La jirafa Benito en el parque, el 12 de enero.
La jirafa Benito en el parque, el 12 de enero.Luis Torres (EFE)

Infecciones y trastornos compulsivos

En el amparo indirecto, en defensa del derecho humano a un medio ambiente sano, que el colectivo ha presentado y al que ha tenido acceso este periódico, se exponen algunos de los daños que está sufriendo Benito: “Modificación de coloración en pelaje; pérdida de peso; trastorno compulsivo; infecciones en la piel (por contacto de heces fecales); infecciones estomacales debido a la indebida alimentación (alimentos en estado de putrefacción); infecciones estomacales debido a la alimentación indebida por parte de usuarios del parque, por la omisión de no contar con cuidadores, ni veterinario especializado”. Entre los trastornos compulsivos, las activistas detectan que lame los barrotes y las paredes de su caseta, también que cuando hay música muy alta en el parque da vueltas por su espacio sin parar. Lo ven estresado, dañado y en peligro.

Sobre esto, la Profepa —que no ha contestado a las preguntas de este periódico— afirmó en un comunicado que “debido a la falta de vigilancia y de atención médica al ejemplar, el incumplimiento del Plan de Manejo correspondiente y a que no se construyó la ampliación, se emplazó al parque a procedimiento y se aseguró precautoriamente el ejemplar”. La instancia federal asegura que se le “ordenó” al parque una serie de medidas “que no hizo”. La primera era una “ampliación tipo granero en el establo en que se encontraba la jirafa”, también debía “realizar adecuaciones al sitio de resguardo del ejemplar, a través de la construcción de paredes y columnas de concreto, nivelación del suelo y la colocación de instalaciones sanitarias, metálicas y de calefacción, estas para que el ejemplar pudiera resguardarse en época de frío”. Óscar Ibáñez, vocero del Gobierno del Estado en Juárez, asegura a EL PAÍS que la calefacción ya está funcionando. También apunta a que Profepa dio los permisos para que Benito estuviera en el Parque Central y también hizo varias visitas en las que “se ha estado cumpliendo con todo”.

No es la primera vez que Ciudad Juárez tiene una jirafa. Durante más de 20 años vivió en ese mismo lugar Modesto. El animal murió en julio de 2022 de un infarto y su sombra es, al mismo tiempo, la causa de que Benito llegara y también la razón para que se vaya. Por un lado, el Gobierno de la panista María Eugenia Campos afirma que la gente en Juárez sintió mucho la partida de Modesto y debido a que “se le extrañaba”, el Ejecutivo aceptó que hubiera una nueva jirafa. Los documentos oficiales señalan que Benito —que todavía no se llamaba Benito— llegó como una donación desde el zoológico Fiesta Safari de Culiacán (Sinaloa) el 3 de mayo de 2023.

Benito en su espacio del Parque Central de Ciudad Juárez, en junio.
Benito en su espacio del Parque Central de Ciudad Juárez, en junio.Cuartoscuro

La activista María Ruiz, de Salvemos a Benito, apunta que todavía le pesa la culpa de no haber hecho nada por Modesto, quien sufrió en un espacio frío y sin otros de su especie, durante más de dos décadas. “Sobrevivió por instinto, tenía una pésima calidad de vida. En 2011 tuvimos una helada terrible y perdió por necrosis parte de su cola y de sus orejas. Cuando murió Modesto sentimos tristeza como juarenses, pero también alivio de que ya por lo menos el animal no estaba sufriendo. Pensé a nadie se le ocurrirá traer aquí de vuelta otra jirafa”, señala la mujer por teléfono a este periódico.

México frente al maltrato animal

En algo están de acuerdo el Gobierno y los animalistas: de Modesto a Benito lo único que ha cambiado es la conciencia frente al maltrato animal. En México no hay datos exactos obre esta lacra. La organización Anima Naturalis apunta que el país registra el mayor número de casos de maltrato de toda Latinoamérica, con más de 60.000 animales muertos a causa de la violencia cada año. En estos últimos años se han agudizado las escenas de violencia extrema mientras grupos de animalistas, liderados especialmente por mujeres, tratan de arañar espacios a la pasividad de la mayoría de la población frente al sufrimiento animal.

Las activistas de Juárez empezaron a recoger firmas desde prácticamente el primer día que llegó Benito. Después se organizaron, presentaron el amparo y convirtieron en redes sociales a Benito en un símbolo del sufrimiento animal. Han conseguido hacer el ruido suficiente para que hasta el presidente Andrés Manuel López Obrador se pronunciara esta semana en su conferencia mañanera sobre Benito. El mandatario ha pedido desbloquear los trámites para que la jirafa salga del frío de la frontera antes de que le pasa nada más.

Pero no parece tan sencillo en plena batalla burocrática. Ante la petición desesperada de los activistas, la Profepa trata de cubrirse las espaldas: “Se están haciendo gestiones para poder realizar el traslado del ejemplar, el cual no se puede realizar de un día a otro”. Mientras, exige, “el parque deberá llevar a cabo todas las acciones que se requieran para garantizar su integridad física, su salud y el trato digno y respetuoso que le corresponde”.

Como si Benito fuera un arma arrojadiza, el Gobierno estatal y la dependencia federal se atacan uno a otro. El primero dice que antes de Navidad empezó a buscar opciones para trasladarlo, que consiguió la aprobación del parque Africam Safari, en Puebla, y que es Profepa quien está bloqueando su salida; la procuraduría dice que los responsables del parque nunca han solicitado ni siquiera “que es necesario el traslado del ejemplar”: “No solo no cumplió con las adecuaciones que manifestó que haría, sino que pretende desconocer que el traslado debe proteger y preservar la vida y la dignidad del ejemplar”.

En el último capítulo del caso, una jueza federal ha otorgado la suspensión que el colectivo solicitada y ha ordenado que “se realicen las gestiones para llevar a cabo en el menor tiempo posible” el traslado de Benito a Africam Safari. Mientras, en Juárez siguen golpeando las heladas.

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Beatriz Guillén
Redactora de EL PAÍS en México. Trabaja en la mesa digital y suele cubrir temas sociales. Antes estaba en la sección de Materia, especializada en temas de Tecnología. Es graduada en Periodismo por la Universidad de Valencia y Máster de Periodismo en EL PAÍS. Vive en Ciudad de México.
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