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México entra a fondo en la carrera por atraer a las empresas que se marchan de Asia

El ‘nearshoring’ de compañías que buscan un mejor acceso a EE UU, un proceso lento y aún poco definido, podría suponer una entrada media de 35.000 millones de dólares al año

Jon Martín Cullell
Salario Mínimo México frontera México
Empleados de una maquila de Ciudad Juárez.J. L. G.

El nearshoring es la palabra de moda en los círculos económicos de México. Asociaciones empresariales y autoridades se frotan las manos ante la idea de que empresas se reubiquen desde Asia para poder vender sus productos más fácilmente en EE UU. La guerra comercial entre este país y China, los cambios introducidos por el TMEC, y el encarecimiento del transporte de mercancías han aumentado el atractivo de México. Según el Banco Interamericano de Desarrollo, el país latinoamericano podría captar 35.000 millones de dólares al año gracias al nearshoring. Sin embargo, los procesos de relocalización son lentos y costosos, y todavía no se tiene claridad sobre la magnitud de este fenómeno del que todos hablan.

Los últimos seis años han sido todo un torbellino económico. Primero, el expresidente de EE UU Donald Trump desató las tensiones comerciales al imponer aranceles del 25% sobre las importaciones chinas. Al mismo tiempo, forzó una renegociación del tratado comercial de Norteamérica para obligar a las empresas que quisieran acceder al mercado norteamericano sin pagar aranceles a construir un mayor porcentaje del producto final en alguno de los tres países firmantes. Después, cayó la pandemia, a la que China respondió con duras restricciones a la actividad económica. La recuperación, lejos de ser tranquila, ha disparado los costos del transporte marítimo de mercancías.

Con tanta turbulencia, la lejanía se ha vuelto arriesgada y México es la solución más evidente para aquellas empresas que quieren vender sus productos en EE UU. La palabra “nearshoring” captura la idea de una relocalización cerca de casa. “El tema del transporte marítimo es coyuntural, pero aunado a los otros problemas disruptivos, las empresas están tomando decisiones. Es muy real y es tangible. Tenemos a muchos clientes analizando la relocalización a México”, dice Cecilia Montaño, socia líder de Comercio Exterior en Deloitte. Aunque no tiene cifras precisas, la consultora afirma que han asesorado a “decenas” de compañías sobre este asunto.

La magnitud del fenómeno está por definirse. La secretaria de Economía, Raquel Buenrostro, declaró la semana pasada que más de 400 compañías están pensando en reubicarse en México desde Asia. “Esto es una muestra de la importancia del TMEC, un acuerdo comercial donde se han estrechado los lazos con Estados Unidos y Canadá, y donde se estableció un marco institucional que otorga certidumbre jurídica a los inversionistas”, aseguró. De materializarse, el desembarco de empresas supondría una buena noticia para un país que todavía no ha recuperado los niveles de actividad económica previos a la pandemia.

Sin embargo, los datos duros son escasos. El Reporte sobre las Economías Regionales, publicado por el Banco de México a mediados de septiembre, señaló que 16% de las empresas con más de 100 trabajadores declaran haber sido beneficiadas por el nearshoring de alguna forma. El 7% observó una mayor demanda de parte de compañías de EE UU que antes compraban fuera de Norteamérica, y el 4,6% de parte de empresas que se han trasladado recientemente a México. Como resultado de estos movimientos, la producción de compañías ya instaladas ha subido un 2,2% y la inversión en nuevas plantas, un 1,4%.

En cualquier caso, se trata de un fenómeno todavía incipiente. “Dado que persiste una alta incertidumbre económica mundial derivada de la pandemia, es aún pronto para dimensionar el impacto que esta reconfiguración tendrá para el país”, señala el estudio del Banco de México. “No son grandes números”, apunta, a su vez, el economista Juan Carlos Moreno Brid, de la UNAM. “Es muy difícil distinguir el efecto del nearshoring sobre una nueva inversión. ¿En qué medida se iba desarrollar de todos modos? Es complicado saberlo”.

Más allá de los números, el nearshoring no es un paseo fácil. El proceso de análisis previo puede demorar entre seis meses y año y medio, según el equipo de Deloitte. “En México, no tenemos necesariamente una proveeduría especializada. Las empresas que quieren relocalizarse tienen que desarrollar proveedores locales o traerlos de su país de origen. Aunque ensamblen en México, si la mayoría de componentes son asiáticos hay disposiciones en EE UU que consideran que la manufactura sigue siendo china”, dice Cecilia Montaño. “La relocalización no es algo que se logre de la noche a la mañana”.

El Gobierno está desarrollando polos industriales a lo largo de la línea de ferrocarril que atravesará el istmo de Tehuantepec, en el sur del país. Sin embargo, por ahora, el interés de las compañías extranjeras se centra en el norte, cerca de la frontera con EE UU. “Si sucede el nearshoring, beneficiará a los de siempre, a los Estados del norte. En el sur, hay mano de obra, pero también un problema de gobernanza”, señala el economista Moreno Brid.

En el sector maquilador, una de las locomotoras de las exportaciones mexicanas, el nearshoring es visto con buenos ojos. Luis Hernández, empresario de Tijuana y presidente del Consejo Nacional de la Industria Maquiladora, dice que ya hay algunos casos, sobre todo en el sector farmacéutico. “Es una realidad. Lo que está pasando es que no todas las empresas llegan a México por problemas de infraestructura y acceso a energía”, dice. Para aprovechar el momento, Hernández sostiene que la clave es que México se mantenga “fuera de los paneles de arbitraje”, en referencia a la disputa comercial abierta con EE UU por la política energética del Gobierno de Andrés Manuel López Obrador.

Pese a los desafíos que representa la relocalización, el sector empresarial confía en los frutos del nearshoring a medio plazo. Un estudio del Banco Interamericano de Desarrollo (BID) de junio afirma que Latinoamérica puede captar 78.000 millones de dólares anuales, gracias a un aumento en las exportaciones de servicios y productos de consumo, y que México será el gran beneficiado en la región —35.200 millones, frente a los 7.800 de Brasil, el segundo en el ránking—. En la misma línea, Cecilia Montaño, de Deloitte, cree que la tendencia va a continuar. “Es algo paulatino, porque son decisiones complejas’', señala. “Pero nos va a dar tela de donde cortar de aquí a por lo menos los próximos 10 años”.

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Jon Martín Cullell
Es redactor de la delegación de EL PAÍS en México desde 2018. Escribe principalmente sobre economía, energía y medio ambiente. Es licenciado en Ciencias Políticas por Sciences-Po París y máster de Periodismo en la Escuela UAM- El PAÍS.

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