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López Obrador, sobre Lilly Téllez: “Yo soy responsable, porque yo la propuse”

El presidente de México se ha referido a la senadora panista después del conflicto que se desató entre Morena y la oposición durante la entrega de la medalla Belisario Domínguez

Daniel Alonso Viña
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la senadora Lilly Téllez, en uno de los patios de Palacio Nacional.
El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, y la senadora Lilly Téllez, en uno de los patios de Palacio Nacional.RR SS

Andrés Manuel López Obrador, el presidente de México, ha arremetido este jueves contra Lilly Téllez. La senadora del Partido de Acción Nacional (PAN) fue una de las protagonistas, junto con Sasil de León, del Partido del Encuentro Social (PES) y afín a Morena, del escándalo que se desató en el Senado justo antes de la entrega de la medalla Belisario Domínguez a la periodista y escritora Elena Poniatowska. Téllez, que también fue periodista, comenzó su carrera política gracias a Morena, en 2018, cuando fue incluida en las listas de ese partido para el Senado.

“En buena medida yo soy el responsable porque yo la propuse. Me tocó a mí proponerla al gobernador Alfonso Durazo. Él hasta se extrañó, pero le dije que había que sumar esfuerzos, voluntades”, contaba esta mañana el presidente. Le convenció, Durazo se reunió con Téllez y de la reunión salió un hueco en el Senado para la periodista reconvertida en política. Después de entrar en el Senado, Téllez se deslindó de Morena y en 2020 se unió al PAN, un partido al lado contrario del espectro político.

Lillly Téllez es una de las candidatas más fuertes para combatir la presidencia a Morena en 2024. El lunes, en un foro en el que se reunieron los grandes partidos y candidatos de la oposición, Téllez reafirmó su voluntad de ser la primera presidenta de México. “El país se ha instalado en un presidencialismo autoritario”, dijo la senadora. Además, publicó el pasado domingo un video en sus redes sociales en el que insistía en sus aspiraciones: “Quiero ser presidenta”. “No voy a gobernar con amigos, mi gobierno no va a ser de un grupo cerrado de conocidos”, declaró. “Nunca más un México en manos de una sola persona”, agregó la legisladora.

Durante la ceremonia para entregar la medalla a Poniatowska, que estaba sentada tímidamente junto a Adán Augusto López, el secretario de Gobernación, soportó sin inmutarse los gritos que desató la intervención de Sasil de León. Habían pactado no hablar de política, pero la senadora no atendió el acuerdo y gritó un discurso contra la Suprema Corte de Justicia. “Quiero y aprovecho este recinto histórico, esta tribuna histórica, para condenar enérgicamente la decisión de la Suprema Corte sobre la Guardia Nacional”. El pasado martes, este poder declaró inválida la reforma del gobierno que transfería al Ejército el control operativo y administrativo de la Guardia Nacional, un cuerpo policial que fue creado originalmente como una corporación de carácter civil.

Los legisladores de la oposición saltaron de sus asientos y empezaron a gritar “¡Nooo!” y “¡Fuera!”. Antes de que se calmara de nuevo la gente, Alejandro Armenta, el presidente de la Mesa Directiva, sacó la medalla del estuche y, con la ayuda de Adán Augusto, la tomó y se la puso a Poniatowska, que no perdía la sonrisa pese al bochornoso espectáculo político. Después del caos, Téllez se acercó a Jesús Ramírez Cuevas, encargado de la comunicación del presidente, y con el móvil en la mano y grabando, le espetó: “¿Qué opina de la falta de respeto a la Corte y a la división de poderes?”. Luego le pidió que dijera al presidente que era un “cobarde”, y que son todos unos “hipócritas”. Cuevas consiguió mantener la calma y la sonrisa y no reaccionó antes los comentarios de Telléz.

Después del conflicto, Poniatowska utilizó su discurso para hacer una oda al periodismo que comenzó con solo 21 años en Excélsior. “Desde 1953 escribo, cuando era una joven preguntona, y todavía insisto en los por qué, para qué, cómo, cuándo y dónde”, dijo el miércoles la incansable reportera Poniatowska ante un Senado que la escuchaba cautivado y que de tanto en tanto la interrumpía con aplausos. “¡Elena!” “¡Elena!”, gritaban los legisladores en una rara muestra de unidad en un país sumido en una profunda polarización.

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