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‘Alito’ Moreno, contra las cuerdas

El presidente del PRI dice ser un perseguido político, mientras sostiene un forcejeo con el Gobierno federal en el que, a juzgar por la semana que concluye, no está sacando la mejor parte

El presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, en una conferencia de prensa de 2021.
El presidente del Partido Revolucionario Institucional (PRI), Alejandro Moreno, en una conferencia de prensa de 2021.Luis Barron (Getty Images)
Antonio Ortuño

Dice ser un perseguido político. Este mismo domingo denunció haber sido retenido en el área de migración del Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México. Regresaba de una gira por Europa. Allá, en Ginebra, entregó una carta dirigida a la Alta Comisionada para los Derechos Humanos de la ONU, Michelle Bachelet, en la que se queja del acoso gubernamental contra la oposición. Pero este fue solo el episodio más reciente del forcejeo que el presidente del PRI, Alejandro Moreno Cárdenas, sostiene con el Gobierno federal y el partido en el poder y en el que, a juzgar por la semana que concluye, no está sacando la mejor parte.

El lunes, la mansión de Moreno en su natal Campeche fue allanada por las autoridades, que buscan pruebas en un caso por enriquecimiento ilícito que se le sigue. El martes, su acérrima rival política, y actual mandataria estatal, Layda Sansores, reveló unos audios en los que, presuntamente, el entonces legislador priista amaga con extorsionar a empresarios. Ya han salido a la luz numerosos audios similares, que lo relacionarían presuntamente con toda clase de irregularidades: abuso de poder, desvío de recursos, moches, extorsiones... El jueves, 15 exgobernadores de su partido publicaron un desplegado pidiendo su remoción del liderazgo tricolor. No paró ahí la cosa: el viernes, la Fiscalía General de la República anunció en redes la apertura de una carpeta de investigación sobre el presidente del PRI. Aunque luego se borró la publicación, fuentes de la dependencia confirmaron que la carpeta existe.

Autoridades llevaron a cabo un cateo en la residencia Lomas del Castillo, Alejandro Moreno Cárdenas, en Campeche (México), el 4 de julio.
Autoridades llevaron a cabo un cateo en la residencia Lomas del Castillo, Alejandro Moreno Cárdenas, en Campeche (México), el 4 de julio.Fotógrafo Especial (Cuartoscuro)

Moreno, conocido popularmente como “Alito” (apócope de su nombre de pila), fue durante años un personaje político de segundo nivel. Los reflectores lo alcanzaron simultáneamente con los problemas. Nació en Campeche, en 1975. Se graduó en derecho en el Instituto René Descartes de la capital de su estado. Se afilió al PRI en la adolescencia, en 1991. Ocupó diversos cargos a escala estatal antes de que Roberto Madrazo lo llamara a ser el líder de la sección juvenil nacional del partido, en 2002. Se quedaría en ese cargo hasta 2008. Fue, entretanto, diputado federal en los años 2003 y 2006, y pasó de allí al Senado, en el periodo 2006-2011. Lo eligieron como líder del partido en Campeche en 2009 y permaneció hasta 2011. Regresó a una diputación federal entre 2012 y 2015.

En ese último año fue elegido como gobernador. Allí, por primera vez, dio el salto a los encabezados. No solo por sus hechos en el poder, sino porque se convirtió en uno de los principales empresarios de comunicaciones de la región, al adquirir los diarios El Sur, Novedades y El Expreso, el portal Webcampeche y la cadena Mayavisión. Con el cambio de poderes en el Estado, por cierto, “Alito” hizo un recorte y mandó a la calle a tres centenares de trabajadores de sus medios; claro, la nueva mandataria, morenista y encendida rival suya, decidió no comprar pautas publicitarias en sus espacios. De algunos de estos medios apenas hay señales de vida en las redes hoy.

Pidió licencia como gobernador a mediados de 2019, con el objetivo de convertirse en presidente del PRI. Fue elegido en agosto de ese año. Es cierto que el PRI venía de la peor derrota electoral de su historia, pero tampoco es que “Alito” haya logrado hacer demasiado para revertir la crisis. Su partido ha perdido once gubernaturas durante su periodo y sus votaciones siguen a la baja. La alianza opositora que ha formado no parece atraer masivamente las simpatías y, más que convertirse en un dolor de cabeza para el Gobierno, “Alito” pasa su tiempo achicando el agua de su propio barco.

La próxima cita electoral de importancia será en 2023, cuando se vote en dos de los últimos bastiones del PRI: el Estado de México y Coahuila. Con semanas como estas, quizá Moreno no esté allí para atestiguar lo que suceda entonces.

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