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El hartazgo de la última caravana migrante bloquea la carretera México-Puebla

Centenares de personas cortan el tráfico después de ser interceptadas por la Guardia Nacional, lo que ha provocado un colapso en la autopista de varias horas

Alejandro Santos Cid
Migración en Puebla
Una caravana de migrantes centroamericanos camina por la carretera en San Miguel Xoxtla (Estado de Puebla), en dirección a Ciudad de México, este jueves.IMELDA MEDINA (Reuters)

El hartazgo migrante se ha vuelto a manifestar este jueves a las afueras de Ciudad de México, después de toparse con la enésima piedra en el camino. La última caravana de centroamericanos que salió de Tapachula (Chiapas) el pasado 23 de octubre ha bloqueado esta tarde un tramo de la carretera que va de Puebla a la capital, como protesta después de que la Guardia Nacional les cortara el paso. Unas 1.000 personas, de acuerdo con miembros de la caravana, 327, según el Gobierno de Puebla, se dirigían por la autopista a bordo de la parte trasera de tráileres de carga. Pasado el mediodía, el grupo fue interceptado por los agentes, que detuvieron su marcha, les obligaron a bajar de los camiones, y, según fuentes en el terreno, impidieron su avance. Como respuesta, los migrantes paralizaron el tráfico, que ha estado colapsado durante más de ocho horas y en su peor momento ha generado 20 kilómetros de filas, según Caminos y Puentes Federales de Ingresos y Servicios Conexos (CAPUFE).

En los videos y fotografías tomados en el lugar de los hechos se observa a decenas de personas que viajan en la caja de tráileres, sin medidas de seguridad, agarradas al hierro de los camiones, pegadas como pueden unas contra otras, con las piernas colgando a los lados del vehículo. La imagen se vuelve especialmente grave después de que, este mismo jueves, un accidente haya provocado la muerte de al menos 49 migrantes en Chiapas, que viajaban en condiciones similares.

La caravana ha pasado la noche en el municipio poblano de San Miguel Xoxtla, donde las autoridades habilitaron un auditorio escolar. Allí, recibieron atención médica y alimentos, de acuerdo con un comunicado del Gobierno de Puebla. La mañana de este jueves, han reanudado su marcha, con el objetivo de llegar a la capital mexicana, mezclándose en el camino con peregrinos que acuden estos días a la Basílica de Guadalupe, cuya festividad se celebra el 12 de diciembre.

Irineo Mujica, dirigente de la organización Pueblos Unidos Migrantes, que está acompañando a la caravana en su recorrido, explica que los bloqueos son una forma de protesta habitual que los integrantes de la marcha utilizan cuando las autoridades intentan cortarles el paso: “Cuando no nos dejan pasar bloqueamos un rato, 20 o 30 minutos, y ya dejamos pasar”. En el caso de este jueves, “hubo un desacuerdo con la Guardia Nacional”, cuenta en entrevista telefónica con EL PAÍS. “No querían que los tráileres en los que viajábamos pasaran, incluso pegaron a uno de los conductores”, asegura. Durante un rato, han caminado ocupando todos los carriles, paralizando el tráfico durante horas, que se ha reanudado lentamente después de las cinco de la tarde.

Para esa hora, los integrantes de la caravana ya habían abandonado los carriles de la carretera, afirma Mujica. “Ya nos hemos salido de la autopista porque buscamos comida, no hemos comido en todo el día. Estamos en un pueblito a orillas del camino”. “Quien está bloqueando la carretera ahora es la Guardia Nacional”, continúa, en lo que, defiende, se trata de una estrategia para “criminalizar a la caravana y crear conflictos con la comunidad local”. La Guardia Nacional ha sido contactada por este diario, pero al momento de la publicación todavía no ha habido respuesta.

Este bloqueo es solo uno más de los obstáculos a los que se ha tenido que enfrentar la caravana, cuyos miembros se arriesgan durante su trayecto a ser desaparecidos, asaltados, asesinados, reclutados por el crimen organizado en contra de su voluntad o detenidos y apaleados por agentes migratorios, que tratan de contenerlos o deportarlos. Salieron a finales de octubre de Tapachula, una ciudad de 300.000 habitantes fronteriza con Guatemala, que se ha convertido en una cárcel a cielo abierto para los más de 35.000 migrantes que permanecen retenidos por las fuerzas de seguridad.

Cansados de esperar una solución que nunca llega —la Comisión Mexicana de Ayuda a Refugiados se encuentra desbordada en el lugar—, hacinados y en condiciones documentadas por diversas ONG como infrahumanas, cada poco tiempo salen del lugar caravanas que tratan de romper el cerco del Gobierno.

“Todo el camino ha sido así, tienen a la gente retenida horas, nos han dejado a la intemperie, en lugares desérticos o con mucho frío, no nos dejan avanzar, separan a mujeres y niños... La cuestión es acabar de despedazar la caravana a cansancio”, continúa Mujica, que considera que, cuanto más se acercan a Ciudad de México, más se complica el avance. “No creo que consigamos llegar esta noche, por lo pronto necesitamos que la gente coma”.

Su intención, cuando puedan alcanzar la capital, es dirigirse a la Basílica de Guadalupe: “Necesitamos dar gracias de todo el cansancio, nuestro peregrinaje desde el sur de Chiapas, esta es una caravana de fe, la fe es la que nos ha traído tan lejos”, remata el activista, que aprovecha la entrevista para exigir reuniones con las autoridades para “paralizar las violaciones de derechos humanos en el sur y conseguir papeles para que [los migrantes] puedan trabajar e integrarse aquí”.

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Alejandro Santos Cid
Reportero en El País México desde 2021. Es licenciado en Antropología Social y Cultural por la Universidad Autónoma de Madrid y máster por la Escuela de Periodismo UAM-EL PAÍS. Cubre la actualidad mexicana con especial interés por temas migratorios, derechos humanos, violencia política y cultura.

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