Trump resta importancia a la filtración de planes militares de Estados Unidos en un chat
El presidente dice que el consejero de Seguridad Nacional, que creó un grupo con información confidencial en el que incluyó a un periodista por error, “ha aprendido la lección”. La portavoz del republicano critica al reportero

El presidente de Estados Unidos, Donald Trump, parece haber decidido que revelar planes militares secretos en un grupo creado en una aplicación de mensajería, y en el que se incluyó por error a un periodista, no es una infracción demasiado grave. En declaraciones a la cadena NBC, el republicano se ha expresado con benevolencia hacia el creador del chat, su consejero de Seguridad Nacional, Mike Waltz, del que dice que “ha aprendido la lección”. Sus palabras parecen indicar que, al menos por el momento, no rodarán cabezas por la filtración de seguridad más grave, y más absurda, en décadas en Estados Unidos. Una filtración a la que los responsables de los servicios secretos, participantes ellos mismos en el grupo, también han restado importancia en una vista del comité de Inteligencia del Senado.
“Michael Waltz ha aprendido una lección, y es un buen hombre”, ha declarado este martes el presidente estadounidense en la entrevista. Posteriormente, en un acto en la Casa Blanca, aseguraba que en la conversación en el grupo no se manejó información clasificada y que, aunque ha pedido un estudio sobre la seguridad de la aplicación utilizada, Signal, la tecnología de la app “es la mejor del momento”. Trump volvió a defender a su consejero de Seguridad Nacional como “un gran hombre” que no tiene por qué pedir disculpas por la metedura de pata.
También arremetía contra el periodista implicado, el director de la revista progresista The Atlantic, Jeffrey Goldberg, al que calificaba de reportero “del que la mayor parte de la gente no ha oido hablar”. “Encontró el chat muy aburrido y se fue pronto… así que se inventó un montón de historias”. También acusaba a la publicación de ser “un proyecto muy fracasado, y algo como esto es publicidad para ellos”.
Por su parte, en el mismo acto, Waltz aseguraba que jamás ha tenido contacto ni conoce a Goldberg, por lo que no se explica cómo su número pudo terminar incluido en el grupo. El Consejo de Seguridad Nacional investiga cómo pudo ocurrir, ha asegurado.
Junto a Trump, la Casa Blanca cerró filas en torno al consejero de Seguridad Nacional y el resto de participantes en el grupo de la aplicación Signal: los máximos responsables de la política exterior y de defensa de Estados Unidos, incluidos el vicepresidente, J. D. Vance; el secretario de Estado, Marco Rubio; el secretario de Defensa, Pete Hegseth, y la directora de Inteligencia Nacional, Tulsi Gabbard, entre otros. En cambio, la oposición demócrata, desmoralizada y en busca de estrategias efectivas desde el regreso al poder de Trump, ha arremetido en avalancha contra un incidente que esperan que les dé la oportunidad de recuperar la iniciativa.
La portavoz de la Casa Blanca, Karoline Leavitt, escribió en la red social X que en la conversación en Signal “no se discutieron planes de guerra” y “no se envió material clasificado”. En un comunicado, la Casa Blanca también acusa a la oposición demócrata de intentar, con sus críticas al incidente, lanzar “un esfuerzo coordinado para distraer [la atención] de las acciones exitosas emprendidas por el presidente Trump y su Administración para hacer que los enemigos de Estados Unidos rindan cuentas, y para garantizar la seguridad de los estadounidenses”.
Goldberg publicó este lunes un artículo en su revista en el que explica cómo acabó teniendo acceso a esa conversación delicadísima: Waltz le envió una invitación para incluirlo como contacto en Signal primero, y después le incluyó en el grupo, creado para tratar sobre el bombardeo contra la guerrilla rebelde hutí en Yemen, que acabó teniendo lugar el 15 de marzo. Él primero pensó que se trataba de una broma o una estafa, pero a medida que fue recibiendo mensajes, entre ellos un texto de Hegseth que incluía detalles muy precisos sobre los objetivos y tipos de armamento que se iban a emplear, se convenció de que el hilo era auténtico. El ataque en Yemen terminó de darle las pruebas que necesitaba antes de decidir salirse del grupo.
Críticas a los socios europeos
En esa conversación, participantes como Vance o Hegseth criticaron duramente a los socios europeos, a los que acusaron de aprovecharse gratis del poderío militar estadounidense. Unos y otros intercambiaron opiniones acerca de la necesidad o no de bombardear a los hutíes, que atacan los barcos mercantes que atraviesan el mar Rojo, en respuesta a los ataques de Israel en la franja de Gaza, e impiden la libertad de navegación.
Vance consideró que los socios europeos se beneficiarían mucho más del ataque contra los hutíes que los propios estadounidenses, pues una proporción mucho mayor de su comercio utiliza la ruta del mar Rojo (un 40% frente al 3% estadounidense, según las cifras que manejaba el vicepresidente en la conversación).
La existencia del grupo en Signal ha generado también numerosas críticas acerca del peligro de utilizar aplicaciones de mensajería comerciales, susceptibles de ser interceptadas por servicios de inteligencia de países adversarios. Los demócratas tratan de esclarecer, por ejemplo, si uno de los participantes, el enviado de la Casa Blanca para las negociaciones en Oriente Próximo y con Rusia, Steve Witkoff, entró en el chat con su móvil personal desde Moscú mientras se encontraba en la capital rusa para tratar con el presidente Vladímir Putin. Algo que, en la audiencia en el Senado, el director de la CIA John Ratcliffe, ha asegurado desconocer.
Hegseth negó el lunes por la noche el relato de Goldberg, y sostuvo que no se filtró ningún tipo de información secreta. Pero el Consejo de Seguridad Nacional ya había reconocido para entonces que el número de teléfono del periodista estuvo, efectivamente, incluido en el grupo.
En la sesión del comité de Inteligencia del Senado, que ya estaba prevista con anterioridad para abordar los desafíos de seguridad en el mundo, los legisladores demócratas se lanzaron contra Gabbard y el director de la CIA, John Ratcliffe, ambos integrantes del grupo de Signal.
“Opino que tendría que haber dimisiones”, ha declarado el senador Ron Wyden, de Oregón. “Es una vergüenza”, se ha sumado el senador Michael Bennet, de Colorado, en un acalorado intercambio de opiniones con Ratcliffe. “Si esto lo hubiera hecho un militar, o un agente de inteligencia, con este tipo de comportamiento hubiera sido cesado”, ha agregado Mark Warner, el demócrata de mayor rango en el comité. “Este es un ejemplo más del tipo de comportamiento descuidado, temerario e incompetente, especialmente con respecto a la información clasificada [de esta Administración]”, ha subrayado el senador de Virginia.
Por su parte, Ratcliffe ha admitido haber participado en el chat y ha asegurado que el uso de Signal para comunicaciones confidenciales está regulado dentro de la CIA, siempre y cuando esas notificaciones se copien a otros canales seguros y queden archivadas para la posteridad, como obliga la ley para todas las comunicaciones oficiales. Según asegura, a su llegada a la agencia de inteligencia esta aplicación estaba descargada en su ordenador oficial y teléfonos móviles.
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