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México se prepara para acabar con el horario de verano de manera definitiva

El Ejecutivo de Andrés Manuel López Obrador da los primeros pasos para mantener el horario de invierno de forma permanente, un cambio antagónico al planteado por Estados Unidos, que pretende quedarse con el estival

Rodrigo Soriano
Una persona cambia la hora en el reloj de su teléfono celular.
Una persona cambia la hora en el reloj de su teléfono celular.Crisanta Espinosa (Cuartoscuro)

México podría acabar pronto con el horario de verano de manera definitiva. El país implementó la medida de un horario de verano en 1996 para aprovechar la luz natural y reducir los gastos energéticos. Veintiséis años después, la discusión pública por la supuesta ineficacia en el ahorro de energía y las posibles afecciones a la salud han llevado al actual Gobierno a buscar acabar con la medida. Desde 2002 se han presentado 34 iniciativas de ley para terminar con este cambio.

El cambio propuesto por el Gobierno de Andrés Manuel López Obrador supondría que las mañanas fueran más luminosas y las tardes más oscuras en México, como pasa en invierno. Estados Unidos, por el contrario, pretende quedarse con el horario de verano, para que las mañanas sean más oscuras y las tardes más luminosas.

La Administración dio el pasado lunes un paso más para eliminar el cambio de hora en México. La Comisión de Energía sacó adelante la iniciativa con 22 votos a favor, uno en contra y 11 abstenciones. Para consolidar la aprobación de la reforma, el Congreso deberá dar el visto bueno el próximo miércoles para que llegue al Senado, último órgano encargado de autorizar el cambio.

La reforma ha llevado a algunas organizaciones a avisar al Ejecutivo ante las posibles consecuencias. La Conferencia Patronal de la República Mexicana (Coparmex) ha recomendado a través de un comunicado que el país fije un horario ajustado a las operaciones con Estados Unidos, principal socio de la región. Una alineación “fundamental” debido a la relación bilateral que, según el sindicato, se traduce en “más de un millón de personas y más de 300 mil vehículos que cruzan la frontera entre ambos países” a diario.

El pasado 2 de abril, los mexicanos tuvieron que adelantar una hora de su reloj durante la noche, un cambio que se mantendrá hasta el próximo 30 de octubre a las dos de la mañana. Aunque que esa modificación rige en la mayoría del territorio, hay tres excepciones: Quintana Roo y Sonora, que mantienen sus horarios inalterados debido a motivos turísticos y económicos; y los 33 municipios de la franja fronteriza del norte, cuyo horario está sincronizado a las zonas del sur de Estados Unidos. La iniciativa presentada por el presidente el pasado 5 de julio establece que, de modo excepcional, el horario estacional se mantendría en los municipios de la frontera norte.

La Administración defendió este cambio bajo el argumento de que existe un elevado rechazo a nivel popular: el 71% de la población mexicana está en contra del horario estival, según una encuesta de la Secretaría de Gobernación.

El Ejecutivo ha defendido que la iniciativa puede tener efectos en la salud. La secretaria de Energía, Rocío Nahle, indicó que “la falta de sincronización con el medio ambiente” causa “problemas físicos y mentales en el sistema nervioso”. Desde el punto de vista económico, la secretaria señaló que el ahorro de energía es “muy bajo” respecto al consumo total, por lo que consideró que “no tiene impacto en el gasto familiar”. Los datos del Gobierno aseguran que, desde 1996, el cambio de horario de verano solo ha contribuido en un 1% de ahorro energético anual anual.

No es la primera vez que el horario de verano se pone en cuestión en México. Desde 2002 se han presentado 34 iniciativas de ley para eliminar el cambio de hora, todas ellas vinieron de parte de diversas formaciones: nueve desde el Partido Revolucionario Institucional, siete del Partido de la Revolución Democrática, cinco del Partido de los Trabajadores, dos del Partido de Acción Nacional, dos del Partido Verde, una de Morena, tres iniciativas conjuntas y cinco en los Congresos estatales de Colima, Chihuahua y Quintana Roo.

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Rodrigo Soriano
Es periodista de EL PAÍS en la redacción de Ciudad de México. Estudió Periodismo en la Universidad de Valencia y es máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS.

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