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Los expertos del GIEI: “El señor Cienfuegos tiene que dar explicaciones sobre el ‘caso Ayotzinapa”

Críticos con el Ejército, Francisco Cox y Ángela Buitrago han liderado la última etapa de esfuerzos del grupo de expertos de la CIDH que colabora en la investigación por el ataque a los normalistas en 2014

Caso Ayotzinapa: Ángela Buitrago y Francisco Cox Vial del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI)
Ángela Buitrago y Francisco Cox Vial del Grupo Interdisciplinario de Expertos Independientes (GIEI).José Pablo Díaz
Pablo Ferri

Los abogados Francisco Cox y Ángela Buitrago han pasado parte de la pandemia en México, intentando avanzar en las investigaciones por el caso Ayotzinapa. Mientras medio mundo se encerraba en casa para evitar el coronavirus, Buitrago y Cox, integrantes del grupo de expertos comisionado por la CIDH para ayudar en el caso, peleaban por abrir los archivos de la Secretaría de la Defensa Nacional. Buscaban piezas nuevas del laberíntico rompecabezas en que se han convertido las pesquisas. Han tenido éxito, pero podría haberles ido mejor.

A casi ocho años del ataque contra estudiantes de la Escuela Normal de Ayotzinapa en Iguala, Guerrero, y la desaparición de 43 alumnos, la investigación continúa, cada vez con más dificultades. El tiempo juega en su contra. Y aún ahora, con un Gobierno que se ha comprometido a entregar toda la información disponible y hacer justicia, hay actores del Estado mexicano que se resisten, caso del propio Ejército. Los últimos tres años de sexenio se antojan como una cuenta atrás. Lo que no se haga ahora ya no se hará. Cox y Buitrago son conscientes de ello.

El lunes, los abogados presentaron el tercer informe de sus labores, el primero desde 2016. Entonces, México era otro país. El PRI gobernaba, la ruptura de las familias de los 43 con el Ejecutivo era total y el grupo de expertos señalaba, uno tras otro, los vicios de una investigación construida a base de tortura y falsedades. La situación ha mejorado, pero los interrogantes siguen siendo casi los mismos: qué fue de los muchachos, por qué les atacaron.

Pregunta. ¿Cuál es el mayor logro del informe?

Ángela Buitrago. El gran logro es haber podido entrar a los archivos de seguridad pública. Poder conocer desde las entrañas la realidad de todas esas prácticas y seguir obteniendo información para saber dónde están los estudiantes. Ellos [las autoridades] negaron que supieran qué había pasado, pero estaban leyendo, yendo, viendo todo. Conocían lo que ocurría, lo tenían claro. El mayor logro del informe es también que se haya podido reunir a la sociedad civil en torno a unos elementos que ayudan a todo México.

P. ¿A qué se refiere?

A. B.: El problema de la desaparición no es solo el caso de los 43. Cuando ves el modelo de desaparición, te sirve para ver si hay otros modelos idénticos. Uno siempre oye, ‘masacre en no sé dónde’, ‘masiva muerte de no se quienes’... Mira, hay casos que en realidad están muy cerca, como Tlatlaya.

P. ¿En qué se parece Tlatlaya a Ayotzinapa? En Tlatlaya son militares ejecutando a civiles armados, presuntos integrantes de un grupo criminal.

A. B. : En la forma como actuó toda la fuerza pública. A ver, se parece porque guardan silencio, se hacen cómplices. Lo que veo son los parecidos en términos del ocultamiento, la complicidad. Todo el mundo sabe qué pasó, pero ninguno habla. Claro, son móviles y elementos diferentes, pero ves lo mismo, la política del silencio.

P. ¿Y la gran decepción del informe, el espacio al que no han podido acceder?

Francisco Cox: La frustración de no poder decir dónde están los estudiantes, qué fue lo que pasó. Siempre hay casos en la historia criminal que no se resuelven. Pero cuando tú ves que existían elementos para poder saber qué es lo que estaba pasando, que sabían lo que estaba pasando, gente con capacidad de reacción, de frustrar una desaparición y que no intervinieron... Es muy frustrante.

La investigación de los primeros años fue una simulación. Y la simulación tiene dos partes, por un lado construir la verdad histórica, pero también abrirse a la comunidad internacional, para aceptar una asistencia técnica, que después no se escucha. O sea, si a nosotros nos hubieran dado esta información antes, podríamos haber avanzado mucho más.

P. Si el Ejército hubiera colaborado antes…

F. C. : Si el general Cienfuegos [secretario de la Defensa en la Administración anterior] hubiese dejado de lado su postura de que unos extranjeros no van a entrevistar a sus muchachos, esto podría ser una historia distinta. Estos documentos están ahí desde el inicio [dice en referencia a mensajes interceptados por el Ejército a la red criminal de Iguala durante el ataque]. No los compartieron siquiera con la PGR [antigua Fiscalía federal], que son todos mexicanos. ¿Por qué no se los entregaron a ellos, que constitucionalmente son los encargados de investigar?

El señor Cienfuegos tiene que dar explicaciones. Tiene que decir por qué no quería que la información que se ha ido desvelando llegara a las autoridades competentes mexicanas. Esa es la gran decepción.

El general Salvador Cienfuegos Zepeda en 2018.
El general Salvador Cienfuegos Zepeda en 2018.Daniel Becerril (Reuters)

P. Viniendo de los años de Peña Nieto y el PRI, ¿ha mejorado su situación como investigadores?

A. B.: No es un tema de partidos, es un tema de estructura. Estamos hablando de una estructura concebida en la opacidad. Aquí, las estructuras de poder, de seguridad pública, no pueden ser cuestionadas, porque inmediatamente se lanzan contra la persona que criticó. Son estructuras que llevan mucho tiempo siendo velos del sistema. Y el que ose preguntar es enemigo.

P. La pregunta como ataque.

A. B. : Partiendo de ahí, creo que sí han cambiado un par de cosas. Una, abrieron. Dos, entendieron que definitivamente ellos hacen parte de un sistema que debe identificar todos estos temas por bienestar del país. Nos han permitido acceder a información muy sensible. Nosotros no buscamos atacar, sino aclarar, saber qué pasó.

El tema de los videos del informe [se refiere a una grabación de dron que recoge un operativo secreto de la Marina en el basurero de Cocula] lo que demuestra es que ni siquiera pasaron un documento en que dijeran, ‘nosotros estuvimos’. Oficialmente, [la Marina] siempre ha contestado que no. Entonces esto es un avance, porque logras que alguien entienda que es importante tener esta información.

P. ¿Creen que las Fuerzas Armadas han entendido que es importante compartir información?

A. B.: Algunos creo que sí. No todos.

P. Desde fuera parece que administran entregas de información para contentar al presidente.

F. C. : Eso sería muy grave. Si es solo cumplimiento de una orden, es muy triste. Y decepcionante para el Estado de derecho mexicano y la sociedad. Si tú fortaleces el Estado de derecho y la institucionalidad, disminuyes la impunidad y le das protección a los más vulnerables. Nosotros lo que queremos es que en México se investigue en general con el rigor que se está investigando el caso Ayotzinapa. No solo faltan 43, son 100.000. ¿Por qué esa gente no tiene acceso a reuniones presidenciales, una comisión de la verdad, fiscales excepcionales investigando su caso? Porque nosotros nos vamos a ir. Y si nosotros nos vamos y aquí no pasó nada, me voy a sentir muy frustrado.

P. El académico Ernesto López Portillo escribía estos días que ustedes han descubierto un cuerpo en metástasis en el Estado mexicano, no son tumores aislados, sino una metástasis.

A. B. : Sí, es así. Es una red. En ese contexto, romper esos pactos de impunidad es bueno. Mostrar que no hay impunidad, que no se va a quedar nada guardado. Hay un tema también importante: esto no puede ser políticas de personaje. O sea, esta situación de apertura no puede ser de hoy sí, porque está López Obrador, mañana no… No, deberían generarse mecanismos que garanticen el control.

F. C. : Sí, es que mira. A nosotros se nos ha entregado información que a la Fiscalía se le ha dicho que no existe. Es incomprensible.

A. B. : Es triste. Y por eso nosotros duramos mucho tiempo diciéndole al presidente que no nos estaban dando lo que pedíamos. Él tuvo que decirles cuatro veces que dieran.

P. Y pese a eso tampoco lo han dado todo

A. B. : Yo un día les decía, ‘es que yo puedo mandar un rosario de solicitudes al Ejército, pero, ¿qué es más fácil, que yo todos los días mande solicitudes de lo que se me ocurre, o que ustedes me digan esto es lo que tenemos? ¿Qué dificultad hay en que usted tome los archivos y diga, tome?

P. Hay casos verdaderamente increíbles. Me refiero a documentos producto del monitoreo del Ejército a la red criminal de Iguala y alrededores durante aquella época. Documentos como los que liberó la comisión presidencial del caso Ayotzinapa… ¿Por qué no han dado más?

A. B. : Es más, me contestaron hace 15 días que no tienen más.

P. Increíble

A. B. : Claro, ¿tú puedes creer que un procedimiento de esos solo se hace una vez cada cuatro años o todos los días? El tema es ese. Que los monitoreaban. Y además, que no se hizo nada con esa información.

P. Entonces, ¿cuál es la estrategia de ustedes ahora?

A. B. : Una cosa que también es importante. De toda la información que hemos recuperado hemos seleccionado algunas para el informe porque son vitales. Se necesitan mover así, rápido. De lo otro… Yo aspiro a creer que de verdad hay información que se les ha traspapelado

P. ¿Por qué?

A. B. : Porque yo encontré información en bultos enteros de documentos de salud, de cualquier cosa, cursos de derechos humanos. Y entremedias, por ejemplo, encontré la sanción al capitán Crespo [se refiere a la sanción del propio Ejército a Crespo por su conducta durante el ataque a los estudiantes. Crespo está preso por delincuencia organizada]. Entonces, quiero creer que sí, que hay información traspapelada. Pero te digo una cosa, el comportamiento de una y otra dependencia es muy distinta.

P. ¿Entre quiénes?

A. B. : Defensa y Marina. Porque Marina entregó todo. Dije, ‘yo necesito todo esto’. Dijeron, ‘listo tenga’.

P. ¿Cómo ven todo en perspectiva? Cuando ustedes llegaron no se sabía que los normalistas habían tomado un quinto autobús en Iguala, el paso de militares y estudiantes por la bodega de barandilla de la policía de Iguala, la visita de Tomás Zerón al río fuera de expediente… Se ha avanzado mucho en saber lo que no ocurrió.

A. B. : Si… La Policía Federal falsificó bitácoras, la policía estatal también, la policía municipal generó cambios y modificaciones en las patrullas… Las notas informativas de ellos, ya con muertos y todo en Iguala dicen, ‘saldo en blanco’. ¿Qué realidad estaban retratando? La que querían.

F. C. : Por eso el caso Ayotzinapa es tan importante. En sí mismo es muy importante, pero para el futuro de la investigación penal en México es sumamente relevante. Porque hay un patrón de querer cerrar los casos de manera poco prolija. Es constante, dan carpetazo para dejar todo tranquilo y que nadie pregunte. Pero, ¿por qué no se quiere que se siga preguntando?

Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, durante el III Informe del GIEI.
Los padres de los 43 estudiantes desaparecidos en Ayotzinapa, durante el III Informe del GIEI.Rodrigo Oropeza

P. Las dos identificaciones de restos óseos de la barranca de la carnicería generaron muchas expectativas de los avances que venían en el tronco principal de la investigación, el destino de los 43 estudiantes. Pero en realidad no sabemos bien qué significa la barranca en el ataque y desaparición de los normalistas.

A. B. : Hay cosas que no te podemos contar, que son parte de la investigación. Pero hay por lo menos una declaración que cuenta esa historia. Y la base de la declaración ya se confirmó. A partir de ahí es cuando empiezas a recopilar elementos de declaraciones que giran en torno al mismo asunto, cosa que te va completando el panorama.

F. C. : Es muy loable lo que está haciendo la unidad especializada de la Fiscalía para el caso Ayotzinapa. En todo este contexto, estar dispuesto a avanzar, a investigar a excolegas, gente que torturó, uf, no es poca cosa. Y eso te da un aire de esperanza. Bien dirigidos, en un espacio de protección, hay gente que está dispuesta a rifarse, como dicen aquí.

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Sobre la firma

Pablo Ferri
Reportero en la oficina de Ciudad de México desde 2015. Cubre el área de interior, con atención a temas de violencia, seguridad, derechos humanos y justicia. También escribe de arqueología, antropología e historia. Ferri es autor de Narcoamérica (Tusquets, 2015) y La Tropa (Aguilar, 2019).

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