El enviado especial de la ONU plantea la partición del Sáhara Occidental para resolver cinco décadas de conflicto
De Mistura propone un Estado independiente en el sur y la integración del norte en Marruecos, una iniciativa que ha sido rechazada tanto por Rabat como por el Polisario
Por primera vez desde hace al menos 20 años, en tiempos del antiguo enviado especial James Baker (1997-2004), un alto representante de la ONU ha planteado la posible partición del territorio para resolver el conflicto del Sáhara Occidental, congelado en los últimos años y especialmente a raíz del reconocimiento por parte de la presidencia de Donald Trump, en diciembre de 2020, de la soberanía marroquí sobre la antigua colonia española.
Staffan de Mistura, actual representante personal del secretario general de la ONU para el conflicto, ha propuesto este miércoles al Consejo de Seguridad —del que dependen directamente la Minurso, o misión de Naciones Unidas para el Sáhara Occidental, y el resto de las operaciones internacionales de paz— un plan para resolver un conflicto que dura casi cinco décadas y que consistiría en una partición que permitiera “la creación, por un lado, de un estado independiente en la parte sur [en la región de Dajla-Oued Eddahab], y por otro la integración del resto del territorio [en disputa] como parte de Marruecos, con su soberanía sobre él reconocida de manera internacional”.
La propuesta fue rechazada tanto por Marruecos como por el Frente Polisario, que, apoyado por Argelia, reivindica el territorio en su integridad para establecer un Estado independiente. En una sesión informativa a puerta cerrada, de la que se han conocido los primeros detalles este jueves, el veterano diplomático italiano recuperó la idea de Baker, que fue también secretario de Estado estadounidense entre 1989 y 1992, para solucionar el contencioso, que se remonta al abandono español en 1975 de su antigua colonia. Desde 2007, y sobre todo después del espaldarazo de la Administración Trump a las pretensiones de Rabat —a cambio de su apoyo a los llamados Acuerdos de Abraham, mediante los que Israel firmó la paz con varios países árabes—, Marruecos ofrece únicamente una autonomía bajo su soberanía como solución política al contencioso, mientras que el Frente Polisario insiste en la celebración de un referendo —una posibilidad que casi todos dan por muerta, pese a que Minurso son las siglas de “misión de Naciones Unidas para el referéndum en el Sáhara Occidental”— con la independencia como resultado final. Irreconciliables diferencias sobre el censo siguen siendo un casus belli entre las partes.
De Mistura indicó al Consejo de Seguridad, según la agencia Reuters, que el secretario general de la ONU, António Guterres, debería reconsiderar la utilidad de su función como enviado especial si no se producen avances en seis meses, lo que deja la puerta abierta a un posible mutis del diplomático.
El Consejo de Seguridad ha pedido en sus resoluciones a las partes que colaboren para encontrar una solución política mutuamente aceptable, al tiempo que ha calificado el plan de autonomía de Marruecos de “serio y creíble”, otro revés más para las aspiraciones del Polisario. Mientras la iniciativa gana terreno en las cancillerías occidentales, De Mistura instó el miércoles a Rabat a “explicar y ampliar” su propuesta. En julio, Francia se convirtió en el segundo miembro permanente del Consejo de Seguridad, después de Estados Unidos, en respaldar la soberanía de Marruecos sobre el territorio. Argelia reaccionó retirando a su embajador en París.
España, antigua potencia colonial del Sáhara Occidental, secundó en 2022 el plan de autonomía de Rabat. Las monarquías árabes e Israel también respaldan la soberanía marroquí sobre el territorio, donde 29 países, en su mayoría africanos y árabes, han abierto consulados en lo que Rabat considera un apoyo tangible a su causa y que yugula los sueños de independencia de los saharauis refugiados en Argelia.
Según el medio digital marroquí Le Desk, De Mistura recordó a los 15 miembros del Consejo de Seguridad su última y muy discreta visita, privada de publicidad, a los campamentos de refugiados de Tinduf (Argelia). “Acabo de regresar de mi tercera visita a los campos de refugiados de Tinduf, donde una vez más me ha impresionado la miseria de las condiciones de vida y la falta de perspectivas de una vida mejor. Las recientes lluvias torrenciales y sus catastróficos efectos en algunos campos no han hecho sino empeorar la situación”, explicó, mientras apuntaba a “la falta de financiación adecuada y de visibilidad de la situación” como obstáculo para el desempeño humanitario de las agencias de la ONU y las ONG internacionales.
El enviado especial de Guterres subrayó también la tensión entre Argelia y Marruecos, sin relaciones diplomáticas, como “una fuente permanente de preocupación que no contribuye a la resolución” del conflicto del Sáhara Occidental y, por extensión, tampoco a la deseable integración regional, en un contexto marcado por corrientes migratorias masivas y la amenaza del terrorismo islamista, así como por las a menudo tensas relaciones comerciales de Marruecos con la Unión Europea: hace apenas dos semanas, el Tribunal de Justicia europeo tumbó los acuerdos de pesca y agricultura del país magrebí con Bruselas. Para Marruecos, recordó De Mistura, la iniciativa de autonomía de 2007 sigue siendo “el final del juego y no el punto de partida del proceso”, en palabras textuales, citadas por el enviado de Guterres, del ministro de Exteriores marroquí, Nasser Bourita.
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