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Reguetón en la universidad: la UNAM prepara un curso sobre Bad Bunny

La investigadora Ariadna Estévez profundizará durante dos semanas en la figura del cantante como un icono político y estético del reguetón

Rodrigo Soriano
Nuevo disco Bad Bunny
El cantante puertorriqueño Bad Bunny, en una imagen promocional.Eric Rojas (EFE)

La investigadora en el Centro sobre América del Norte Ariadna Estévez no tiene atisbo de duda. “Me gusta el reguetón”, cuenta a EL PAÍS en una entrevista por teléfono. El próximo mes de enero, la profesora impartirá un curso intertrimestral de dos semanas en la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM): Reggaeton como resistencia al colonialismo estadounidense y masculinidad suave como capital sexual: el fenómeno Bad Bunny. En él, Estévez profundizará en la figura del Conejo Malo, el artista de Puerto Rico más conocido y el cantante más escuchado en la plataforma Spotify a nivel global, no solo como un referente estético del reguetón, sino también como una figura reivindicativa en el campo político puertorriquense.

Estévez cuenta que en sus clases intenta ser original. Para ello, busca crear un vínculo con la cultura popular. “Lanzamos memes, vemos tiktoks y hago un diálogo con mis alumnos para explicar los marcos teóricos”. Asegura que utilizar el fenómeno de Bad Bunny como un ejemplo para su curso se debe a un gusto personal. “Me gusta meterme en espacios de investigación marginal, donde nadie quiere, donde incomoda, donde a la gente le estorba. Donde se atraviesa el clasismo y el racismo”, indica Estévez, que considera que el reguetón es un gran ejemplo de ello “porque saca lo peor de la gente”. “A todo el mundo se le cae el título universitario en el momento de escuchar reguetón. Me resulta llamativo como investigadora”, afirma.

Estévez se ha especializado desde hace años en el estudio de la necropolítica, un concepto acuñado por el filósofo camerunés Achille Mbembe, que hace referencia a aquellas políticas que dictan cómo algunas personas pueden vivir y como otras deben morir. “Lo que me ha interesado últimamente es la relación bizarra entre Estado Unidos y Puerto Rico. Es muy curioso ver como EE UU desarrolla el uso del derecho, del necropoder, del imperio de la ley. Crea esta ambigüedad en la que hace saqueos de recursos, crea ciudadanos de segunda...”, expone. Puerto Rico es un Estado Libre Asociado con estatus de autogobierno, lo que se traduce en que EE UU continúa administrando la isla.

Cartel del curso que ofrece la UNAM sobre Bad Bunny.
Cartel del curso que ofrece la UNAM sobre Bad Bunny.UNAM POSGRADO

Bad Bunny como sujeto político

Este paradigma de la relación entre EE UU y Puerto Rico fue el inicio para comenzar a tener en cuenta la figura de Bad Bunny. “Haciendo este análisis llegué al tema de las resistencias. No es la primera vez que los cantantes pop tienen una participación importante en la resistencia colonial contra EE UU”, explica. Ejemplifica el caso con otros artistas como Ricky Martin o Residente que, como el Conejo Malo, participaron en las protestas de 2019 en la isla para exigir la renuncia del entonces gobernador, Ricky Roselló, por participar en chats homófobos y sexistas. Cuenta que la colaboración de figuras boricuas siempre ha estado presente en este contexto. “Es como la resistencia cultural de los afrodescencientes con el jazz, es como una tradición”, incide la investigadora.

Las protestas de 2019 revolucionaron la isla. El mismo Bad Bunny canceló la grabación de su album para unirse a las movilizaciones en la isla para exigir la renuncia del entonces gobernador. Ese momento ocurrió tan solo dos años después del el huracán María, cuando la herida continuaba abierta. El ciclón destruyó casi toda la red eléctrica del país. Tras el desastre, además, Puerto Rico firmó un contrato con la empresa privada Luma Energy por 15 años, lo que creó polémica por la perdida de la red pública y por los constantes apagones que se han mantenido hasta el momento.

Las relaciones EE UU con Puerto Rico no han dejado de ser polémicas en el país. A través del videoclip El Apagón, convertido en una crítica por la gentrificación, la expulsión de boricuas en la isla y los incentivos fiscales de EE UU (marcados en la Ley 22, dedicada a los inversionistas), Bad Bunny hacía un reflejo del malestar del pueblo puertorriqueño con su situación. Un ejemplo de la “necropolítica” a la que hace referencia Estévez.

El año 2023, cuenta la investigadora, será un momento “clave” para el país caribeño. Hace referencia al referéndum de carácter vinculante que se prepara para el mes de septiembre y que, de ser aprobado en el Congreso estadounidense, permitirá a los puertorriqueños elegir entre tres opciones: ser un país independiente; ser un Estado más de EE UU; o continuar como hasta ahora, como un Estado Libre Asociado.

Bad Bunny como estética

El curso de la UNAM tendrá otra rama más centrada en el reguetón y en la “masculinidad suave”. Con ese concepto, Estévez hace referencia “a una nueva forma de hacer reguetón”, alejada de la “estética gánster de artistas como Nicky Jam o Daddy Yankee”. “No sé lo que hará Bad Bunny en su vida privada, pero yo hablo de la estética de sus canciones”, cuenta.

La profesora ejemplifica cómo ese “nuevo estilo” es aceptado por la sociedad más reticente al género con el caso de su hijo. “A él no le gusta el reguetón, pero sí Bad Bunny. El cantante apela más a las clases medias, no es un gánster tipo Daddy Yankee, él es otra cosa, en su momento también tuvo su punto de resistencia”, indica. Asegura que el Conejo Malo “replantea cosas dentro del género”, “otra sexualidad”, pero sin quitarle el sexo. “El sexo es una parte endémica del género, hay muchas críticas con eso, pero no se puede hablar de reguetón sin tener en cuenta el sexo”, reflexiona Estévez.

A un mes del comienzo del curso (que se impartirá del día 9 de enero al 23), la profesora asegura que fue a uno de los dos conciertos de Bad Bunny en Ciudad de México. “Fue un gran, gran, gran espectáculo. Un gran concierto”, concluye la investigadora. El cantante puertorriqueño anunció que, tras estas dos últimas fechas, descansará durante el 2023.

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Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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