Josep Borrell: “No será por unanimidad, pero los países pueden actuar por su cuenta para cortar el petróleo y el gas ruso”
El jefe de la diplomacia de la UE insiste en seguir enviando material bélico a Ucrania: “La guerra se decidirá en el campo de batalla”
Cada vez que al jefe de la diplomacia europea, Josep Borrell (Puebla de Segur, Lleida, 74 años) le llama un ministro de Exteriores de la UE y le pregunta dónde se encuentra, le responde: “Comprando gas”. El alto representante para la Política Exterior, una de las personas clave en el torbellino de Bruselas desde que Rusia puso sus botas en Ucrania, considera esencial que los Veintisiete logren la independencia energética de Moscú, pero reconoce que de momento no existe la unanimidad necesaria para aplicar un embargo al petróleo y al gas que nutren cada día las arcas del Kremlin. Como alternativa, propone buscar esquemas voluntarios para cortar los lazos de los combustibles fósiles. E insiste en el apoyo a Kiev con el envío de armas: “La guerra tendrá que decidirse en el campo de batalla”, señala este jueves en una entrevista telemática con medios que forman parte de la alianza LENA, entre ellos, EL PAÍS.
Pregunta. Hace casi dos meses que el Kremlin inició esta guerra. ¿Cómo ve la situación?
Respuesta. El primer intento de Rusia de hacer una guerra relámpago ha fracasado. No han podido tomar Kiev. Han tenido que retirarse, cambiar su táctica y concentrar todos sus esfuerzos en Donbás. Por el momento han perdido. Para los ucranios el precio a pagar es muy alto: han sufrido un gran número de bajas, la destrucción de infraestructuras, civiles que huyen y que mueren, pero Rusia ha fracasado. Veamos la próxima batalla.
P. Una frase suya suscitó polémica hace unos días: “Las guerras se ganan o se pierden en el campo de batalla”.
R. Cuando el canciller de Austria regresó [de su reciente visita a Moscú] diciendo que Putin no quiere negociar, y que prepara una gran ofensiva en Donbás, dijo que la guerra en este caso tendrá que ser ganada en el campo de batalla. Es la consecuencia lógica. Si alguien dice que no quiere parar ni negociar y que seguirá luchando, entonces la guerra tendrá que decidirse en el campo de batalla. No veo por qué la gente dice: “¡Dios mío, lo que ha dicho!”.
P. ¿Iría a una mesa de negociación con el presidente ruso, Vladímir Putin?
R. Iría mañana mismo. Ahora, el problema es que Putin está diciendo que continuará la guerra. ¿Hasta cuándo? No lo sé. Mientras, tenemos que comprometernos a dar apoyo a los ucranios porque han sido agredidos, siendo conscientes de que cuantas más armas proporcionemos más nos compromete.
P. Cada vez se habla de más y más entregas de armas, de tanques y aviones ¿Corremos el riesgo de ser considerados cobeligerantes?
R. Es un equilibrio delicado. Apoyamos a una de las partes en una guerra sin querer ser parte de la misma. Nosotros aportamos armas, ellos sufren las consecuencias de la guerra. Como se suele decir: ellos ponen los muertos. Seguiremos haciendo este esfuerzo y aumentándolo, sin volvernos beligerantes. Solo queremos que los ucranios puedan defenderse.
P. ¿Se les apoyará hasta el punto de que Ucrania consiga recuperar incluso Crimea, por ejemplo?
R. Hay gente que nos critica diciendo que enviar armas significa que la guerra será más larga y provocará más muertos, y que hay que pararlo. Sí, ciertamente: si se deja de armar a Ucrania, se detendrá la guerra. ¿Y entonces qué? ¿No importa cómo se detiene? No es solo una cuestión de cuándo, es también una cuestión de cómo se detiene la guerra.
P. ¿Cuándo se aprobarán nuevas sanciones que incluyan el petróleo y el gas rusos?
R. No puedo dar una fecha. Todo el mundo puede especular; que yo sepa, no hay ninguna propuesta sobre la mesa, pero sí opciones sobre la mejor manera de hacerlo: ¿un impuesto? ¿una prohibición a las importaciones? ¿el sistema iraní? Muchos economistas dicen que lo racional sería encarecer el gas y el petróleo, de modo que se creen incentivos para buscar fuentes alternativas. Ninguna de estas propuestas ha alcanzado la unanimidad necesaria. Es una decisión que pertenece al Consejo Europeo [el órgano donde se sientan los líderes de los Veintisiete]. Es política de alto nivel. Y aún no ha habido un acuerdo.
P. ¿Qué tiene que suceder en Ucrania para que la UE corte totalmente estos lazos con Rusia y no siga casi como si nada? ¿Un Auschwitz? ¿Bombas nucleares?
R. No, no. Nadie sigue como si nada. Tratemos de hacer un poco de pedagogía. El Consejo Europeo no ha dado una orientación para aprobar un impuesto o una prohibición a la importación [de gas y petróleo]. Hay algunos Estados miembros, ya sabe cuáles, que han dicho claramente que lo vetarán. Si este es el caso, nos guste o no, no se puede tomar una decisión por unanimidad. Lo siento, pero es así.
P. ¿Ve alguna solución?
R. Si hay alguien que no quiere participar, otros sí pueden hacerlo. No se necesita unanimidad para actuar de forma voluntaria, siguiendo un plan. Pueden decidir actuar de acuerdo con una decisión colectiva, que no es oficialmente una decisión de la UE. No será por unanimidad, pero pueden actuar por su lado. Es lo que está ocurriendo ahora y está funcionando. No tendrá efectos mañana, es una senda de reducción. Alemania ha asegurado que se librará del petróleo ruso a finales de año. Y recuerde que Rusia recibe mucho más dinero del petróleo que del gas. Ya está ocurriendo. La disminución del petróleo que se compra a Rusia es muy importante. Y estamos sustituyendo el gas por otro procedente de distintas fuentes. No hacemos como si nada. Hablamos con todo el mundo y presionamos para que todos actúen. Cuando Alemania dice que para finales de año no habrá más petróleo ruso está haciendo un gran esfuerzo.
P. ¿Y el gas?
R. El petróleo es mucho más fácil porque no es una materia prima para la industria. Es solo una fuente de energía. El gas sí es una materia prima; en la industria petroquímica resulta insustituible. Pero sucederá. Rusia verá cómo el dinero procedente de la venta de petróleo y el gas disminuye. Si pudiéramos tener unanimidad estaría más que feliz, y estoy presionando para ello, proponiendo argumentos, explorando posibilidades, buscando alternativas. Cada vez que llamo a un colega del Consejo de Asuntos Exteriores y me preguntan dónde estoy, respondo: “Comprando gas”. Estoy en algún lugar del mundo, en Oriente Medio, en Congo, en Argelia, ¿haciendo qué? Comprando gas.
P. ¿Cómo queda la autonomía de la UE tras la crisis de Ucrania?
R. La autonomía es un concepto muy amplio, no solo militar. Es la capacidad de actuar sin estar limitado por otros. Y está claro que en muchos aspectos Europa carece de autonomía, y el más importante hoy es la energía. Dependemos crucialmente de los suministros que nos proporciona alguien con quien hoy tenemos una muy mala relación. Así que está claro que Europa tiene que luchar para tener esa autonomía energética, para empezar. Esto es lo más importante hoy. Se nos puede criticar que se debería haber hecho mucho antes, cuando Putin tomó Crimea. Ahora vemos el peligro real. Y todo el mundo está disminuyendo su consumo y su dependencia energética de Rusia.
P. ¿Y en términos militares?
R. Ahora todos están revisando sus arsenales para ver qué tipo de material tenemos para proporcionar a los ucranios. Es una buena comprobación. ¿Con qué tipo de suministros militares para hacer la guerra contamos? ¿Cuál es su calidad? Es una buena lección para construir mayor capacidad militar.
P. ¿Qué efectos tendrá la guerra en el resto del mundo?
R. Nos preocupa la narrativa de que las sanciones contra Rusia están creando hambre en el mundo. Ayer estuve hablando con el ministro de Asuntos Exteriores de Indonesia, cuyo país acogerá el G-20. Y me advirtieron sobre cómo se perciben las represalias entre los países emergentes. Van a sufrir efectos negativos porque aumentarán los precios de la energía y los alimentos. ¿Por qué? Por la guerra. Pero Rusia hace un gran esfuerzo en difundir —y China se hace eco— que esto es consecuencia de las sanciones de Occidente. Vamos a asistir a una batalla narrativa como la de las mascarillas y las vacunas.
P. ¿Qué mundo saldrá de esta guerra?
R. Estará mucho más fragmentado y esto creará perturbaciones económicas. El trigo se convertirá también en una especie de arma. Rusia ya está diciendo: “Nuestro trigo para nuestros amigos; los que no son nuestros amigos, no lo tendrán”. Habrá un nuevo panorama político, con Rusia y China en un lado; Occidente en el otro. Y un montón de países emergentes que se inclinarán por un lado u otro, según las circunstancias. ¿Recuerda durante la Guerra Fría, cuando hablábamos de países no alineados? Estamos asistiendo al renacimiento de un fenómeno similar.
Sigue toda la información internacional en Facebook y Twitter, o en nuestra newsletter semanal.
Tu suscripción se está usando en otro dispositivo
¿Quieres añadir otro usuario a tu suscripción?
Si continúas leyendo en este dispositivo, no se podrá leer en el otro.
FlechaTu suscripción se está usando en otro dispositivo y solo puedes acceder a EL PAÍS desde un dispositivo a la vez.
Si quieres compartir tu cuenta, cambia tu suscripción a la modalidad Premium, así podrás añadir otro usuario. Cada uno accederá con su propia cuenta de email, lo que os permitirá personalizar vuestra experiencia en EL PAÍS.
En el caso de no saber quién está usando tu cuenta, te recomendamos cambiar tu contraseña aquí.
Si decides continuar compartiendo tu cuenta, este mensaje se mostrará en tu dispositivo y en el de la otra persona que está usando tu cuenta de forma indefinida, afectando a tu experiencia de lectura. Puedes consultar aquí los términos y condiciones de la suscripción digital.