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Los sudaneses que huyen de la violencia se topan con duras condiciones en las fronteras

La precipitada salida de decenas miles de personas choca con unos procedimientos de acogida lentos y con escasa ayuda humanitaria y falta de asistencia médica en los países de recepción

Sudán
Personas que huyen de Sudán llegan este viernes a Argeen, localidad fronteriza con Egipto.MOHAMED ABD EL GHANY (REUTERS)
Marc Español

La situación humanitaria en algunas de las regiones fronterizas hacia las que se están dirigiendo decenas de miles de sudaneses que huyen de los combates entre el ejército del país y las paramilitares Fuerzas de Apoyo Rápido está alcanzando límites alarmantes por la lentitud de la acogida en medio de una escasez generalizada de productos de primera necesidad y la falta de atención médica. Hasta ahora han salido de Sudán más de 50.000 personas, y la ONU cree que decenas de miles más lo harán si no se detiene la violencia.

Tanto el ejército como los paramilitares afirmaron el jueves que extenderían durante 72 horas un alto el fuego que iba a terminar aquella medianoche y que entró inicialmente en vigor el martes tras los esfuerzos de mediación de varios países. Aunque los combates no han cesado en ningún momento, la relativa reducción en la intensidad de las hostilidades que se ha registrado en algunos puntos del país desde entonces ha facilitado que miles de personas abandonen sus hogares en busca de un lugar seguro, la mayoría en zonas donde la situación de seguridad es más estable. Según la Organización Internacional para las Migraciones (OIM), los choques han dejado hasta ahora unos 75.000 desplazados internos. Desde el inicio de la violencia, el 15 de abril, se ha confirmado la muerte de 512 personas y más de 4.000 han resultado heridas, aunque se teme que las cifras reales sean superiores.

Entre quienes están directamente abandonando el país, uno de los principales destinos es Chad, que comparte una frontera de 1.400 kilómetros con Sudán y que ya ha acogido a 20.000 personas, según datos de la OIM, que asegura que la mayoría necesita urgentemente ayuda humanitaria básica como comida, agua y alojamiento. Un número considerable de quienes han cruzado esta frontera son retornados chadianos, a los que se suman muchas personas procedentes de la vecina región de Darfur.

El segundo principal destino de entre quienes están optando por huir del país está siendo la frontera con Egipto, donde la situación es crítica. Las autoridades egipcias permiten el acceso de sudaneses, pero no hay constancia de que hayan modificado los procedimientos habituales para acelerar las entradas. Esto está provocando colas de varios días en un paso fronterizo en el desierto y en medio de una escasez general de comida, agua, alojamiento y medicinas.

El Ministerio de Exteriores egipcio informó el jueves de que más de 14.000 refugiados sudaneses han cruzado la frontera, además de otros 2.000 ciudadanos de otros países, y el de Salud anunció este viernes que proporcionarán asistencia médica en la frontera, donde por ahora solo se había desplegado la Cruz Roja. La responsable de Relaciones Exteriores de la agencia de la ONU para los refugiados (Acnur) en Egipto, Christine Beshay, dijo a EL PAÍS el viernes que todavía esperan “la autorización final de las autoridades” para “desplegarse en las fronteras”.

En parte debido a las dificultades que se están registrando para cruzar hacia Egipto, miles de sudaneses que huyen de los combates se están dirigiendo a otros países vecinos. A Sudán del Sur, que no exige visado, ya han entrado unas 4.000 personas, la mayoría de ellas retornados sursudaneses, según la OIM. También se ha registrado la llegada de unas 3.500 personas a Etiopía, y de una cifra similar a República Centroafricana. Unas 3.000 personas más se han desplazado en barco hasta Arabia Saudí, según los últimos datos del reino.

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Atrapados en Jartum

Pese a este movimiento de personas, muchos sudaneses que se hallan en zonas castigadas por los combates se están quedando atrás, ya sea por la falta de recursos o de medios para huir. “El viaje solo es apto para personas jóvenes que puedan soportar el cansancio del trayecto; mis padres tienen más de 70 años y no podrán hacerlo”, se lamenta Moaz Ibrahim, un sudanés que desde fuera del país trata de sacar a sus padres de Jartum, la capital. “Seguiremos buscando una ruta mejor, ya que no contamos con ningún apoyo”, explica.

Además, algunos sudaneses se han quedado atrapados porque sus pasaportes permanecen en las embajadas donde habían solicitado un visado y no pueden recogerlos, ya que los diplomáticos de muchas legaciones han sido evacuados. En esta línea, la Oficina de Información Diplomática del Ministerio de Asuntos Exteriores de España ha afirmado a EL PAÍS que desde la evacuación de la misión española no se puede acceder a la Embajada, y que “a las personas que dejaron allí su pasaporte se les ha instado a obtener otro documento de viaje de las autoridades sudanesas”.

Un sudanés que solicitó un visado en la Embajada española en Jartum y que había dejado allí su pasaporte en abril explica a este diario que no se le ha ofrecido ningún tipo de ayuda ni de información sobre cómo recuperar el documento. “Cuando estalló el conflicto básicamente publicaron un número de emergencia en las redes sociales y cada vez que mis amigos o yo llamábamos nos decían que era imposible darnos el pasaporte y nos preguntaban si teníamos nacionalidad española o no”, cuenta con la condición de mantener el anonimato. “Estábamos deseando visitar España, y nos encontramos con que ahora no podemos escapar de una guerra gracias a la Embajada de España”, agrega.

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