Rusia avanza posiciones en el este de Ucrania al controlar la ciudad clave de Lisichansk
Moscú asegura que se ha hecho con la localidad de la provincia de Lugansk. El ejército ucranio confirma la retirada de sus tropas de la ciudad
Con un escueto comunicado y sin la retórica de victorias pasadas, el ejército ruso asegura haber cumplido la consecución definitiva de uno de sus dos primeros objetivos territoriales en Ucrania: la conquista de la provincia de Lugansk. Tras 130 días de combates, el ministro de Defensa ruso, Serguéi Shoigú, ha informado este domingo a Vladímir Putin de que la ciudad de Lisichansk (unos 100.000 habitantes antes de la guerra), la última de importancia que controlaba Kiev en la zona, ha caído en sus manos, según anunció el departamento militar ruso.
Horas después, el ejército ucranio ha reconocido la retirada de sus tropas de la localidad. “Continuar con la defensa de la ciudad habría tenido consecuencias letales. Para preservar la vida de los defensores ucranios, se ha tomado la decisión de retirarse”, ha informado el Estado Mayor General del ejército en un comunicado difundido en las redes sociales. Poco antes, el presidente ucranio, Volodímir Zelenski, había afirmado, sin embargo, que es “imposible decir que Lisichansk esté bajo control” ruso. “Hay combates en los suburbios”, añadió durante una rueda de prensa junto al primer ministro australiano, Anthony Albanese. Al margen de la información que aporta cada uno, no hay duda de que Rusia avanza en la región de Donbás.
Apenas una hora antes del mensaje de Shoigú, el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, Ígor Konashenkov, explicó que la batalla continuaba. “Las tropas rusas y las unidades de la República Popular de Lugansk están luchando dentro de Lisichansk, completando así la derrota de un enemigo cercado”, dijo el representante del ejército. El jefe de la zona separatista prorrusa de Lugansk comparó este 3 de julio “con el lejano 1945″, el año que acabó la II Guerra Mundial. “¡Felicito a todos por este nuevo gran Día de la Victoria! Esta fecha también tiene lágrimas en los ojos, las batallas fueron duras y sangrientas”, dijo a la agencia de noticias rusa Tass.
La batalla en torno a Lisichansk era “muy intensa” desde hace tiempo, con las tropas rusas “atacando sin pausa”, reconoció por la mañana en declaraciones a la BBC un portavoz del Ministerio de Defensa ucranio. El representante ministerial añadió que, aunque Rusia se haga con toda la provincia de Lugansk, la lucha por la zona de Donbás “no ha terminado”, ya que ciudades de la vecina provincia de Donestk están aún en manos ucranias. La polémica sobre si el anuncio de la toma de Lisichansk era real o no, tras un primer desmentido de Ucrania, recuerda a la que ya se vivió hace semanas en Severodonestk, localidad que los rusos tardaron aún en controlar en su totalidad desde el momento en el que dijeron que ya habían cumplido su objetivo.
El pasado 21 de febrero, tres días antes de comenzar su ofensiva, Vladímir Putin firmó sendos decretos que reconocían la independencia de las dos autoproclamadas repúblicas de Lugansk y Donetsk, algo que no han hecho otros aliados cercanos de Moscú como Kazajistán. El mandatario ruso concretó posteriormente que sus fronteras se corresponderían con las que trazaron los separatistas en mayo de 2014 en referéndums ilegales. Ello incluía el territorio que el Gobierno ucranio logró mantener tras la guerra librada hasta 2015.
Ofensiva de artillería
En el frente oriental, las tropas ucranias se están encontrando con una intensa ofensiva de artillería en zonas residenciales. En las últimas semanas, Moscú ha intensificado los ataques con misiles en zonas alejadas del frente de guerra, impactando en objetivos civiles. El Gobierno de Zelenski ha acusado a Rusia de terrorismo de Estado.
El experto militar ucranio Mijaílo Samus resta importancia a la toma de Lisichansk. “Ya al principio de la guerra, Putin dijo que había liberado toda la provincia de Lugansk. Pero han tardado cuatro meses en completar la operación”, asegura en una conversación telefónica. Samus sostiene que, desde una perspectiva global, la clave en la guerra para Ucrania es ahora liberar ciudades del sur como Jersón y Melitopol. Y el hecho de que todas las fuerzas rusas se concentren en la batalla en el este otorga más posibilidades a las tropas de Kiev de avanzar hacia el sur.
Samus cree que la estrategia rusa de atacar objetivos civiles sin interés militar ―como ocurrió este lunes en un centro comercial de Kremenchuk, en el centro del país, o el viernes en un edificio de viviendas a las afueras de Odesa— responde a la voluntad del Kremlin de incrementar la presión psicológica sobre la población ucrania y bajar su moral. “Por supuesto que es una tragedia para nosotros la pérdida de vidas humanas, pero Putin solo busca que nos desmoralicemos y que cada vez más ucranios piensen que nos enfrentamos a un enemigo demasiado poderoso, y que sería mejor rendirnos”, concluye.
El think tank estadounidense Instituto para el Estudio de la Guerra (ISW, por sus siglas en inglés) informó el sábado de que las imágenes de geolocalización mostraban que las fuerzas rusas no habían encontrado resistencia en su entrada en Lisichansk. El pasado 24 de junio el ejército ucranio informó de que se había retirado de Severodonestk. Ya entonces estaba claro que el próximo objetivo de las fuerzas de Moscú sería Lisichansk, la ciudad gemela al otro lado del río Donets. El ISW añadió que, con toda probabilidad, las tropas rusas se harían en los próximos días con toda la provincia de Lugansk. Una vez lo consigan, el próximo objetivo será Siversk, localidad de la vecina provincia de Donetsk.
Putin admite su preocupación por sus propias bajas
El Kremlin ha afirmado tener diferentes objetivos en Ucrania a lo largo de estos cuatro meses de combates. Putin anunció la entrada de sus tropas en Ucrania el 24 de febrero por tres frentes, incluso desde Bielorrusia, y alegó que su meta era “la desmilitarización y la desnazificación” del país. Posteriormente, tras abandonar los combates por Kiev en marzo, ha afirmado que se trata de una “operación militar especial para la defensa de las repúblicas populares de Donetsk y Lugansk”.
Leonid Pashenchik, líder de los secesionistas de Lugansk, celebró el avance ruso. “¡Los neonazis ucranios que vinieron a nuestra tierra a matar y robar fueron derrotados!”, afirmó con la retórica habitual sobre un territorio que Rusia ha reconocido que era ucranio durante más de tres décadas.
Putin admitió el pasado 29 de junio que el avance de sus tropas en el este se está produciendo con más cautela para evitar un mayor número de bajas. “No se debe hablar de plazos, así es la vida. Son cosas reales. Es incorrecto ajustarse a algunos plazos, esto se debe a la intensidad de las hostilidades, y la intensidad está directamente relacionada con las posibles pérdidas”, afirmó el mandatario, que recalcó que “todo marcha según el plan” porque las fuerzas rusas siguen avanzando.
En estos cuatro trágicos meses, el Ministerio de Defensa ruso solo ha anunciado dos veces una cifra oficial de bajas, la última de ellas el 25 de marzo, cuando aseguró haber registrado hasta entonces 1.351 fallecidos y 3.825 heridos entre sus tropas. Sin embargo, las cifras que estimaban el Gobierno ucranio y los países de la OTAN multiplicaban varias veces esos números.
El conflicto también ha llegado este domingo a la región rusa fronteriza de Belgorod, cuyo gobernador, Viacheslav Gladkov, informó de que al menos cuatro civiles murieron la noche del sábado al caer los fragmentos de un misil Tochka-U derribado sobre la capital. Según explicó posteriormente el portavoz del Ministerio de Defensa ruso, sus sistemas antiaéreos alcanzaron en total tres cohetes y varios drones.
La provincia de Lugansk era el frente desde el que Rusia partía con más ventaja por su control previo de la zona a través de los separatistas. La batalla por Donetsk, sin embargo, se aventura más complicada. Sus fuerzas aún no han llegado a la ciudad de Sloviansk, el lugar donde los paramilitares rusos encendieron la chispa de la guerra hace ocho años.
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