Zelenski busca cruzar otra línea roja de los aliados: atacar aún más lejos en territorio ruso
Las bombas guiadas y planeadoras, con puntos de lanzamiento fuera del alcance de la potencia de fuego ucrania, aterrorizan a las provincias de la frontera con Rusia
Algo más de un mes después de lograr luz verde de Francia, Alemania y Estados Unidos para utilizar munición aliada contra territorio ruso, pero siempre cerca de la frontera con Ucrania, el presidente Volodímir Zelenski ha emprendido su enésima ascensión diplomática para superar una nueva línea roja de Occidente, especialmente de Washington. El dirigente ucranio ha reiterado en los últimos días, en mensajes a través de las redes sociales, que hay que “tomar decisiones” para poder alcanzar, a la distancia que esté, el punto de origen de los proyectiles rusos. “Nuestras ciudades y comunidades sufren diariamente estos ataques”, dijo el pasado sábado el mandatario tras un bombardeo que causó siete muertos en la región de Zaporiyia, “pero hay maneras de superarlo: destruir a los terroristas allí donde estén, destruir las lanzaderas de misiles rusos, atacar a distancias realmente largas y aumentar el número de sistemas modernos de defensa aérea”. Esta nueva empresa de Zelenski tendría de momento el respaldo de varios demócratas y republicanos del Congreso estadounidense.
La perseverancia política demostrada por el gabinete del presidente ucranio desde que Rusia inició la invasión a gran escala en febrero de 2022 funciona. Mensajes en abierto, para la opinión pública, y en privado, a los gobiernos aliados, han logrado torcer el brazo a las cancillerías occidentales para que apuntalen la defensa de Ucrania. Y tiene efecto: desde que hace un mes, París, Berlín ―aportan los misiles franco-británicos Scalp/Storm Shadow― y, poco después, Washington ―que envía los Himars y ATACMS― avalaran los ataques a territorio ruso para frenar la ofensiva iniciada el 10 de mayo contra Járkov, el número de bombas y muertes civiles en esta provincia ha caído.
Bien fuera por la disuasión de este nuevo margen de maniobra en el frente ―Ucrania ha sido capaz de golpear baterías de S-300 y S-400 en la región rusa de Bélgorod―, bien por el buen hacer del jefe del ejército, Oleksandr Sirski, Kiev ha contenido la arremetida de Moscú. “Los ataques en las zonas fronterizas rusas han ayudado a proteger vidas”, manifestó el pasado domingo Zelenski en un mensaje grabado. “También lo serán otras decisiones audaces que deben tomarse, que necesitamos y que estamos debatiendo con nuestros socios”. Es decir, no basta con lo que hay. Pese a los avances, el pasado sábado, un nuevo ataque con bombas guiadas causó la muerte de siete personas en Vilniansk, una pequeña localidad de la provincia de Zaporiyia, en el sureste del país. Tres de las víctimas eran menores de edad.
El principal destinatario de la última petición de Kiev es Washington. El presidente Joe Biden avaló el uso de su munición contra territorio ruso junto a la frontera, pero no incluyó en este nuevo margen de acción a los misiles ATACMS, con un alcance mayor. El director ejecutivo del Centro de Cooperación y Seguridad de Ucrania, Dmitro Zhmailo, explica en un intercambio de correos la relevancia de estos proyectiles: “Tienen un alcance de hasta 300 kilómetros. Esta zona de destrucción incluye más de 100 unidades militares y, lo más importante, unas 18 bases aéreas desde donde los aviones rusos bombardean Ucrania”.
Se desconoce con exactitud cuál es el límite impuesto por EE UU para el uso de sus misiles contra territorio ruso. El pasado 21 de junio, el diario The Washington Post afirmaba de fuentes ucranias que ese rango estaría por debajo de los 100 kilómetros desde la frontera ucrania. Este mismo periódico citaba las palabras, muy abiertas a la interpretación, del asesor de seguridad nacional, Jake Sullivan, en entrevista con la cadena PBS: “No se trata de geografía. Se trata de sentido común. Si Rusia está atacando o está a punto de atacar desde su territorio a Ucrania, lo único que tiene sentido es permitir que [Kiev] responda a las fuerzas que la atacan desde el otro lado de la frontera”.
Rusia lanzó alrededor de 800 misiles guiados —como las bombas de Vilniansk— en la última semana de junio. El ministro de Defensa ucranio, Rustem Umerov, informó recientemente de que, desde el inicio de este año hasta mayo, habían sido 10.000 los proyectiles de este tipo que habían caído en suelo ucranio. Estas armas, de corto alcance y más baratas que otras municiones, son una auténtica pesadilla para militares y civiles de las provincias fronterizas de Donetsk, Járkov y Sumi ―según datos de Naciones Unidas, 174 civiles murieron en mayo, por 690 que resultaron heridos, la cifra más alta registrada desde junio de 2023―. Se pueden lanzar desde territorio ruso, pero a una distancia que, de momento, no está al alcance de la artillería ucrania.
La otra pesadilla de los ucranios son las bombas planeadoras, muy escurridizas para los sistemas de defensa antiaérea porque no arrastran la propulsión y el calor que suelen captar los radares antes de activar los cohetes de interceptación. Según los datos del Gobierno ucranio, más de 3.000 de estos proyectiles golpearon objetivos solo en marzo. Como las guiadas, las planeadoras se pueden lanzar desde puntos muy alejados del rango de los misiles ucranios. Incluso si es un caza ruso el que las dispara cerca de la frontera, su puerto de salida suele estar a mayor distancia.
Ahí es a donde quiere llegar Kiev ahora. “Los ataques a las bases aéreas militares”, prosigue Zhmailo, experto militar y político, “obligarán al mando ruso a retirar los aviones de la zona potencial de daño a puntos más alejados de la frontera de Ucrania. Esto afectará la efectividad del uso de los aparatos de combate rusos: aumentará el tiempo que tardan en volar hasta el lugar de lanzamiento de las bombas”. El margen de reacción de la defensa será mayor, así como la seguridad de las ciudades.
Este miércoles, un nuevo ataque ruso con misiles y drones causó la muerte de ocho personas en Dnipró, ciudad situada en el centro del país. El bombardeo dañó además un centro comercial, colegios y guarderías. Zelenski repitió su mensaje: más munición para la defensa antiaérea ―Alemania informó este viernes a través de su embajador en Ucrania, Martin Jaeger, de la llegada de su tercer envío de sistemas Patriot― y más ataques de largo alcance contra las bases rusas. “Estamos comunicando de forma activa todo esto a nuestros socios”, informó el presidente ucranio a través de su perfil de Telegram, “a todos los niveles”.
Este lunes, una delegación de demócratas y republicanos del Congreso estadounidense viajó a Kiev para reunirse con Zelenski. El republicano Mike Turner, presidente del Comité Permanente de Inteligencia de la Cámara de Representantes, manifestó tras la cita que Ucrania debe tener permiso para alcanzar “objetivos militares válidos” en territorio ruso. A veces los mensajes en Kiev, en suelo ucranio, distan mucho de lo que se dice en casa. En esta ocasión, Turner insistió en algo de lo que ya se había hablado en Washington. El pasado 26 de junio, durante la reunión del Comité de Relaciones Internacionales de la Cámara de Representantes, tanto el congresista republicano Joe Wilson como el demócrata Gregory Meeks mostraron su apoyo al levantamiento de las restricciones impuestas a Ucrania para atacar hacia territorio ruso.
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