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Sandra Torres disputará la presidencia de Guatemala con Bernardo Arévalo, el candidato sorpresa

El postulante del progresista Movimiento Semilla, surgido de las protestas anticorrupción de 2015, logra un inesperado segundo lugar en el recuento

Sandra Torres y Bernardo Arévalo, en Ciudad de Guatemala, el pasado 25 de junio.
Sandra Torres y Bernardo Arévalo, en Ciudad de Guatemala, el pasado 25 de junio.Reuters / EFE

La ex primera dama Sandra Torres, de la Unidad Nacional de la Esperanza (UNE), fue la opción más votada en las elecciones de este domingo en Guatemala y se enfrentará a Bernardo Arévalo, del Movimiento Semilla, un partido consolidado en la primavera ciudadana de Guatemala que inesperadamente se colocó en el segundo lugar de las preferencias de los guatemaltecos.

Con más del 98% de las actas procesadas, la candidata de la UNE, que pasó de la socialdemocracia a unas posturas más conservadoras, tiene el 15,8% de los votos frente al 11,8% de los apoyos del líder del Movimiento Semilla, de centroizquierda. Ambos candidatos se enfrentarán en la segunda vuelta que se celebrará el 20 de agosto. Tras un recuento que se ejecuta de forma manual y avanzó con lentitud desde el cierre de las urnas, a las seis de la tarde, el Tribunal Supremo Electoral (TSE) dijo sobre las 3.30 de la mañana que la tendencia era irreversible.

El ascenso del Movimiento Semilla en la primera vuelta de este domingo fue la gran sorpresa de la jornada. Ninguna encuesta de las publicadas durante la campaña le daba más del 3% de los votos. Esos sondeos situaban en segunda y tercera posición al diplomático Edmond Mulet y a la exdiputada Zury Ríos, hija del dictador Efraín Ríos Montt, que finalmente quedaron en quinto y sexto lugar con el 6,73% y el 6,58% de los votos, respectivamente. Por delante de ellos quedaron en tercera y cuarta posición Manuel Conde, del partido oficialista Vamos, con un 7,83% de los votos, y Armando Castillo, de Vivir, con el 7,29%.

La victoria del voto rechazo

Las elecciones de este domingo mostraron en general un fuerte rechazo al sistema de los partidos tradicionales y la corrupción que permea diferentes niveles del Estado. De hecho, la mayoría de guatemaltecos que fueron a las urnas optó por el voto nulo (17,39%), un volumen que supera la aceptación que logró Torres, mientras que un 6,9% de los ciudadanos votaron en blanco.

Tras una campaña marcada por las denuncias de fraude por la cancelación de tres candidatos que iban punteros en las encuestas, los tres postulantes excluidos del proceso, Thelma Cabrera, del izquierdista Movimiento de Liberación de los Pueblos, Roberto Arzú, del derechista Podemos, y Carlos Pineda, un finquero sin experiencia política previa que se hizo muy popular gracias principalmente a redes como TikTok, llamaron a sus seguidores a invalidar su voto a modo de rechazo frente a un proceso que han considerado fraudulento.

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Una voluntaria del instituto Belén muestra una papeleta a la presidencia invalidada por un votante en la que se lee: "Todos son ladrones".
Una voluntaria del instituto Belén muestra una papeleta a la presidencia invalidada por un votante en la que se lee: "Todos son ladrones".Esteban Biba (EFE)

La participación fue casi del 60%, algo más de dos puntos que la de las últimas elecciones, las de 2019, en las que ganó Alejandro Giammattei. De los 9,3 millones de guatemaltecos convocados a las urnas este domingo, 5,5 emitieron su voto. De ellos, más de 955.000 votaron nulo, más de 866.000 optaron por Sandra Torres y casi 649.000 por Bernardo Arévalo, que se acabó convirtiendo en el candidato de la esperanza para los ciudadanos cansados de los partidos tradicionales.

“Las presidenciales del domingo expresaron el rechazo de los los guatemaltecos a lo que llamamos el pacto de corruptos”, le dice a EL PAÍS el politólogo Ricardo Sáenz, en alusión a la alianza informal de políticos, élites burocráticas y empresarios que se protegen entre sí para mantener el poder. “Ese rechazo se manifestó en dos vías: uno, el voto nulo y en blanco, que es altísimo. Entre los dos suma el 24%: uno de cuatro electores; en segunda instancia, el respaldo al movimiento al Movimiento Semilla, que fue visto por el 12% de los de los votantes como una opción para contener esta ofensiva autoritaria, para contener la corrupción y para iniciar un proceso de cambio”.

Para Sáenz, la otra gran derrota fue la de Zury Ríos, la hija del dictador Efraín Ríos Montt, que falleció en 2018 a los 91 años mientras era juzgado por el genocidio de indígenas maya-ixiles durante la guerra (1960-1996). “Esto constata la derrota del riosmonttismo. Ya terminó. Se sepultó el mito de Ríos Montt, el supuesto candidato imbatible que las dos veces que participó, él en 2003, y su hija en las veces que ha participado, ha sido derrotado contundentemente”, añade.

El paso a la segunda vuelta de Arévalo fue totalmente inesperado, incluso para el propio partido y sus seguidores. Antes de la medianoche, cuando llevaban horas en segunda posición, Arévalo y su candidata a vicepresidenta, Karin Herrera, ofrecieron una rueda de prensa en la que interpretaban el resultado como un fuerte rechazo a la forma en la que se ha hecho política en Guatemala hasta ahora. “Creemos que el electorado estaba harto, cansado del sistema político cooptado y buscaba una alternativa decente y creíble”, dijo el candidato en el Centro Nacional de Información (CNI) instalado en un hotel capitalino.

Esta es la primera vez que el Movimiento Semilla postula candidatos a la presidencia. En las pasadas elecciones de 2019, un fallo constitucional frenó la aspiración presidencial de la exfiscal Thelma Aldana, ahora en el exilio como otros jueces, fiscales y operadores de la justicia que combatieron la corrupción y después fueron perseguidos. “Estamos muy contentos porque somos un partido político. No somos una colección de personas sino un partido que responde a una plataforma y una visión”, dijo Arévalo a los periodistas. “Nosotros siempre tuvimos claro que las encuestas no reflejan lo que las personas estaban pensando”, manifestó, si bien definió el paso a la segunda vuelta como una “agradable sorpresa”. Tres días antes de los comicios, las encuestas le pronosticaba un 2,9% en la intención de voto.

Sandra Torres en una comparecencia ante la prensa el domingo en Ciudad de Guatemala
Sandra Torres en una comparecencia ante la prensa el domingo en Ciudad de Guatemala.Moises Castillo (AP)

Poco después, Sandra Torres también habló a los medios. “No sabemos con quién, pero estamos preparados para ganar la elección y para que yo sea la primera presidenta de Guatemala”, dijo en una rueda de prensa en la que ya daba por hecho por hecho su paso a segunda vuelta. La ex primera dama también criticó la lentitud del recuento pese a la inversión hecha por el Tribunal Supremo Electoral (TSE) para mejorar el sistema de conteo.

“Estoy preparada para gobernar y para liderar Guatemala. Yo voy a llegar a dar resultados ese primer día de mi Gobierno. La gente me conoce y sabe que hemos trabajado, que tengo experiencia, conozco el Estado, conozco las necesidades de la gente. Cuando la gente más me ha necesitado ahí he estado”, dijo Torres por la noche en una entrevista con Nuestro Diario, un periódico popular y el de mayor circulación del país.

La ex primera dama frente al “hijo del mejor presidente de Guatemala”

Torres apela a su experiencia como primera dama durante el mandato del que fuera su esposo Álvaro Colom (2008 a 2011). Entonces, se puso al frente de programas de asistencia a la población más desfavorecida que llegaron a sectores rurales y zonas tradicionalmente abandonadas por el Estado. Es precisamente en esas áreas donde Torres, de 67 años y comunicadora de profesión, tiene un mayor apoyo. Sin embargo, la candidata de la UNE despierta un fuerte rechazo en las zonas urbanas, como se demostró en los dos comicios generales anteriores en los que perdió en la segunda vuelta frente a Jimmy Morales y Alejandro Giammattei. Eso ha llevado a que en los círculos políticos le llamen “la candidata que hace presidentes”, ya que el voto castigo a Torres favorece a cualquiera que se enfrente a ella.

Bernardo Arévalo en un acto de campaña de Semilla el 21 de junio.
Bernardo Arévalo en un acto de campaña de Semilla el 21 de junio.Moises Castillo (AP)

La ex primera dama, que se instaló en el partido socialdemócrata UNE con el que su marido presidió el país, ha mostrado un viraje a la derecha, pero evita hablar de su ideología. En una entrevista reciente, cuando le preguntaron por cómo se identificaba, Torres quitó peso a sus giros y remató con la frase: “Mi ideología es Guatemala”. En estas elecciones integra binomio con el expastor evangélico Romeo Guerra.

Por su parte, Bernardo Arévalo suele presentarse como “el hijo del mejor presidente de Guatemala”, un reconocimiento que varias generaciones le han concedido a Juan José Arévalo Bermejo, el presidente reformista que gobernó Guatemala de 1945 a 1951, después del triunfo de la Revolución de Octubre de 1944 que puso fin a dictaduras militares.

El sociólogo, doctor en filosofía y antropología social, que se identifica como socialdemócrata, tiene 64 años y nació durante el exilio de su familia en Montevideo, Uruguay, por la persecución del régimen militar que retomó el poder y derrocó al presidente Jacobo Árbenz Guzmán en 1954. Semilla postula a Karin Herrera, una docente universitaria de 54 años, como candidata a la vicepresidencia.

El presidenciable del Movimiento Semilla es uno de los fundadores de ese partido, que se conformó por intelectuales y profesionales jóvenes que rechazan las formas tradicionales de hacer política. El movimiento surgió como una opción política para responder a las demandas de las manifestaciones ciudadanas de 2015, que salieron a las calles para gritar contra la corrupción generalizada que la Comisión Internacional contra la Impunidad en Guatemala (CICIG) destapó en Guatemala.

En una entrevista con Guatevisión en la noche del domingo, el candidato de Semilla dijo que, de alcanzar la Presidencia, la corrupción sería el problema más urgente para su Gobierno. “Si no resolvemos eso, no vamos a poder recuperar la eficiencia de las instituciones”, afirmó. Y dijo que abriría la puerta a los jueces, fiscales, activistas y periodistas que se tuvieron que exiliar del país por sentirse perseguidos por su lucha anticorrupción. “Vamos a ser un Gobierno plenamente respetuoso de la separación de poderes”, dijo

Eso insufla las esperanzas sobre el retorno de los guatemaltecos en el exilio. “La victoria de Bernardo Arévalo me da mucha esperanza”, le dijo a EL PAÍS la comunicadora maya Lucía Ixchiu, porque “representa los cambios que propone una élite académica guatemalteca que quiere transformar al país y generar derechos para las grandes mayorías”. Como Ixchiu, un centenar de jueces, fiscales, defensores de Derechos Humanos y periodistas debieron salir del país ante la escalada de persecución contra actores anticorrupción que se aceleró durante el Gobierno de Giammattei.

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