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Día Mundial del Autismo
Opinión
Texto en el que el autor aboga por ideas y saca conclusiones basadas en su interpretación de hechos y datos

Se necesitan traductores vitales para el autismo

Han pasado nueve años desde que a uno de mis cinco hijos le diagnosticaron TEA. En el Día Mundial de Concienciación del Autismo, me gustaría pedir un deseo de convivencia e inclusión

Con concienciación, recursos, formación, participación y una actitud comunitaria abierta, tal vez, la próxima vez que un niño con autismo llore desconsolado, alguien pueda decir si le está dando una apendicitis o quiere agua.
Con concienciación, recursos, formación, participación y una actitud comunitaria abierta, tal vez, la próxima vez que un niño con autismo llore desconsolado, alguien pueda decir si le está dando una apendicitis o quiere agua.Unsplash
Blanca Sáenz Mariscal

Han pasado nueve años desde que a uno de mis cinco hijos le diagnosticaron TEA (Trastorno del Espectro del Autismo). Recuerdo nuestra peregrinación por pediatras, neurólogos, psiquiatras, psicólogos, genetistas, fisioterapeutas, logopedas, equipos de atención temprana, colegios, asociaciones y un sinfín de pasillos, salas, consultas y atascos.

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De todos esos recuerdos, muchos, por irrelevantes, han ido directamente a mi carpeta de spam, otros están activos esperando la respuesta de David a Goliat y alimentan mi inconformismo, y algunos pocos permanecen intactos, no sé por qué.

Un profesional muy vinculado al universo del autismo, me dijo. “Blanca, vosotros, los padres, tenéis que convertiros en traductores vitales de vuestros hijos con autismo”. Y pensé: ¿en serio? Pero si cuando compro algo a mi hija adolescente nunca acierto, tengo 50 emails del cole sin leer, me entero tarde de las movidas con sus amigos, la mayoría de las veces no sé qué ven, qué bailan, o si quieren pasta o pollo.

Y seguía pensando traductores, vale, vitales ¿cómo? Y mi agobio crecía. Vital, de suma importancia o transcendencia, constantes vitales, espacio vital, por favor, no puedo con esto.

Las personas con autismo, tienen dificultades en la interacción social, en la comunicación, tienen ciertos patrones restringidos de conductas e intereses y alteraciones sensoriales. Esto ocasiona dificultades en las relaciones, el juego, el aprendizaje y la conducta. Y sin duda, nos lo pone muy, pero que muy, difícil, a sus traductores.

Por eso, en el Día Mundial de Concienciación del Autismo, este viernes 2 de abril, me gustaría pedir un deseo, aparte de que se acabe el hambre en el mundo, la covid, y la tontería, quiero pedir un deseo de convivencia e inclusión ¿por qué no nos convertimos todos en traductores vitales? ¿Cómo lo podemos hacer?

Con concienciación, recursos, formación, participación y una actitud comunitaria abierta, tal vez, la próxima vez que un niño con autismo llore desconsolado, alguien pueda decir si le está dando una apendicitis, quiere agua, o se le ha ido la wifi.

Otro de mis recuerdos que permanece intacto es cuando el hijo del doctor Ivar Lovaas me contó que, cuando a su padre le preguntaban ¿qué significa para usted la verdadera inclusión de las personas con TEA?, él contestaba: “que paguen impuestos”. Respuesta breve pero intensa. Para llegar a ese punto, necesitamos muchos traductores vitales.

*Blanca Sáenz Mariscal es socia fundadora de Abascool

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