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Más de la mitad de los británicos que apoyaron el Brexit creen que la salida de la UE ha sido un fracaso

Siete años después de la decisión de abandonar la UE, un 58% de los británicos votaría hoy a favor de reincorporarse al club comunitario, la cifra más alta desde el referéndum de 2016

Brexit Reino Unido
Un activista protesta contra el Brexit el 24 de mayo ante el Parlamento británicoEuropa Press/Contacto/Vuk Valcic (Europa Press/Contacto/Vuk Valcic)
Rafa de Miguel

Semanas después del asesinato del presidente John F. Kennedy, el número de estadounidenses que aseguraba haberlo votado en 1960 era notablemente superior al de los que realmente habían apoyado al demócrata. Con el Brexit, a medida que pasan los años, puede acabar ocurriendo lo contrario. Siete años después del referéndum que provocó el divorcio más doloroso de la historia reciente de Europa, más de la mitad (un 52%) de los que respaldaron esa decisión creen que ha sido un fracaso, según una encuesta que Uk in a Changing Europe, la organización que en el Reino Unido ha mantenido viva la llama del europeísmo durante todo este tiempo, ha encargado a la empresa demoscópica Public First.

Entre el 26 de mayo y el 2 de junio, una selección de más de 4.000 leavers (del verbo leave, irse o abandonar; como se conoce en la jerga política a los partidarios del Brexit) respondió a un amplio listado de preguntas cuyas respuestas, en el informe preliminar conocido esta semana, dibujan un arrepentimiento aún difuso pero cada vez más evidente. Si el vocablo Brexit surgió de la combinación Britain + Exit (Reino Unido + Salida), el nuevo término de moda es Bregret (Britain + Regret, es decir, Reino Unido + Arrepentimiento). Junto a los datos de esta encuesta, el tracking que realiza durante los últimos años la empresa YouGov refleja el mayor porcentaje hasta la fecha de británicos que hoy apoyaría la reincorporación del Reino Unido a la UE: un 58,2%.

“Muchos de los que respaldaron el Brexit creen que su fracaso se debe a que los políticos les han defraudado. El peligro de pensar así está en el deterioro que supone respecto a la confianza en los políticos o en la política”, ha señalado Anand Menon, profesor de Política en el King´s College y director de UK in a Changing Europe.

Una observación detallada de las tripas de la encuesta de UK in a Changing Europe muestra cómo todavía hay entre los euroescépticos una mezcla de rabia y negación de la realidad. Frente al 52% de los que afirman claramente que el Brexit ha acabado mal o muy mal, apenas un 10% defiende que su resultado ha sido bueno o muy bueno. En el medio hay un grupo curioso que recuerda, en su planteamiento, a las excusas esgrimidas por muchos de los políticos conservadores actuales, incluido el actual primer ministro, Rishi Sunak. Un 17% de los consultados asegura que el experimento no ha salido ni bien ni mal, y otro 15% afirma que todavía es demasiado pronto para sacar una conclusión en uno u otro sentido.

Las excusas del Brexit

Si el consenso de los analistas, cuando el Brexit apenas era una realidad imaginada, señalaba ya que su aplicación podría suponer una pérdida de hasta cuatro puntos porcentuales en el producto interior bruto británico, el transcurso de los años ha sido una cadena añadida de sorpresas desagradables. La inflación actual del Reino Unido, del 8,7%, tiene mucho que ver con una decisión que restó capacidad de producción y competitividad al país. El Gobierno de Sunak tuvo que dedicar un esfuerzo notable a reconducir un conflicto heredado, el del encaje de Irlanda del Norte en la era pos-Brexit, que había emponzoñado la relación entre Londres y Bruselas. Y la famosa promesa de los tories de erradicar del sistema jurídico británico todas las leyes (más de 4.000) incorporadas del acervo comunitario durante casi medio siglo resultó ser misión imposible. Downing Street apenas ha eliminado 600, las más irrelevantes, después de admitir que llevar a cabo ese compromiso supondría un caos inmanejable para administración y empresas.

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El político populista Nigel Farage, uno de los principales impulsores de la salida de la UE cuando estaba al frente del partido UKIP, ha sido uno de los primeros en admitir abiertamente el fracaso del Brexit. Lo dijo a mediados de mayo, pero se quitó de encima cualquier culpa: “Lo que todo esto ha demostrado, me temo, es que nuestros políticos son tan inútiles como los comisarios de Bruselas. Han hecho una gestión nefasta”, decía Farage a la BBC.

Sin embargo, los euroescépticos consultados por la encuesta de Public First demuestran tener una visión de lo sucedido ligeramente más honesta que la de Farage. Un 62% de ellos admite que “no había manera de que el Brexit pudiera haber salido bien”, desde la perspectiva que da el tiempo, frente a apenas un 29% que piensa que “había un modo de que el Brexit hubiera podido funcionar, pero no se llevó a cabo”.

El reparto de culpas es mucho más variado, e impide sacar una conclusión definitiva. Un 51% de los consultados cree que los políticos británicos fracasaron a la hora de cerrar un buen acuerdo con Bruselas. Un 32%, curiosamente, acusa al Partido Conservador de no haber creído nunca del todo en el Brexit y de no ponerlo en práctica de un modo correcto Otro 32% afirma que el Reino Unido se plegó demasiado a las demandas de la UE. E incluso un 17% piensa que la guerra de Ucrania cambió drásticamente el panorama hasta el punto de hacer imposible que el Brexit pudiera funcionar.

La encuesta, en cualquier caso, es un ejercicio de melancolía. Ni los conservadores ni la oposición laborista desean que el Brexit vuelva al debate político. Igual que el 72% de los consultados. Y sobre todo, no es lo mismo reconocer que las cosas no van bien que admitir una equivocación propia: un 84% de los euroescépticos que han accedido a responder siguen mostrándose orgullosos del sentido de su voto en el referéndum de 2016.

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Sobre la firma

Rafa de Miguel
Es el corresponsal de EL PAÍS para el Reino Unido e Irlanda. Fue el primer corresponsal de CNN+ en EE UU, donde cubrió el 11-S. Ha dirigido los Servicios Informativos de la SER, fue redactor Jefe de España y Director Adjunto de EL PAÍS. Licenciado en Derecho y Máster en Periodismo por la Escuela de EL PAÍS/UNAM.

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