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“Escuchamos las balaceras demasiado cerca”: el horror de la violencia encoge a una pequeña escuela de Tamaulipas

El colegio Club Rotario Reynosa 76, localizado en un humilde barrio del sur de Reynosa, ha tenido que soportar el día a día de las disputas de los grupos armados en la zona

Rodrigo Soriano
Elementos del Ejército en las calles de la ciudad fronteriza de Reynosa
Elementos del Ejército en las calles de la ciudad fronteriza de Reynosa (Estado de Tamaulipas), en mayo de 2014.Saúl López (Cuartoscuro)

La cercanía de las balaceras ha mantenido a los maestros del Club Rotario Reynosa 76 en una constante tensión en los últimos meses. “Nos ha tocado escucharlo demasiado cerca [las balaceras]. Lo que hacemos es resguardar a los niños en el piso, tratar de calmarlos, que se sientan tranquilos. Es algo que sucede año con año”, comenta por teléfono el director del colegio, Jorge Garrido. La ubicación estratégica de Reynosa, en la frontera de Tamaulipas con Texas, es propicia para el desarrollo del crimen organizado. Las aulas de la escuela han estado marcadas en las últimas semanas por la falta de sus docentes, que en ocasiones prefieren no arriesgarse a viajar a la delicada zona rural en la que se ubica el colegio, al sur del municipio.

Parte de la frontera chica, que va de Matamoros a Nuevo Laredo, Reynosa es víctima de la violencia que viven diferentes partes de México, con mayor o menor intensidad, desde hace años. Los secuestros de migrantes son habituales en la zona, igual que las agresiones. El crimen suele ostentar su poder con cierta regularidad, caso por ejemplo del secuestro hace un par de meses de varios ciudadanos norteamericanos, a plena luz del día, en Matamoros. Lo mismo ocurre con los tiroteos, que pueden ocurrir en cualquier momento, en cualquier lugar.

“Ahorita, antes de que me retirara de la escuela, estaban reportando balaceras a unos 800 metros”, explicaba el director sin sorpresa este jueves, dando cuenta de la cotidianeidad de la crítica situación. El Club Rotario Reynosa 76 es un centro pequeño, cuenta con apenas 15 maestros y 265 alumnos. La situación por la que pasa no es un caso aislado en México. Hace unos meses, la Escuela Secundaria Federal Melchor Ocampo, en Michoacán, tuvo que dejar de dar clases debido precisamente a la falta de maestros por la violencia. “El 90% de los normalistas quieren irse a Morelia, no quieren seguir viviendo esta forma de vida violenta”, comentaba el director de la escuela, Gandhi Rentería, al Heraldo de México.

En Reynosa, los profesores se han visto presionados a volver a las aulas aunque la violencia siguiera su curso en los alrededores: “La exigencia de mi autoridad más inmediata [la Secretaría de Educación] era que nos presentáramos, y ya dije que era muy difícil. Lo más importante es salvaguardar la integridad y la vida humana”, sigue Garrido, el director. A las presiones de la Administración se unieron las exigencias de los padres, que quieren que sus hijos vayan a las clases.

Reynosa es uno de los municipios fronterizos en los que se ha desarrollado la maquila, la enorme industria manufacturera que prepara bienes con mano de obra barata para exportarlos hacia Estados Unidos y otros países. “Tenemos condiciones muy difíciles para los padres de familia. Trabajan en las maquiladoras, ganan el salario mínimo y lo primero en lo que están pensando es en la comida. No están pensando en estudiar. Quieren que sus hijos tengan los estudios que ellos no tuvieron”, concluye el docente.

Un ataque a la escolaridad

La mayoría de los profesores de la escuela de Reynosa —el 80%, dice Garrido— llegan de lugares alejados del municipio. Algunos maestros han sufrido la violencia física y los robos, un dato que complica la ocupación de las vacantes que quedan libres. “Siempre estamos faltos de todo, sinceramente. Pero bueno, eso ya le corresponde a la Administración. Nosotros se lo solicitamos por escrito, nomás nos dicen que no hay maestros, que nadie quiere ir a dar clases a esta comunidad, porque hay mucha violencia”, lamenta.

El mes de mayo comenzó con un cierre total, teniendo que apoyarse de la educación a distancia, como durante la pandemia de la covid-19. No han podido completar ninguna semana en todo el mes. Garrido cuenta que esta situación ha afectado “totalmente” al rendimiento de los niños de la escuela. El coronavirus llevó a que las escuelas mexicanas cerraran durante 48 semanas, siendo uno de los países que más tiempo estuvo en esta situación. El Instituto Mexicano para la Competitividad expuso en 2021 que la evidencia más reciente mostraba que durante la pandemia “los mexicanos perdieron, en promedio, aprendizajes equivalentes a dos años de escolaridad”. “No hay un dominio de los contenidos. Estamos a un mes y medio de terminar y los niños todavía no tienen el nivel que nos exige la SEP. Van muy atrasados”, concluye Garrido.

Los vecinos de Reynosa han aprendido a convivir con la violencia. El 73% considera que vivir allí es inseguro, de acuerdo a los últimos datos del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi). Ya no se sorprenden ante la violencia, y hasta han normalizado el sonido de los disparos.

—¿Cómo han sido los últimos días?

—Ha habido una pequeña disminución de los enfrentamientos cerca de la escuela. Desde el lunes ya podemos entrar tranquilamente. Si se oyen balaceras a unos cinco kilómetros. Pero hasta pareciera que les dicen ‘párenle a las seis o siete’. Entramos con miedo.

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Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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