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Un plan para buscar petróleo en el delta del río Amazonas causa fricciones en el Gobierno de Lula

El Ministerio de Medio Ambiente niega el permiso al proyecto de la petrolera Petrobras mientras el presidente deja la puerta abierta a llevarlo a cabo

Unos vaqueros acarrean ganado en el delta del río Amazonas
Unos vaqueros acarrean ganado en el delta del río Amazonas.Alamy Stock Photo

Construir pozos de petróleo en alta mar, a la altura del delta del Amazonas, de donde podrían sacarse millones de barriles de crudo. Es una hipótesis que Brasil tiene sobre la mesa y que empieza a generar fricciones en el Gobierno de Luiz Inácio Lula da Silva. La petrolera semiestatal Petrobras presentó un proyecto para explorar la zona y entender exactamente cuál es su potencial, pero el Ministerio de Medio Ambiente le ha negado la autorización citando posibles riesgos para la región. Cuando los técnicos de Medio Ambiente tumbaron con su informe la petición de la petrolera, Lula no dio el tema por cerrado y dejó una puerta abierta: “Si explotar ese petróleo es un problema para la Amazonia claramente no se explotará, pero lo veo difícil, porque es a 530 kilómetros de la Amazonia”.

Este martes, poco más de 24 horas después de las palabras del presidente, la ministra de Medio Ambiente, Marina Silva, se reunió con representantes de Petrobras y del Ministerio de Minas y Energía en el palacio presidencial, y al salir fue tajante: “Es una decisión técnica, y una decisión técnica, en un Gobierno republicano, se cumple”, zanjó. Los matices entre las dos declaraciones revelan el delicado equilibrio entre los intereses de la petrolera, que Lula ve como un emblema y motor económico del país, y las ideas más conservacionistas de Silva.

El proyecto de la empresa prevé explorar una zona que se encuentra a más de 500 kilómetros del encuentro del río Amazonas con el Atlántico y a 175 kilómetros de la costa del Estado de Amapá. El documento técnico del ministerio argumenta, entre otros puntos, que el plan no es viable porque no presenta garantías frente a posibles accidentes con derramamiento de petróleo y que falta información sobre cuál sería el impacto en tres tierras indígenas, a pesar de su lejanía.

Tras la negativa, el Ministerio de Minas y Energía no se quedó de brazos cruzados y pidió a Petrobras que mantenga las sondas que tiene en la zona haciendo estudios preliminares y que presente una nueva petición. La petrolera también señaló que la explotación de la zona forma parte de un compromiso asumido con la agencia estatal del petróleo, y que si no lo hace “incurrirá en multa contractual”.

Los ambientalistas argumentan que en el delta del Amazonas se encuentra el 80% de los manglares de Brasil, conformando el mayor cinturón continuo del mundo. Mar adentro, en las profundidades marinas, se esconden corales que aún han sido escasamente estudiados (las primeras imágenes vieron la luz hace apenas cinco años) y que despiertan la curiosidad de los científicos por su adaptación al agua dulce y salada. Los últimos estudios apuntan que este frágil ecosistema se encuentra a unos 100 kilómetros de la costa y que podría tener más de 56.000 kilómetros cuadrados, abarcando toda la costa norte de Brasil y parte de la Guayana Francesa. Organizaciones como Greenpeace hace tiempo que presionan para que se proteja esta zona. En 2018 incluso llegó al Parlamento una propuesta para blindarla creando un parque natural, pero fue rechazada tres años después.

Petrobras defiende que otras empresas ya trabajan en pozos en la vecina Guayana Francesa, y que todo lleva a pensar que en los fondos marinos en la parte brasileña podría esconderse “un nuevo presal”, en referencia a los valiosos yacimientos encontrados en la costa sur y sureste del país en 2006 y que el entonces presidente Lula interpretó como un maná.

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Se estima que la cuenca frente a la desembocadura del Amazonas podría albergar 10.000 millones de barriles de petróleo. Hace años, el descubrimiento del presal regó con el dinero de los royalties a los municipios y Estados donde se encuentran los yacimientos, algo que tienen muy presente en Amapá. Los políticos de este pequeño y remoto estado del norte de Brasil lamentan que el ministerio de Marina Silva haya dado carpetazo tan rápidamente y sin atender las demandas locales.

El senador Randolfe Rodrigues, jefe de la base parlamentaria que apoya al Gobierno y conocido por sus posturas ecologistas, expresó su malestar con Silva abandonando Rede, el partido al que ambos pertenecían. “El pueblo amapaense quiere tener el derecho a ser escuchado sobre la posible existencia y eventual destino de nuestras riquezas”, criticó.

A la ministra Silva la reunión de este martes y las presiones para que sea más flexible le deben traer recuerdos no muy agradables. En el segundo mandato de Lula dejó la cartera tras continuos enfrentamientos precisamente con el Ministerio de Minas y Energía, que en aquella época ocupaba la después presidenta Dilma Rousseff. Tras años distanciados, Silva y Lula hicieron las paces en la última campaña electoral. La veterana ambientalista dijo que Lula había cambiado y que entendió que el medio ambiente y la urgencia climática tenían que ser una prioridad en su agenda.

El presidente, de momento, trata la controversia con pies de plomo. Sabe que colocar Amazonas y petróleo en la misma frase es un cóctel explosivo que puede encender las alarmas fuera de Brasil, justo cuando el país empezaba a recuperar el prestigio en la diplomacia verde tras los cuatro años de retrocesos del expresidente Jair Bolsonaro.

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