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adolescencia
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Siete errores que te impiden conectar con tu hijo adolescente

La adolescencia es sin duda la etapa más desafiante para la crianza. Un período convulso que a menudo a las familias nos desconcierta. Un período en el que no es fácil sintonizar con ellos

Adolescencia
La adolescencia es sin duda la etapa más desafiante para la crianza. En la foto, varios jóvenes en el patio de un colegio .Mònica Torres

Qué difícil es en ocasiones comprender a nuestro hijo o hija adolescente. Entender sus salidas de tono, sus conductas arriesgadas, su apatía ante las cosas. Su falta de compromiso para cumplir con sus responsabilidades, su rebeldía y su imperiosa necesidad de probar de forma casi constante los límites y saltarse las normas. Que complicado es acompañarle desde la calma, hablar sin tener que discutir y dar respuesta a sus nuevas necesidades. Aceptar que haya crecido casi sin darnos cuenta y que necesite empezar a volar dibujando su propio camino sin ir de nuestra mano.

Recuerdo que la mayor parte de mi adolescencia sentí que muy poca gente me entendía y podía acompañar con serenidad todas las emociones que me recorrían por dentro. Unos sentimientos que me producían mucha inseguridad y me hacían sentir muy vulnerable. Únicamente en mi grupo de iguales sentía la libertad de comportarme tal y como era, de expresar aquello que me molestaba o me inquietaba y de compartir todos mis dudas o miedos.

Fueron unos años convulsos, repletos de meteduras de pata donde necesité tiempo para aprender a dominar mi frustración, para saber identificar mis emociones, ponerles nombre y gestionarlas correctamente. Mis padres siempre estuvieron a mi lado ofreciéndome su ayuda y apoyo incondicional lo mejor que supieron.

La adolescencia es sin duda la etapa más desafiante para la crianza. Un período convulso que a menudo a las familias nos desconcierta y nos exige nuestra mejor versión. Un período en el que no es fácil sintonizar con lo que viven y sienten que nos provoca un sentimiento de culpa e impotencia y nos llena de dudas.

Ahora que soy madre de dos adolescentes, intento entender por qué mis hijos a menudo viven entre extremos y se muestran irascibles, tristes o ausentes sin tener un motivo aparente. El carrusel de emociones y estados de ánimo por el que transitan, la intensidad con a la que sienten y la dificultad que tienen para leer correctamente todo aquello que pasa a su alrededor.

Nuestros hijos adolescentes necesitan que acompañemos esta etapa tan importante de transformación y reafirmación personal desde la mayor serenidad, confianza y empatía. Que entendamos que para ellos es muy complicado hacerse mayor en esta sociedad tan cambiante y que transcurre tan deprisa. Que les mostremos la manera de controlar sus impulsos y sus conductas a menudo desajustadas e imprevisibles. Que les ayudemos a hacer frente a los numerosos cambios físicos, psicológicos, sociales y emocionales por los que transitan, a descifrar el caos emocional que les provoca tanto malestar. Que les tendamos la mano ante sus caídas y les demos el tiempo necesario para aprender.

¿Qué errores nos impiden conectar con nuestros hijos adolescentes?

  1. Esperar que sean capaces de mantener en todo momento el control de sus impulsos y emociones. Si algo caracteriza a la adolescencia es la dificultad que tienen nuestros hijos para modular correctamente todo aquello que sienten. Necesitan que les ayudemos a identificar sus sentimientos y a desarrollar estrategias para poder hacer frente. Una regulación emocional que les permitirá controlar sus comportamientos e impulsos.
  2. Creer que ya no nos necesitan a su lado. Nuestros hijos siguen necesitando que estemos presentes y disponibles, que mostremos interés por todo aquello que les pasa, sentir que estamos a su lado y no les vamos a fallar al igual que hemos hecho cuando eran pequeños.
  3. No respetar sus ritmos para aprender, sus espacios, su intimidad. El respeto se gana ¡respetando! Así que debemos darles tiempo y confiar que aprenderán a hacer las cosas adecuadamente. El tiempo en soledad que pasan en su habitación será esencial para que encuentren el sosiego que tanto necesitan.
  4. Querer que piensen o actúen como nosotros esperamos. La adolescencia es la etapa en la que nuestros hijos empiezan a desarrollar su espíritu ético y crítico, a tomar sus propias decisiones y asumir las consecuencias de ellas. Hay que potenciar al máximo su autonomía y aceptar que puedan reflexionar, actuar o desear cosas muy diferentes a nosotros. Es imprescindible que sientan que les queremos tal y como son.
  5. No entender su necesidad de independencia y libertad. Nuestros hijos adolescentes necesitan construir su propia individualidad y descubrir, experimentar y probar nuevas experiencias que les permitirán crear su visión sobre todo aquello que les rodea. Los cambios cerebrales que sufren les empujan a reivindicarse como personas autónomas y diferentes a nosotros. El proceso de individualización que experimentan es fundamental para su desarrollo.
  6. Suponer que la mejor manera de aprender es castigándoles cuando hagan algo mal. Los castigos, al igual que cuando eran pequeños, están carentes de aprendizaje y únicamente dañan vínculos. Los adolescentes necesitan tener unas normas y límites claros y concisos que hayan estado consensuados en familia que les ayuden a asumir sus compromisos y tener claras las consecuencias de sus decisiones.
  7. Creer que ya no necesitan nuestras muestras de cariño como cuando eran pequeños. Aunque hayan crecido tanto siguen necesitando a diario nuestros abrazos y besos, nuestras miradas cómplices y nuestras palabras que les alienten. Unas muestras de afecto que les reconfortarán y les darán mucha seguridad. Nuestra proximidad y comprensión serán aspectos básicos para su crecimiento y para la formación de su autoestima.

Karen Savage afirmaba que: “la adolescencia es quizás la forma de la naturaleza de preparar a los padres para el nido vacío”. Seamos capaces de acompañar a nuestros adolescentes con ternura y amor incondicional para facilitarles empezar un nuevo vuelo.

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