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Los armenios de Nagorno Karabaj se rinden ante Azerbaiyán al constatar la falta de apoyo internacional

Las autoridades del enclave anuncian un alto el fuego tras la muerte de cientos de personas. Más de 10.000 civiles han sido evacuados debido al avance de Bakú

Nagorno Karabaj
Militares rusos evacuaban este miércoles a un grupo de civiles en Nagorno Karabaj.RUSSIAN DEFENCE MINISTRY (via REUTERS)
Andrés Mourenza

Veinticuatro horas después de iniciarse los bombardeos azerbaiyanos sobre Nagorno Karabaj, las autoridades de este enclave armenio en territorio de Azerbaiyán han rendido sus fuerzas al constatar la falta de apoyo internacional. “La reacción de los actores internacionales ante la situación creada en Artsaj [como denominan los armenios a la región en disputa] no es la adecuada y no se han tomado medidas, por lo cual Artsaj se ve forzada a dar los pasos adecuados con el objetivo de garantizar la seguridad física de su población”, se lee en un comunicado atribuido al presidente de la autoproclamada República de Artsaj, Samvuel Shahramanián.

Bajo mediación de las fuerzas de pacificación de Rusia desplegadas en la zona se ha alcanzado un acuerdo de alto el fuego que entró en vigor a las 13.00, hora local (dos horas menos en la España peninsular). Este acuerdo implica la retirada de las fuerzas militares vinculadas a la vecina República de Armenia que pudieran seguir en Nagorno Karabaj, así como la “disolución y desarme completo” de las fuerzas armenias locales. Las autoridades karabajíes se reunirán el jueves con representantes del Gobierno de Bakú en la ciudad de Yevlax, en Azerbaiyán, para tratar de llegar a un acuerdo sobre “los derechos y la seguridad” de los armenios del enclave, dentro de la “Constitución de Azerbaiyán”.

Una fuente vinculada al Gobierno karabají concedió que esta decisión ha sido muy “difícil” de tomar, pero añadió que no quedaba otro remedio dadas “las muchas bajas” que estaban sufriendo los armenios. Según la oficina del Defensor del Pueblo del Nagorno Karabaj, hasta las 21.30 del miércoles se había recibido información de “al menos 200 muertos”, diez de ellos civiles, y “más de 400 heridos”. Unos 10.000 civiles han tenido que ser evacuados de la zona del frente, ante los avances de las tropas azerbaiyanas. Las informaciones de fuentes de ambos bandos apuntan a que las tropas de Bakú han tomado el control de varias colinas estratégicas, aldeas y tramos de carretera, cortando así las comunicaciones armenias en diversos puntos.

Azerbaiyán no ha dado un parte de bajas militares y únicamente ha reconocido una baja civil, si bien periodistas independientes y activistas azerbaiyanos que citan fuentes municipales y familiares sitúan entre 15 y 20 los soldados muertos. Este miércoles también fallecieron varios miembros del contingente de paz ruso, tiroteados cuando regresaban de un puesto de observación en la aldea Dzhaniatag, según informó el Ministerio de Defensa ruso, sin concretar el número de bajas ni el origen del ataque.

Desarme y disolución

El martes, unas horas después de iniciados los bombardeos, las autoridades karabajíes habían solicitado una reunión con el Gobierno azerbaiyano para detener las hostilidades, pero la respuesta de Bakú fue que únicamente lo haría si las fuerzas armenias aceptaban el desarme y se desarticulaba la “entidad separatista”, en referencia a la República de Artsaj. Desde 2020, el Ejecutivo dirigido por el presidente Ilham Aliyev ha sostenido que, dado que el enclave es parte del territorio internacionalmente reconocido como de Azerbaiyán, la cuestión de Nagorno Karabaj es un “asunto interno”.

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Poco después del anuncio de las autoridades armenias de Nagorno Karabaj, el Ministerio de Defensa de Azerbaiyán también confirmó el acuerdo de alto el fuego, asegurando que las fuerzas armenias han aceptado “deponer las armas, abandonar las posiciones de combate y los puestos militares y desarmarse completamente”, así como entregar al ejército azerbaiyano las armas y equipo pesado. En el comunicado, sin embargo, no hay ninguna referencia a las demandas políticas de disolución del Gobierno karabají, algo que se prevé que sea tratado en la reunión de Yevlax.

“El tiempo corre en nuestra contra, pues se hace obvio que ningún actor internacional, incluidos rusos y estadounidenses, quiere parar la guerra. Para mí, es innegable que la Federación Rusa, Estados Unidos y la Unión Europea apoyan total y criminalmente el programa de Azerbaiyán para subyugar al pueblo de Artsaj”, escribió en su canal de Telegram Artak Beglarián, exministro de Estado y ex Defensor del Pueblo de Nagorno Karabaj. “En una situación geopolítica tan difícil, y en una guerra tan desequilibrada, nuestros heroicos muchachos no serán capaces de lograr resultados significativos, incluso si les cuesta su vida. Estamos completamente rodeados y solos, incluso la Madre Armenia ha abandonado a Artsaj en esta lucha”, añadió Beglarián en referencia a que el Gobierno de la vecina República de Armenia, principal sostén de la viabilidad del enclave armenio, se ha desentendido de la situación, pues busca firmar un acuerdo de paz definitivo con Azerbaiyán.

Horas después del anuncio de alto el fuego, varios miles de personas se agolpaban en las pistas del aeropuerto karabají de Stepanakert, en desuso desde la década de 1990 pero actual base de las fuerzas de paz rusas. Se trataba tanto de familias escoltadas desde las zonas de combate por los soldados rusos como de aquellos que, por sus propios medios, acudieron al lugar en busca de un método para huir de Nagorno Karabaj. Desobedecían así los consejos de las autoridades del enclave, que pidieron a la población “no sucumbir al pánico y no ir al aeropuerto” porque no habrá evacuaciones aéreas, según informó Reuters. Muchos se quejaban de la falta de agua, de comida y de información.

“La gente dice que, aunque no es oficial, tendremos que evacuar, que ya no existirá Artsaj... Ahora camino por la ciudad, miro alrededor, todo el mundo ha salido de los refugios y quiere saber qué les espera”, se quejaba Narine Kocharián, una residente de Stepanakert, la capital del enclave, entrevistada por la Radio Pública de Armenia. Hay mucha incertidumbre entre los habitantes de Nagorno Karabaj. Y aún más temor a lo que les pueda ocurrir cuando Azerbaiyán extienda por completo el control sobre la zona.

En un discurso televisado, el presidente Aliyev anunció que quiere “construir una vida en común [junto a los armenios del Karabaj] basada en la paz, el entendimiento y el respeto mutuo”. Con todo, también hizo hincapié en la necesidad de que se marchen los líderes armenios que “han lavado el cerebro” de los karabajíes y de acabar con la “junta criminal”, en referencia a las instituciones armenias de la República de Artsaj. Antes, el líder de Azerbaiyán ya había avisado de que aquellos que armenios no aceptasen la ciudadanía y las leyes de su país deberán “abandonar Karabaj”.

Rusia achaca a Armenia la derrota karabají

El martes, cientos de personas se manifestaron en Ereván ante la Embajada rusa, reclamando su intervención, y la oficina del primer ministro, Nikol Pashinián, para reivindicar su dimisión. Las protestas se saldaron con varias decenas de heridos. Este miércoles, miles de partidarios de la oposición salieron a las calles de Ereván para exigir la marcha del Gobierno, al que consideran responsable de la derrota.

En un comunicado leído ante las cámaras, Pashinián explicó que la República de Armenia “no ha tenido nada que ver” en la redacción del acuerdo de alto el fuego ni en las condiciones impuestas por Azerbaiyán y aceptadas por los líderes armenios de Nagorno Karabaj. “Esperamos que la escalada militar no continúe. La estabilidad y el cese de las hostilidades es aún más importante en estas condiciones”, afirmó. Y añadió que los combates “se han reducido rápidamente”, pero no se han detenido por completo. Varias fuentes del interior del Nagorno Karabaj explican que este miércoles se seguían oyendo disparos.

El primer ministro armenio, muy crítico con la pasividad de Rusia en el conflicto, subrayó también que, al haber sido alcanzada la nueva tregua por mediación de Moscú, las fuerzas de paz rusas tienen “la obligación” de garantizar la seguridad de los armenios de Nagorno Karabaj y las condiciones para que puedan ejercer su derecho de seguir viviendo en “su tierra”.

Por su parte, Rusia ha culpado al Gobierno armenio de esta derrota, y ha justificado la pasividad de sus tropas en el Karabaj con el acercamiento de Armenia a Occidente, informa desde Moscú Javier G. Cuesta. “Una medida que tuvo un impacto dramático en la perspectiva de un acuerdo sobre Nagorno Karabaj fue el reconocimiento por parte de Ereván de que Nagorno Karabaj es parte del territorio de Azerbaiyán en las cumbres de octubre de 2022 y mayo de 2023, celebradas bajo los auspicios de la Unión Europea”, ha remarcado el Ministerio de Exteriores ruso a través de un comunicado donde ha defendido la inacción de sus fuerzas: “Esto cambió las condiciones bajo las que los líderes de Rusia, Azerbaiyán y Armenia firmaron la declaración de paz de 2020, así como el estatus del contingente ruso de paz”.

En realidad, Pashinián se había mostrado dispuesto a aceptar la soberanía azerbaiyana sobre Nagorno Karabaj, pero bajo la condición de que se diesen “garantías” a la pervivencia de los armenios en este enclave. Moscú afirma que sus militares “han actuado de buena fe”, remarca que lo más importante ahora es “encontrar una solución pacífica al problema de Nagorno Karabaj” y pide “hacer todo lo posible para garantizar los derechos y la seguridad de la población”.

El portavoz del Kremlin, Dmitri Peskov, también ha respondido a las críticas de Ereván por su inacción después de reconocer que sus tropas no actuarían si no son atacadas. “Estas acusaciones contra nosotros son absolutamente infundadas”, ha manifestado el Kremlin, que ha calificado a Armenia como “un país cercano e importante aliado” antes de matizar que Azerbaiyán también es “un socio nuestro muy importante”. Peskov ha defendido el ataque de Bakú sobre Nagorno Karabaj con el argumento que niega a Ucrania en torno a Crimea y Donbás: “Estamos hablando de acciones del ejército azerbaiyano en su territorio de iure”.

El conflicto en Nagorno Karabaj se inició a finales de la década de 1980, cuando, al calor de la perestroika iniciada por los líderes de la URSS, los armenios de esta provincia autónoma empezaron a exigir su independencia de la República Socialista Soviética de Azerbaiyán y su unión con la vecina República Socialista Soviética de Armenia. Esto desembocó en enfrentamientos entre las poblaciones armenia y azerí del Karabaj. Con la desintegración de la Unión Soviética, las tropas de interposición enviadas por Moscú se retiraron y el conflicto desembocó en una guerra abierta entre las recién independizadas Azerbaiyán y Armenia, que culminó en un precario alto el fuego tras tres años de combates, más de 30.000 muertos y un millón de desplazados. Los armenios se hicieron con el control de Nagorno Karabaj y de siete provincias azerbaiyanas circundantes, de las que expulsaron a la población azerí.

Impulsado por sus ingresos petrolíferos, que le permitieron reforzar su armamento, y con apoyo militar de Turquía e Israel, Azerbaiyán lanzó en 2020 una ofensiva para recuperar los territorios perdidos. Lo logró en apenas seis semanas de combates ―con más de 7.000 muertos en ambos bandos―, que concluyeron con un alto el fuego alcanzado bajo mediación de Rusia, pero que también otorga a Turquía un papel de observador.

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