Golpes de calor en niños: por qué son tan peligrosos y cómo se previenen
Se debe evitar dejar a los niños solos en el coche, aunque sea poco tiempo. Una subida excesiva de la temperatura corporal puede provocar una insolación e incluso poner en riesgo la vida del menor
El verano funde los termómetros y llega el riesgo de sufrir golpes de calor, una subida excesiva de la temperatura corporal que puede provocar desde una insolación hasta la muerte, y que resulta especialmente peligrosa para los niños menores de cuatro años. Las situaciones más graves de golpes de calor se suelen producir en los coches, que en verano son una trampa mortal para los niños. Por ello, bajo ningún concepto, hay que dejar a un niño solo en el coche, aunque se trate de poco tiempo y el vehículo esté a la sombra.
Los golpes de calor en niños se suelen producir más a menudo “cuando han estado muchas horas en el exterior haciendo actividades como deporte. Se tiende a creer que el mar o la piscina son lugares donde los niños están menos expuestos a las altas temperaturas, pero eso no evita el riesgo. Los niños menores de cuatro años y, sobre todo, los bebés menores de un año, tienen más riesgo de sufrir un golpe de calor, ya que su temperatura corporal sube más rápido que en los adultos, al tener menor reserva de agua y capacidad de sudoración, así como un aparato respiratorio aún inmaduro”, explica Paula Armero, pediatra del Hospital Puerta de Hierro.
Los niños también pueden sufrir un golpe de calor cuando no hace sol
Lo que aumenta el riesgo de tener un golpe de calor es la temperatura y grado de humedad ambiental: no hay que confiarse por el hecho de que no haga sol o el día esté nublado. Las señales que deben alertar de que el niño sufre un golpe de calor son que “está más apagado y pálido; seguramente necesite estar sentado o tumbado, tendrá un aumento de la temperatura corporal que puede superar los 40º C, además de tener la piel seca y caliente. Con el golpe de calor, se pueden producir mareos, náuseas, vómitos, dolor de cabeza, debilidad, calambres musculares, taquicardia y, en los casos más graves, alteración del estado de conciencia y convulsiones”, explica Armero.
Los golpes de calor se producen con rapidez y hay que actuar con premura para evitar graves consecuencias para la salud del niño. Conviene trasladar al pequeño, sin dilación, al hospital, pero mientras se llega, se pueden practicar unos primeros auxilios para estabilizar al niño, como los recomendados por la Asociación Española de pediatría (AEP) al respecto:
- Colocar al niño tumbado boca arriba a la sombra, en un sitio fresco y ventilado.
- Aflojar la ropa y quitar las prendas innecesarias.
- Colocar compresas de agua fría (no hielo) en la cabeza, cara, cuello, nuca y pecho.
- Evitar sumergir al niño en agua helada y no realizar friegas con alcohol.
- Si el niño está consciente y sin vómitos, darle de beber agua fría o una bebida isotónica.
- Si el pequeño está inconsciente, avisar al número de emergencias 112.
La mejor forma de evitar los golpes de calor en niños es la prevención, que pasa por “mirar las temperaturas previstas antes de salir de casa, porque cuando va a hacer mucho calor, más de 40ª C, no hay que hacerlo, sobre todo durante las horas pico. A veces, la mejor manera de evitar riesgos es no salir de casa hasta que no baje la temperatura”, recomienda la pediatra Paula Armero.
Otras recomendaciones para prevenir que el niño tenga un golpe de calor pasan por:
- Hidratar: Es preciso ofrecer con frecuencia a los niños líquidos (pecho en lactantes), sin esperar a que ellos lo pidan, especialmente si van a realizar una actividad física prolongada. Las comidas deben ser ligeras; la fruta y las verduras frescas ayudan a reponer las sales perdidas por el calor.
- Limitar el ejercicio: Hay que evitar que los niños hagan ejercicio físico excesivo en las horas de más calor. Se pueden sustituir por juegos más tranquilos que eviten la deshidratación.
- Ropa adecuada: Cuando hace mucho calor, es recomendable utilizar ropa transpirable, ligera, holgada y de colores claros. No olvidar proteger la cabeza de los niños con un gorro ligero y aplicar protección solar, siempre que estén expuestos al sol.
- Refrescar: Mantener a los niños en lugares a la sombra, con aire acondicionado o ventiladores, si es posible. Es aconsejable que se bañen o mojen con cierta frecuencia.
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