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El régimen de Argelia apaga las voces críticas

El diario ‘Liberté’ publica su última edición después de 30 años de historia, mientras los activistas que echaron a Buteflika malviven entre la cárcel y el silencio

Argelia
Un quiosco de prensa en Argel, con ediciones de 'Liberté' y 'El Watan', entre otros, en una imagen de archivo.Billal Bensalem (NurPhoto via Getty Images)
Francisco Peregil

El diario argelino Liberté, unas de las voces más críticas no solo en Argelia sino del mundo árabe, con 30 años de historia a sus espaldas, ha dejado de publicarse este jueves 14 de abril. Su propietario, el magnate Issad Rebrab, de 77 años, dueño del emporio agroalimentario Cevital y de la séptima fortuna de África, avanzó la noticia hace dos semanas a la redacción. La excusa fue económica, pero casi nadie cree en ella. Tanto la propia redacción como otros periodistas argelinos apuntan a las presiones de un régimen donde los generales siguen teniendo una gran ascendencia sobre el poder civil.

En su última portada el diario, fundado en 1992, en pleno enfrentamiento civil entre el poder militar y los islamistas, el diario recuerda que durante 30 años ha portado “los ideales de la democracia y de la libertad” y se ha constituido en “portavoz de la Argelia que avanza”. Y añade que la “aventura intelectual se apaga” bajo una “política mediática” “hostil, ineficiente y, sobre todo, perjudicial para los intereses y la imagen del país”.

Una muestra del grado de autonomía que mantuvo Liberté respecto al poder es que ha publicado miles de dibujos del caricaturista Dilem, de reputación internacional. La semana de mayo de 2021 en que las autoridades marroquíes alentaron la entrada de 10.000 emigrantes irregulares, Dilem dibujó al rey de Marruecos encendiendo con un puro la mecha de un cañón lleno de emigrantes, en dirección a España. Pero la misma irreverencia empleó Dilem con el poder civil y militar de su país. Cuando Abdelmayid Tebún ganó las cuestionadas elecciones presidenciales de diciembre de 2019, el dibujante publicó una viñeta demoledora donde podía leerse: “Tebún ejerce oficialmente sus nuevas funciones”. En ella se ve a un general muy parecido al entonces jefe del Ejército, Gaid Salah, recostado en una silla, y los pies en la mesa, ordenándole al nuevo presidente: “Un café con dos terrones de azúcar”. El último dibujo de Dilem, publicado en Liberté este jueves, es un ataúd bajo la frase de “el último cierre”. Y sobre el féretro: un martillo, con el que se han colocado los clavos para cerrar la tapa, y la palabra “Liberté”.

El otro gran diario crítico argelino, El Watan, le consagraba este miércoles un artículo donde decía que Liberté desaparecerá acompañado por un “suspiro de alivio” del dueño de la publicación, “que ya no podía soportar las recriminaciones repetidas de los poderes públicos sobre el contenido del diario”. El Watan lamentó el silencio con el que las autoridades políticas han acogido el fin del diario. “Ni siquiera un mensaje de gratitud a un periódico que ha jugado un papel importante en la vida del país, especialmente durante los años noventa”. En esa década se vivió una guerra civil entre el régimen y los islamistas. Y dos de los empleados del diario fueron asesinados por terroristas.

El vicepresidente de la Liga Argelina por la Defensa de los Derechos del Hombre (Laddh), Said Salhi, indicó a EL PAÍS que la excusa de las dificultades financieras, alegadas ante la redacción por un hijo del propietario, no se sostiene, ya que la fortuna de Rebrab puede permitirse financiar el diario. Salhi cree que la verdadera razón es que el magnate ya no soporta la presión. “Rebrab”, explica Salhi, “ha estado bajo el ojo del huracán del poder desde hace tiempo. Pero se equivoca si piensa que por sacrificar Liberté, echando a la calle a un centenar de periodistas, va a salvar sus negocios”.

El columnista del diario Mustapha Hammouche escribió este domingo que Liberté va a morir justo tres años después de que estallara el Hirak (movimiento en árabe), las grandes protestas que se produjeron a partir del 22 de febrero de 2019. Millones de personas, con los jóvenes al frente, protestaron contra la intención del octogenario Abdelaziz Buteflika de optar a un quinto mandato como presidente. No solo querían echarlo —y lo consiguieron a la sexta semana de protestas—, también pretendían cambiar el régimen. Luchaban por una verdadera democracia donde el poder civil no estuviera supeditado a los militares. Pero el régimen terminó imponiéndose de forma implacable.

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El pasado 22 de febrero se cumplieron tres años del nacimiento del Hirak. Y el régimen consiguió sofocar las manifestaciones en las calles. Días antes del aniversario fueron detenidos decenas de activistas. El columnista Hammouche recuerda que Liberté acompañó el Hirak con un “compromiso natural” y asume que el movimiento fracasó. Y ahora, el país vive bajo el signo de la “regresión política y cultural”.

El régimen ha usado con el Hirak la vieja táctica del palo y la zanahoria. Aunque la zanahoria nunca se la tragaron los activistas, los palos sí dieron resultado. El presidente, Abdelmayid Tebún, pronunció un discurso conciliador nada más ser elegido líder en diciembre de 2019. Declaró que “el Hirak bendito” había salvado a Argelia y añadió: “Le tiendo la mano para un diálogo franco por el bien de Argelia”. Tebún prometió conceder una gracia presidencial a 50 o 60 presos de este movimiento. Y cumplió su palabra.

Unos salen de la cárcel, pero entran otros

Pero Said Salhi señala que en el fondo, nada cambió: “Unos activistas salen de la cárcel, pero entran otros. Este 30 de marzo hubo una gracia presidencial y pusieron en libertad provisional a unos 70 detenidos de opinión. Pero ese mismo día se produjo la detención de otros activistas”.

La distancia entre las autoridades y la calle se ha ido agrandando en los tres últimos años. Todas las elecciones organizadas por el poder desde la muerte de Buteflika han sido boicoteadas por el Hirak. Y todas se han saldado con récords de abstención: desde las presidenciales de 2019, en las que venció Abdelmayid Tebún con una participación del 41,14%, hasta las legislativas del pasado junio, donde solo participaron el 30% de los electores.

Conforme las urnas se vaciaban de votos, las pateras se han ido llenando. En 2020, mientras en las islas Canarias se registraron 23.000 llegadas, en el Mediterráneo se batía un récord con el desembarco de más de 11.500 argelinos en los puertos de Almería, Murcia, Alicante y Baleares. Jamás se había alcanzado una cifra semejante.

El activista y periodista Imad Boubekri describe desde Argel un panorama en el que “el poder ha disuelto partidos políticos y asociaciones” y “la prensa se encuentra en una “encrucijada autoritaria sin precedentes”. “Ni siquiera en el periodo del reinado de Buteflika se produjo un atentado semejante contra las libertades y los derechos”, concluye.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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