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Las niñas con tractores y los niños con muñecas: ¿tienen género los juguetes?

Educando y ofreciendo muñecos por estereotipos ahondamos en una sociedad machista, les ponemos límites absurdos y acotamos las vías de imaginación, según las expertas

Cualquier juguete estimula la imaginación y la creatividad infantil, según los expertos.
Cualquier juguete estimula la imaginación y la creatividad infantil, según los expertos.Unsplash

Los juguetes no entienden de género, pero desde pequeños se nos deforma el deseo para que nos adecuemos a una y otra categoría dependiendo de si nacemos niña o niño. Cristina de Babymachismos lleva cuatro años observando y dando visibilidad desde las redes sociales a las diferencias que los estereotipos de género marcan en niñas y niños y cómo inconscientemente educamos en el juego de forma diferente. Ella considera que en la industria juguetera se sigue ahondando en la diferencia: “Grandes fabricantes como Playmobil o Lego han ampliado en los últimos años sus gamas con la versión rosa asociada exclusivamente a unicornios, hadas o escenas de roles domésticos. Cualquier adulto, si no se plantea el sesgo, lo elegiría para regalar a una niña y lo descartaría para un niño”.

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Cristina reconoce que distribuidores y vendedores tratan cada vez más de hacer catálogos de juguetes neutros, evitando fotos infantiles junto a cada producto el manido rosa-azul. “La clasificación en los pasillos de las tiendas también va cambiando, pero ahí sigue influyendo mucho el packaging, que viene dado por la estrategia de venta de la marca juguetera. El marketing en los juguetes se dirige inicialmente a los adultos y, como tenemos los estereotipos de colores, roles y personajes tan interiorizados, tendemos a sesgar nuestra elección”. A veces los juguetes y su marketing es de un machismo evidente, como cuando en el envase de un set de pinturas de purpurina solo aparece una niña y en el de una excavadora la foto es de un niño. “Incluso un bebé de menos de dos años aprende por observación y deducción, y a medida que crece y expresa sus deseos empieza a sentirse identificado solo con lo que se les ha dicho que corresponde a su género”.

La psicóloga Mire Carrera considera que no es sano que eduquemos en estereotipos de género (respecto al juego y todo lo demás): “Pero no es algo que a veces nos demos cuenta y lo hagamos adrede, es incuestionable que la sociedad en general y de manera subliminal continúa dando este mensaje patriarcal. En los juguetes, en las películas infantiles, en los perfiles de Instagram o TikTok, e incluso nosotros mismos en los quehaceres de casa”. Los niños aprenden por imitación, si eres niña copiarás lo que haga la mamá, y si eres niño igual con tu semejante. Los padres no se depilan y las madres (por lo general) no juegan al fútbol. “Hay muchos progenitores que intentan a toda costa regalar a sus hijos juguetes neutros. Pero es muy difícil y lo digo por experiencia. Mi segundo hijo creció con los juguetes de su hermana, muñecas, cocinitas, disfraces de princesa y ya siendo muy pequeño los descartaba”, afirma Mire Carrera.

Mire Carrera es especialista en consultas parentales: “En Estados Unidos y otros países el parenting consultant es algo muy habitual. Pensamos que ser padres es algo innato, pero no lo es. Estamos cargados de dudas en una sociedad machista que nos oprime y nos señala. Esta rama de la psicología no busca los traumas o construcciones sistémicas de la familia, sino más bien analiza los roles y ambiente familiar e intenta mejorarlo para potenciar una buena infancia a los peques de la casa”. Carrera cuenta que una niña y un niño de hasta 10 años se mueven igual. Ambos hablan mirando a los ojos al interlocutor y su postura es erguida, pero que a partir de esa edad aparece el cambio. “Un cambio brutal, las niñas se retraen, curvan sus hombros hacia el pecho, ya no miran a los ojos y su tono vocal es más flojito. De manera inconsciente ya están adoptando la postura que las define como mujeres, la sumisión, la adquisición de los roles que las definen como pertenecientes al grupo fémina. Y lo vemos en la hora del patio, los niños juegan a pelota, las niñas hablan de sus cosas o interactúan con muñecas”.

La psicóloga considera que los juguetes son la primera vía de aprendizaje de esta desigualdad, “pues ya estamos etiquetando quién es quién desde el primer minuto de vida. Y si no fijaros cómo vestimos a los bebés, la ropa no es unisex, es femenina o masculina. Ellos ni tan solo son conscientes de ser un ente distinto a la madre, y ya los estamos encorsetando en los colores y formas de lo que supuestamente tiene que ver con su género. El primer peluche será de un color o un animal que pertenezca al reino masculino o al femenino según sus genitales. ¡Y estoy generalizando, muchos padres al leer esto dirán yo no! Pero la inmensa mayoría sí lo hacemos sin pensar que eso tiene repercusión”, concluye Mire Carrera.

Cristina de Babymachismos afirma que cualquier juguete estimula la imaginación y la creatividad infantil. Ella cree que en un escenario hipotético en que niñas y niños tuvieran acceso a los mismos tipos de juguetes, y no existiera el estereotipo cultural de los colores y los roles como niño albañil y niña futura madre, no habría preferencias notables de unos y otros por los coches/tractores o muñecas/cocinitas. “Cuando los niños empiezan a tener opinión, ya han interiorizado que, por alguna razón, las muñecas rosas son exclusivamente para ellas”. Tanto Mire Carrera como Cristina Babymachismos concluyen que educando y ofreciendo juguetes por estereotipos ahondamos en una sociedad machista, les ponemos límites absurdos y acotamos las vías de imaginación. Los juguetes no tienen género porque no queremos seguir cerrando puertas solo por el sexo de nuestros niños y niñas. La igualdad se empieza a contruir por los juguetes.

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