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Rosa Montero: “Eso que llamamos locura es una soledad brutal”

La escritora madrileña defiende ante 300 estudiantes en Guadalajara que “hay que normalizar la diferencia y hay que hablar del trastorno mental”. Este viernes presenta en la FIL su libro más reciente, ‘El peligro de estar cuerda’

La escritora Rosa Montero visitó el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades CUCSH en Guadalajara.
La escritora Rosa Montero visitó el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades CUCSH en Guadalajara.Roberto Antillón

Rosa Montero tuvo su primer ataque de pánico a los 16 años. Estaba de pie en el salón de su casa, eran las once de la noche y de repente la habitación en la que estaba “se fue al otro lado de un túnel negro”. “Imaginaos, te entra un pánico atroz que no sabes a qué es. Y de repente te entra otro pánico: estoy loca, porque ¿cómo se puede explicar eso?”, ha contado este miércoles la escritora madrileña a 300 estudiantes reunidos en un centro universitario de Guadalajara. Montero, que estos días presenta en la Feria Internacional del Libro (FIL) su libro más reciente, El peligro de estar cuerda, les ha explicado que lo que sintió aquel día fue que “el mundo se había ido”: “Lo que quiere decir que tú te has ido, te has salido del mundo, te sientes el único marciano. Lo que llamamos locura es una soledad brutal”.

Al entrar al auditorio del Centro de Ciencias Sociales y Humanidades, un complejo universitario a 20 minutos del recinto donde ocurre la feria del libro más importante en español, Montero se ha encontrado de frente a un público formado, sobre todo, por estudiantes de Letras y vestido con camisetas blancas que tenían estampado su nombre: Rosa Montero, en naranja y vede. Más tarde, ellos le pedirán que imprima ahí también su firma en plumón negro. “No os sentéis, voy a hacerles una foto. Qué bueno, me encanta, sois divinos”, les ha dicho la autora. Durante seis meses, los alumnos se han estado preparando para este encuentro, leyendo la bibliografía de la autora de La hija del caníbal (1997) o La ridícula idea de no volver a verte (2013). La escritora, cercana y frenética, también ha tranquilizado los nervios de la profesora que la presentaba: “No tienes que tener miedo. Además, hablo mucho”.

Rosa Montero posa frente a los 300 estudiantes del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades CUCSH, que acudieron a su plática.
Rosa Montero posa frente a los 300 estudiantes del Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades CUCSH, que acudieron a su plática.Roberto Antillón

Los estudiantes sentados en el auditorio se han levantado para hacerle preguntas, algunos temblando, otras con risas nerviosas. Ella les ha respondido directa. “No-se-vive-de-la-escritura-creativa. Punto”, le ha dicho a una chica. “¿Cómo se empieza a escribir a los 50 años? Del mismo modo que a los 15, cariño”, ha animado a otro estudiante. Y ha precisado: “Escribir es un trabajo muy lento y muy duro. Escribir es picar piedra. He visto a gente talentosa no hacer nada con eso. Hay que ser tenaz como una estalactita”.

A aquel ataque de pánico que Montero tuvo a los 16 años le siguieron otros que duraron hasta que cumplió 30. Montero ha explicado que ese “dolor psíquico” que sintió, y sentía cada vez, es “indecible”: “Porque ¿a quién se lo vas a contar si eres el único marciano que conoces?”. La autora ha lamentado que “esta maldita sociedad” estigmatice y esconda la enfermedad mental. “La pandemia ha abierto un poquito ese tabú. Pero se va a cerrar la puerta enseguida, tenemos que terminar de abrirla a patadas”, ha pedido. La autora ha explicado que fue al intentar entender qué le pasaba que empezó a estudiar Psicología.

“En esa época nadie te llevaba al psiquiatra, ni te daban ansiolíticos, yo he pasado los ataques de pánico a pelo, que no es lo mejor, o sea, viva la química”, ha dicho. La autora entonces ha interpelado a los jóvenes: “Los que tengáis ataques de pánico y ataques de angustia tened confianza, porque se pasan. Tomes ansiolíticos o no, se pasan. Tened tranquilidad. Uno termina acostumbrándose a vivir con su maleta de oscuridad”. Cuando entendió lo que le pasaba, dejó la carrera de Psicología y entró en Periodismo.

Muchos años después, una mañana se despertó sabiendo que tenía que escribir un libro para dar respuesta a preguntas que “daban tumbos” en su cabeza desde que era niña. ¿Qué es la cordura? ¿Qué es la locura? ¿Cómo se relaciona con la creatividad? Entonces empezó a escribir El peligro de estar cuerda (Seix Barral, 2022), que presentará este viernes a las cinco de la tarde en la FIL de Guadalajara. Es un “artefacto literario”, lo describe ella, un “libro raro” que no encaja bien dentro de ningún género porque contiene muchos. “Siempre estoy diciendo por todas partes que para mí es el libro de mi vida”, ha contado, y ha recitado la primera línea: “Siempre he sabido que había algo que no funcionaba bien dentro de mi cabeza”.

Rosa Montero durante la convivencia con estudiantes, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de Guadalajara.
Rosa Montero durante la convivencia con estudiantes, en el Centro Universitario de Ciencias Sociales y Humanidades de Guadalajara.Roberto Antillón

“Tengo una teoría, la cuento en El peligro de estar cuerda”, ha dicho a su audiencia. “La gente que necesitamos leer de una forma apasionada para vivir pertenecemos a lo que Marcel Proust llamaba “la magnífica y lamentable familia de los nerviosos”, ha pronunciado Montero, y ha continuado: “El cerebro tarda muchísimo en madurar. En la primera pubertad se produce este paso de madurez cerebral que es importantísimo. Pero hay un 20% de la población que se salta ese paso. Entre ellos se encuentran la gente con trastornos mentales y la gente que nos dedicamos a cosas creativas. No lo digo yo, lo dicen los neurocientíficos. Ahora yo añado: y todos vosotros, toda esa gente que no se dedica a cosas creativas pero depende de la lectura y de esa búsqueda de la belleza para poder sobrevivir”.

“Este libro habla, entre otras cosas, de que la normalidad no existe y es una reivindicación de la diferencia”, ha explicado. Montero ha contado una anécdota sobre una mujer que hace 25 años le contó que ella guardaba las uñas que se cortaba de los pies y de las manos en cajitas de cerillas. Le pareció tan curioso que lo contó en un artículo en EL PAÍS, donde es columnista. Pero entonces le escribieron más personas que hacían lo mismo. “Para que veáis. Tenemos que sacar la diferencia a la luz, porque esta dictadura de la normalidad hace mucho daño. Creamos unas estrategias defensivas desde muy pequeños y disimulamos tanto que mutilamos quienes somos de verdad”. “Hay normalizar la diferencia y hay que hablar del trastorno mental”, ha pedido, y al final se ha excusado: “Me ha salido una soflama, pero es importante”.

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