Que dejen en paz el Holocausto
Las comparaciones con la Shoah, como las que ha realizado Netanyahu, minimizan el horror que está viviendo Oriente Próximo
El filósofo judío Leo Strauss acuñó la idea de que cuando alguien traza una comparación con Hitler en una discusión significa que ya la ha perdido. Desde el ataque terrorista de Hamás contra Israel y la respuesta con bombardeos masivos sobre Gaza, las comparaciones se han multiplicado. Durante la visita del presidente francés, Emmanuel Macron, el primer ministro israelí, Benjamín Netanyahu, declaró este martes: “Hamás son los nuevos nazis”. También sostuvo que niños israelíes tuvieron que “esconderse en áticos como Anne Frank”. Anteriormente, había comparado los crímenes de la milicia islamista palestina con Babi Yar, el exterminio de los judíos de Kiev por parte de los nazis, que asesinaron el 29 y el 30 de septiembre de 1941 a 33.771 personas en un barranco cercano a la capital ucrania.
Asimismo, se han producido numerosas comparaciones de Israel con los nazis, en las manifestaciones, en las redes sociales y por parte de mandatarios. El presidente de Colombia, Gustavo Petro, escribió el 10 de octubre en su cuenta de X (la red social que antes se llamaba Twitter): “Gaza aparece hoy tan destruida o más que el gueto de Varsovia” después “de la insurrección judía y socialista, ese campo de concentración fue destruido por la barbarie nazi”.
Lo que está ocurriendo en Oriente Próximo es tan grave, tan horrible, el coste humano es tan espeluznante —las autoridades de Gaza sostienen que 750 palestinos han muerto bajo los bombardeos sobre la Franja solo en las últimas 24 horas—; la barbarie de Hamás del 7 de octubre demostró una deshumanización tan profunda de sus víctimas que cualquier comparación con el Holocausto no solo es falsa, sino que parece minimizar el horror actual.
El Holocausto es un crimen que no admite comparación, pero desgraciadamente no es el único genocidio que conoció el siglo XX ni el siglo XXI. En su incursión asesina, los milicianos de Hamás dispararon contra hombres, mujeres y niños, en su inmensa mayoría civiles, asesinaron a personas solo por el hecho de ser judíos, solo por haber nacido. Es un crimen contra la humanidad. ¿Por qué hay que sacar a relucir el Holocausto?
La Shoah representó el primer y único intento de asesinar de forma industrial a todo un grupo humano, los judíos, y fue la culminación de un proyecto, el nazismo, basado en el racismo y el crimen. El historiador y periodista de la BBC Laurence Rees acababa su libro de 2018 El Holocausto haciéndose precisamente esta pregunta: ¿Es el Holocausto un acontecimiento único en la historia? Su conclusión era clara. “En los últimos tiempos he llegado a estar de acuerdo con el fallecido profesor David Cesarini que, en una conversación que tuvimos hace unos años, lo expresó de forma muy elocuente: ‘Nunca antes en la historia, un líder decidió que, en un espacio temporal delimitado, un grupo étnico o religioso debía ser totalmente eliminado y que crearía todo el equipamiento necesario para llevar a cabo este fin’. Eso no tiene precedentes”.
La masacre de Babi Yar, que ha citado Netanyahu —el político israelí ya ha manipulado la historia y el Holocausto en otras ocasiones— es un ejemplo claro: por primera vez no se trató de una represalia masiva contra civiles, ni de un fusilamiento de judíos a cielo abierto como habían tenido lugar en Polonia y en Rusia desde el principio de la II Guerra Mundial, sino que los nazis quisieron exterminar a todos los judíos de Kiev de manera sistemática. Los campos de la muerte, como Auschwitz o Treblinka, también fueron únicos: fábricas de matar con cámaras de gas.
El Holocausto es un crimen único, pero también representa una enseñanza de hasta dónde puede llegar la violencia del ser humano contra el ser humano cuando se pone en marcha un proceso de deshumanización, cuando se considera que el contrario no merece vivir solo por el hecho de existir.
Varios juristas —entre los que se encontraban el expresidente del Tribunal Supremo del Reino Unido, Lord Neuberger, y el abogado y escritor Philippe Sands— publicaron una carta en el Financial Times en la que mostraban su horror por lo que estaba ocurriendo “como judíos, con familiares y amigos directamente afectados por la tragedia que se ha abatido sobre Israel”. Consideraban que Hamás había cometido crímenes contra la humanidad y de guerra al violar las convenciones de Ginebra y que Israel tenía derecho a defenderse, pero mostraban su “enorme preocupación” por la respuesta del Estado judío —han muerto más de 2.300 niños bajo las bombas desde el principio de la ofensiva—. “En estos tiempos de dolor y terror, la noción de que existen leyes por las que todos debemos regirnos es desafiante pero esencial. La historia judía nos enseña que no podemos renunciar a ellas”, terminaba su artículo. El Holocausto es único y por eso representa también una enseñanza: el abismo existe y no tiene final.
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