Israel anuncia la retirada de sus tropas terrestres del sur de Gaza
El ejército israelí alude a que han cumplido su misión en Jan Yunis y necesitan “recuperarse” para llevar a cabo “futuras operaciones”. EE UU enfría la posibilidad de una desescalada en la guerra en la Franja. Se reanuda el diálogo en El Cairo
El ejército israelí ha anunciado este domingo la retirada de sus tropas terrestres en el sur de la franja de Gaza, el mismo día en que se cumple medio año de la guerra en el enclave palestino, según ha confirmado un portavoz de la inteligencia militar israelí a EL PAÍS. Esta fuente ha justificado la decisión con el argumento de que esas tropas necesitan “recuperarse” para prepararse de cara a “futuras operaciones”, una vez concluida su “misión”, en alusión al desmantelamiento de la estructura local de la milicia Hamás que Israel asegura haber completado en Jan Yunis, la ciudad meridional donde las fuerzas armadas israelíes entraron hace cuatro meses.
“Hoy, domingo 7 de abril, la 98ª división de comandos de las IDF [Fuerzas de Defensa de Israel] ha concluido su misión en Jan Yunis. La división ha abandonado la franja de Gaza para recuperarse y prepararse para futuras operaciones”, ha asegurado el portavoz militar israelí a través de un mensaje de WhatsApp. Luego, ha añadido que “una importante fuerza [terrestre] dirigida por la 162ª división y la brigada Nahal sigue operando en la franja de Gaza, y preservará la libertad de acción de las IDF y su capacidad para llevar a cabo operaciones precisas basadas en inteligencia”. La brigada Nahal tiene entre sus cometidos vigilar el llamado corredor Netzarim, la carretera construida parcialmente por los militares israelíes que separa el norte y el sur de Gaza.
El portavoz de Seguridad Nacional de la Casa Blanca, John Kirby, ha enfriado desde Washington la posibilidad de una desescalada en Gaza, al asegurar que esa reducción de tropas obedece, como ha afirmado el portavoz militar israelí, a lo que se conoce en contextos de conflicto como R&R; es decir “rest and refit” (descanso y recuperación). Kirby sí ha sostenido, al contrario de lo manifestado por el portavoz israelí, que esa pausa “no indica necesariamente nuevas operaciones militares”.
Previamente, fuentes militares citadas por el diario Haaretz habían negado que la retirada de las tropas del sur de Gaza obedeciera a presiones de Estados Unidos al Gobierno del primer ministro israelí. Desde hace dos meses, Benjamín Netanyahu amenaza con desencadenar una ofensiva militar terrestre en Rafah, la ciudad en la frontera con Egipto donde se hacinan más de 1,4 millones de desplazados de una población total de 2,2 millones de gazatíes.
La Administración del presidente de EE UU, Joe Biden, no se ha opuesto de forma explícita a ese ataque, pero sí lo ha supeditado a la protección de los civiles que allí se refugian, una condición que para la ONU es imposible de cumplir. Una ofensiva terrestre que previsiblemente provocaría una “matanza” en Rafah —en expresión del subsecretario general de Asuntos Humanitarios de Naciones Unidas, Martin Griffiths— es lo más parecido a una línea roja que Washington y otros aliados occidentales de Israel han trazado a Netanyahu.
El jueves, Biden y Netanyahu mantuvieron una conversación telefónica, cuatro días después de que un ataque israelí contra un convoy de la ONG estadounidense World Central Kitchen (WCK) matara a siete cooperantes, de los que seis eran occidentales, entre ellos un estadounidense. En esa llamada, Biden arrancó a Netanyahu concesiones mínimas, pero a las que hasta ahora Israel se había negado, como la apertura del paso fronterizo de Erez para la ayuda alimentaria o que los suministros humanitarios para la Franja se desembarquen en el puerto israelí de Ashdod.
Sorpresa
Más de 33.000 palestinos han perecido en este medio año de guerra, según datos del Ministerio de Sanidad del enclave gobernado por Hamás. Al menos 13.000 eran niños, ha alertado Unicef, la agencia de la ONU para la infancia. Más de la mitad de los gazatíes que siguen vivos estaban ya a mitad de marzo en una situación “catastrófica”, según las organizaciones internacionales, y al borde de la hambruna, sobre todo en la mitad norte del territorio palestino ocupado.
El anuncio de la retirada de las tropas terrestres del sur de la Franja ha causado sorpresa, precisamente, por la insistencia del primer ministro israelí en que, tarde o temprano, atacará Rafah. Las fuentes militares citadas por la prensa del país este domingo no han mencionado a esa ciudad, pero sí han subrayado que si se marchan del sur de Gaza es porque ya “han hecho todo lo que podían hacer” en Jan Yunis, es decir, “desmantelar las brigadas de Hamás, matar a miles de sus miembros y destruir 30 kilómetros de túneles”.
Esas fuentes han señalado, además, que no es necesario “permanecer en el sector [el sur de la Franja] sin una necesidad [operativa]”. El ejército planea destacar en el futuro de forma permanente tres divisiones en la frontera con Gaza, desde donde podrían penetrar en el territorio siempre que lo consideren necesario, según el diario Haaretz.
La fuente que confirmó a EL PAÍS la retirada de esas tropas ha aludido a futuras “operaciones precisas basadas en inteligencia”. Otro diario local, The Times of Israel, sostiene que el ejército pretende privilegiar ahora incursiones focalizadas, tomando como modelo la que concluyó en el hospital Al Shifa, en el norte del territorio, a principios de esta semana. El asalto al que antaño fue el mayor complejo hospitalario de la Franja, que duró dos semanas, lo ha dejado como un “cascarón vacío” de edificios carbonizados, cascotes y cadáveres, denunció este sábado una misión de la Organización Mundial de la Salud (OMS) que penetró en lo que queda de sus instalaciones.
Algunos habitantes de Jan Yunis ya han empezado a regresar a su ciudad, tras la retirada israelí. Después de una ofensiva terrestre que ha durado cuatro meses e intensos bombardeos aéreos, gran parte de la localidad ha quedado arrasada, han relatado varios de ellos a Reuters.
Presión por el destino de los rehenes
En estos seis meses de guerra, el Ejército israelí asegura haber matado a más de 13.000 miembros de Hamás en Gaza y eliminado a 18 de sus 24 batallones. Sin embargo, a Netanyahu se le sigue escapando esa imagen de victoria total sobre Hamás que podría facilitar su difícil supervivencia política. El Gobierno israelí no ha podido demostrar haber descabezado la organización y se cree que su líder, Yahia Sinwar, sigue vivo en algún lugar de Gaza.
Mientras, el primer ministro afronta una creciente impopularidad, no por los 33.000 gazatíes muertos en la guerra, sino por la suerte de los rehenes secuestrados por Hamás y otros grupos durante el ataque del 7 de octubre, en el que además murieron 1.200 personas. Esa contienda no inquieta al 88% de los judíos israelíes que la apoyan, según los sondeos. Menos aún a la mitad de israelíes judíos que se opone a la entrada de ayuda humanitaria al enclave mientras no se libere a los rehenes. Incluso abogan por que el ejército use aún más fuerza.
Este sábado, más de 100.000 israelíes se congregaron en Tel Aviv en una manifestación para reclamar al Gobierno de Netanyahu un acuerdo para la liberación de los 133 rehenes que siguen en la Franja, de los que se cree que un tercio están muertos. Los manifestantes clamaron también por la celebración de unas elecciones anticipadas que el primer ministro perdería claramente, si se confirma el pronóstico de las encuestas. La multitudinaria muestra de rechazo al primer ministro se produjo poco después de que se conociera que el ejército israelí había recuperado en Gaza el cuerpo de uno de esos rehenes, Elad Katzir.
Quienes participaron en la protesta, la más grande desde el inicio de la guerra, exigieron a Netanyahu un acuerdo con Hamás para liberar a los secuestrados, que Israel lleva semanas negociando en El Cairo. Se espera que este domingo una delegación israelí viaje a la capital egipcia para una nueva ronda de negociaciones con Hamás, bajo la mediación de Egipto, Qatar y EE UU. Como suele hacer antes de cada una de esas rondas, Netanyahu ha “dejado claro a la comunidad internacional”, en una reunión del Gabinete de guerra este domingo, que “no habrá un alto el fuego sin el retorno de los rehenes”, antes de celebrar que la “Administración de Biden” le haya garantizado su apoyo en esa cuestión, según ha dicho. Luego ha acusado a Hamás de impedir una nueva tregua con sus “peticiones maximalistas”.
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