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Marruecos asume el coste de cerrar sus fronteras contra la covid

La suspensión indefinida de vuelos con destino al país deja al turismo contra las cuerdas e impide la entrada de miles de marroquíes residentes en el exterior

Vuelos Marruecos
Un pasajero en el aeropuerto de Rabat-Sale, el 29 de noviembre.JALAL MORCHIDI (EFE)
Francisco Peregil

Marruecos está dispuesto a atrincherarse contra la variante ómicron de la covid-19, cueste lo que cueste. Las autoridades ya demostraron que no les temblaba el pulso cuando al inicio de la pandemia, en marzo de 2020, dejaron a decenas de miles de nacionales varados en el exterior, con las fronteras cerradas. En septiembre retrasaron hasta octubre la vuelta a los colegios y universidades. En octubre impusieron el certificado covid obligatorio para viajar y acceder a edificios públicos, hoteles y cafés. Eso desató protestas en varias ciudades que hicieron atenuar la exigencia del pase. Pero ante la llegada de la nueva variante, el Estado vuelve a mostrarse firme.

El 28 de noviembre, solo dos días después de que se detectara en Sudáfrica la variante ómicron, el Gobierno anunció la suspensión de conexiones aéreas y marítimas durante dos semanas. Y pocos días después, prolongó la cancelación de vuelos con destino a Marruecos de forma indefinida.

Las restricciones aéreas tuvieron un efecto económico inmediato. La compañía Ryanair anunció el 2 de diciembre que suspendía todos los vuelos con origen y destino a Marruecos hasta el 1 de febrero. Jason McGuinness, el director comercial de la compañía, lamentó en un escrito las “perturbaciones inútiles” ocasionadas a los viajeros y culpó al Gobierno marroquí por no aclarar si se podría volar después del 13 de diciembre. En el camino quedaron 230.000 pasajeros afectados hasta febrero, según Ryanair. Pero el Gobierno marroquí siguió adelante con sus medidas preventivas.

La aerolínea pública Royal Air Maroc ha anunciado en su cuenta de Twitter que tendrá cancelados sus vuelos de regreso hasta el 31 de diciembre. Ese tuit deja abierta una esperanza para el día en que podrán regresar los turistas y los propios nacionales. Pero la agencia oficial MAP informó el 13 de diciembre de que los vuelos estarán suspendidos hasta una fecha ulterior, sin aportar más detalles. Y hasta el momento, ninguna fuente oficial ha aventurado ninguna fecha.

La suspensión de los vuelos con destino a Marruecos está causando estragos en el sector turístico, una de las principales fuentes de riqueza en el país, junto a la industria y la agricultura. Un guía turístico de Marrakech, que habla con la condición del anonimato, explica que las Navidades europeas suelen ser una fecha en que la mayoría de los hoteles en la ciudad más turística del país están repletos.

El guía explica que todo el mundo en el sector contaba con las vacaciones de invierno para salir de una crisis que se prolonga ya casi dos años: “La gente había quemado el último cartucho de sus ahorros para acoger a los turistas ahora. Unos se gastaron el poco dinero que les quedaba en comprar los seguros de los coches y autobuses para trasladar turistas; otros hicieron encargos de comida para sus hoteles. Y ahora estamos casi todos sin trabajo”.

El cierre de los vuelos internacionales ha dejado a miles de nacionales varados en el extranjero. El Gobierno anunció el pasado lunes que se fletarán vuelos especiales disponibles para marroquíes bloqueados fuera del país. Los aviones saldrán solo desde tres países: Portugal, Turquía y Emiratos Árabes Unidos. Se deja al margen otras naciones con gran número de residentes marroquíes, como España, Francia, Holanda o Bélgica. Al llegar a Marruecos, los pasajeros serán confinados durante una semana en hoteles especiales cuyo coste asumirá el Gobierno. Una vez en los hoteles, se tendrán que someter a pruebas PCR cada 48 horas.

Las autoridades anunciaron que los vuelos comenzarían el 15 de diciembre y no pusieron una fecha límite. Pero el pasado miércoles señalaron que a partir del 23 de diciembre ya no habría más vuelos especiales de regreso. El argumento, según un comunicado oficial, es “la propagación fulgurante de la variante ómicron en todo el planeta” y “su progresión preocupante en los países europeos vecinos de Marruecos”. Este mismo miércoles el Gobierno anunció que se había detectado en Casablanca un primer caso de la variante ómicron. Se trata de una mujer que se encuentra estable.

Las medidas adoptadas por el Gobierno afectan también a miles de expatriados que no se atreven a salir porque nadie garantiza que los vuelos de regreso estarán disponibles en enero. Ese es el caso, por ejemplo, de más de 300 profesores españoles en ocho ciudades.

La Junta de Personal de funcionarios escribió una carta el pasado 9 de diciembre a la Embajada de España en Rabat donde solicitaba un medio de transporte que les permita regresar tras las vacaciones. Pero las autoridades marroquíes no han atendido ninguna petición de ningún país. Algunos funcionarios han salido de Marruecos con la esperanza de que Rabat permita los vuelos de regreso en enero. Y muchos otros prefieren no arriesgarse.

Pandemia bajo control

Hasta el momento, Marruecos parece haber tenido la pandemia bajo control. Su nivel más alto de infecciones lo padeció el 10 de agosto, cuando registró 9.153 nuevos casos y 127 muertes. Este miércoles pasado se detectaron 205 nuevos positivos (frente a los 171 de hace una semana) y cuatro muertes. De sus 36 millones de habitantes ya hay 22,8 millones vacunados con dos dosis (63%). Y 2,1 han recibido la tercera dosis.

El Estado marroquí tuvo muy claro desde el inicio de la pandemia que las medidas de prevención sanitaria están por delante de cualquier repercusión económica que estas puedan acarrear. Para ello ha contado con el aporte indispensable del dinero que envían los marroquíes residentes en el extranjero. Íñigo Moré, analista del centro de investigación remesas.org, indica que en los primeros 10 meses de este año los emigrantes han enviado 7.623 millones de euros, lo que representa el 7,4% del PIB, una cifra superior a la que obtiene el país con las exportaciones de automóviles (6.337 millones de enero a octubre), de fosfatos (5.853 millones) y del turismo (7.464 millones en 2019).

Moré explica que los emigrantes no están enviando durante la pandemia más dinero, sino que se están formalizando las remesas que antes traían al país en su bolsillo. Y al transferirlas, pagan un precio a las agencias encargadas de enviarlas. Las estadísticas están revelando, según Moré, “la verdadera cara” de la emigración marroquí. “Y la verdadera cara es que son gentes que hacen un esfuerzo tremendo por ayudar a sus familias. Porque ellos en Europa no lo están pasando nada bien, hay mucha incertidumbre laboral”, explica.

El analista asegura que el envío medio de los emigrantes a Marruecos es de 250 euros. Y suelen hacer entre cuatro o cinco envíos al año. En total, poco más de 1.000 euros por año. “Eso apenas sirve para que una familia atienda gastos de inmediata subsistencia, para comprar harina o cualquier otro producto básico”, concluye Moré.

Todo el mundo parece estrellarse contra el mismo muro: los nacionales bloqueados en el extranjero, los marroquíes que dependen del turismo y los expatriados que no se atreven a salir del país porque no saben cuándo podrán regresar. Un muro sanitario que el Gobierno mantiene con la ayuda indispensable de los emigrantes.

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Sobre la firma

Francisco Peregil
Redactor de la sección Internacional. Comenzó en El País en 1989 y ha desempeñado coberturas en países como Venezuela, Haití, Libia, Irak y Afganistán. Ha sido corresponsal en Buenos Aires para Sudamérica y corresponsal para el Magreb. Es autor de las novelas 'Era tan bella', –mención especial del jurado del Premio Nadal en 2000– y 'Manuela'.

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