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Rivera Garza responde al cuestionamiento de Felipe Garrido: “Tenemos que verlas a ellas, no a sus asesinos”

El escritor critica en la entrega del Premio Xavier Villaurrutia que la autora haya dado al feminicida de ‘El invencible verano de Liliana’ un lugar “muy secundario” en la novela

Cristina Rivera Garza recibe el Premio Xavier Villaurrutia
Cristina Rivera Garza, en el centro, recibe el Premio Xavier Villaurrutia, este martes, en Ciudad de México.INBA

La entrega del Premio Xavier Villaurrutia a la novelista Cristina Rivera Garza tuvo este martes un momento inesperado cuando el escritor Felipe Garrido cuestionó que el feminicida de El invencible verano de Liliana tuviera “un lugar muy secundario” en la obra que estaba siendo galardonada. “Hay un personaje que yo creo que está intencionalmente opacado a pesar de su importancia en la trama”, dijo Garrido. Se refería al personaje de Ángel, inspirado en el hombre que asesinó a la hermana de Rivera Garza hace 30 años. Cuando le tocó el turno, la autora dio una respuesta que le valió la ovación del público reunido en el Palacio de Bellas Artes de Ciudad de México: “Yo creo que tenemos que verlas a ellas siempre, no a sus asesinos. A sus asesinos ya los vemos en todos lados”.

Garrido había señalado que la historia de Ángel, “sus motivos y la manera en la que pueda pretender justificar su crimen”, tiene “un lugar muy secundario en la novela”. “Comprendo la repulsión de Cristina [Rivera Garza] por el asesino de su hermana, pero como lector me intriga ese personaje y me lleva a recuperar otros de otras lecturas semejantes”, dijo el escritor, que precisó: “De la Biblia en adelante, seguramente también hacia atrás, hay una multitud de obras de arte que exploran las justificaciones de los feminicidas”. Garrido mencionó “acercamientos” a la mente de los asesinos de mujeres que él considera “cautivantes”, como El túnel, de Ernesto Sábato, o La intrusa, de Jorge Luis Borges. “Está claro que los crímenes nos fascinan”, concluyó.

La escritora Cristina Rivera Garza, este martes.
La escritora Cristina Rivera Garza, este martes. INBA

Entonces, llegó el momento de Rivera Garza, que improvisó sobre el discurso que tenía escrito. “Yo creo que tenemos que verlas a ellas siempre, no a sus asesinos. A sus asesinos ya los vemos en todos lados. Sus asesinos tienen demasiada prensa”, pronunció la autora. Rivera Garza continuó: “Tenemos que conocer sus nombres [de las víctimas], tenemos que toparnos con los lugares donde vivieron y poner sus nombres ahí”. La escritora destacó que “es importante” marcar las ciudades para que “quede registro”. “Siempre hay que incluir sus nombres [de las víctimas] y si tenemos, historias, y si tenemos, anécdotas”, añadió.

A continuación, propuso replicar en México el proyecto Stolpersteine, que un artista alemán creó para homenajear a las víctimas del Holocausto. “Gunter Demnig ideó una serie de adoquines de cobre para combatir el olvido. Si van a Alemania o a algunas ciudades europeas, se van a encontrar con estos adoquines y con los nombres [de los asesinados] indicando dónde vivieron, por dónde pasaron, e incluso, cuando se sabe, dónde murieron. Creo que necesitamos algo así”, explicó. La autora llamó a los interesados en replicar la incitativa a contactarla para realizarla en el país.

La noche terminó con un grito colectivo: “¡Justicia para Liliana, justicia para todas!”. “Tenía muchas ganas de decir Liliana en Bellas Artes”, había expresado Rivera Garza al comienzo del acto. ”Este premio de escritores para escritores es, sobre todo, para la escritora que fue y es Liliana Rivera Garza. Estoy segura de que a ella le habría gustado compartirlo con todas y cada una de las mujeres que nos han sido arrebatadas violentamente”, aseguró. Cuando supo del premio, Rivera Garza aseguró que la obra era de “autoría compartida”. “Pude escribir El invencible verano de Liliana gracias al archivo meticuloso que mi hermana fue construyendo durante su breve paso por la tierra”, explicó a principios de junio.

El feminicidio de Liliana Rivera Garza, que en 1990 tenía 20 años, ocurrió hace tres décadas en Azcapotzalco, una colonia popular de Ciudad de México. Tuvo que pasar todo ese tiempo para que la autora se animara a revisar el montón de apuntes, diarios, cartas y notas que su hermana había escrito y que ella había guardado en cajas después del crimen. La obra fue reconocida con el Premio Xavier Villaurrutia porque narra “con sobriedad y diversos recursos literarios y testimoniales la desgarradora experiencia familiar de un feminicidio no resuelto”.

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