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Morena da un nuevo golpe a la oposición con la victoria en el Estado de México

El partido del presidente López Obrador arrebata al PRI su penúltima trinchera, el mayor granero electoral donde nunca había perdido, y gobernará en 23 de los 32 estados del país. La oposición conserva el norteño Coahuila

Delfina Gómez e integrantes de Morena celebran su triunfo en el Estado de México. Foto: NAYELI CRUZ | Vídeo: EPV

Morena afianza su expansión territorial y asesta un nuevo golpe a la oposición de cara a las elecciones presidenciales del año que viene. El partido del mandatario Andrés Manuel López Obrador conquistó el domingo el Estado de México, el mayor granero electoral del país y feudo inexpugnable del PRI durante casi 100 años. Delfina Gómez, una maestra de origen humilde, se convertirá en la primera mujer en la historia en gobernar el simbólico estado mexicano que rodea la capital. Ha sido una victoria clara, por más de ocho puntos, sobre la candidata del PRI, Alejandra del Moral. De nada ha servido que la oposición uniera fuerzas, junto al PAN, derecha, y PRD, los restos de la izquierda tradicional. Morena, nacido hace poco más de una década a imagen y semejanza de López Obrador, ya controla 23 Gobiernos estatales, dos terceras partes del total y más del doble que toda la oposición en su conjunto. También tiene mayoría en el parlamento. Nunca una fuerza política en México había crecido tan rápido en tan poco tiempo.

El consuelo del bloque opositor llegó en Coahuila, el estado norteño también llamado a las urnas el domingo. El priista Manolo Jiménez será el próximo gobernador. La división de Morena despejó el camino para Jiménez, que arrasó con más del doble de votos que el candidato del partido oficialista. La estrategia de la oposición, el frente de todos contra Morena, entra en todo caso en una nueva fase de dudas tras la dura derrota en el Estado de México. Con las elecciones presidenciales ya en el horizonte, aun no cuentan con un candidato claro ni liderazgos fuertes y ni siquiera está claro que se mantengan unidos.

“Se ganó la batalla maestra. En una batalla que duró casi un siglo, el pueblo del Edomex ha decidido poner punto final al Grupo Atlacomulco y sus corruptelas”, dijo antes de conocerse los resultados de modo oficial Mario Delgado, el presidente de Morena, en relación a la poderosa facción priista que controló el Estado durante décadas y de la que, por ejemplo, salió el último presidente tricolor, Enrique Peña Nieto (2013-2018). “Es una victoria de las familias trabajadoras y de las mujeres que hemos luchado porque nuestros derechos se reconozcan”, dijo Gómez en su discurso de agradecimiento, en el que calificó su triunfo como “un momento histórico”. Del Moral reconoció su derrota: “Saludo a la maestra Delfina Gómez Álvarez, próxima gobernadora”. La participación rondó el 50%, ligeramente inferior que los comicios de hace seis años.

La victoria en Coahuila es el salvavidas al que se agarra la oposición, que se afanó en sus discursos en presentar el resultado de la jornada como una empate a uno. Pero son varias las señales de alarma detrás de los discursos triunfalistas. El PRI y el PAN retrocedieron con respecto a los comicios de 2017, cuando no se presentaron juntos. Entonces obtuvieron más del 70% de los votos compitiendo entre sí. Ambos partidos son los dos antagonistas históricos de la política mexicana hasta que llegó el huracán de Morena, y los obligó a replantearse su estrategia. El PRI, el partido que gobernó México por más de 70 años con mano de hierro, solo controla ya Durango y Coahuila, el único Estado del país donde no ha habido alternancia política.

“Morena es el gran ganador de la noche, por la visibilidad y el peso electoral del Estado de México”, comenta Alejandro Díaz Domínguez, profesor de la Escuela de Gobierno del Tec de Monterrey. Son varios los especialistas que ponen en duda la noción de que las votaciones de este año se saldaron con un “empate”. Porque el Estado de México tiene un padrón de más de 12,5 millones de votantes y Coahuila rebasa apenas los 2,5 millones de electores. Porque es el segundo motor económico del país, porque Morena se ha afianzado como la principal fuerza en los núcleos urbanos —con la excepción de Monterrey y Guadalajara—, por su peso presupuestal, por el centralismo que aún impera en el país y porque la victoria del partido del presidente se hizo a costa de la maquinaria priista, que antaño parecía inexpugnable e imbatible. También por el momento político en el que se produce el descalabro para la oposición, prácticamente a un año de las elecciones de 2024.

“Morena ha canibalizado a un PRI de rodillas y al que ya le queda muy poco que defender”, afirma el analista Carlos Bravo Regidor. Para el partido del presidente la elección en el Estado de México era clave en su proceso de expansión electoral, pero también por la correlación de fuerzas que queda a partir de los resultados de esta noche, señala Bravo Regidor. Toda la oposición ha quedado reducida a nueve gubernaturas, mientras que Morena gobierna ya alrededor de 7 de cada 10 mexicanos en el orden estatal. Antes de la llegada de la ola guinda, el partido del presidente arrancó este sexenio con solo siete gobernadores. “El aviso estaba en la puerta”, agrega el especialista, “Delfina Gómez ya se había quedado muy cerca hace seis años y da la impresión de que el PRI no atendió esos avisos para evitar la debacle ni revertir el fardo reputacional en que se ha convertido”. En 2017, antes de la victoria en las presidenciales del año siguiente, la candidata de Morena ya se quedó a un palmo de vencer. Esta vez sí lo consiguió y el partido de López Obrador avanza con cada vez menos obstáculos en el camino.

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