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El no a la independencia arrasa en Nueva Caledonia tras el boicot separatista al referéndum

Un 96% vota por la permanencia en Francia. La ausencia en las urnas de una de las partes amenaza con abrir un debate sobre la validez del resultado y dejar abierto el contencioso

Una votante coge la papeleta del no en el referéndum de independencia celebrado en octubre de 2020.
Una votante coge la papeleta del no en el referéndum de independencia celebrado en octubre de 2020.THEO ROUBY (AFP)
Marc Bassets

Nueva Caledonia no se separará de Francia. Por lo menos en los tiempos próximos. El no a la independencia triunfó con un 96% de votos en el referéndum de este domingo en el archipiélago francés de 270.000 habitantes en el Océano Pacífico. El motivo de este resultado rotundo es que los partidarios del sí habían llamado a no participar alegando que la pandemia de covid-19 ha impedido una campaña y una votación en condiciones. La participación fue del 44%.

El presidente francés, Emmanuel Macron, declaró: “Esta noche Francia es más bella porque Nueva Caledonia ha elegido quedarse en ella”. Según Macron, “se abre un periodo de transición que, liberada de la alternativa binaria entre el sí y el no, debe conducir [a Francia y a Nueva Caledonia] a construir un proyecto común reconociendo, respetando la dignidad de cada uno”.

La abstención masiva y la ausencia en las urnas de una de las partes amenaza con abrir un debate sobre la validez del resultado y dejar abierto el contencioso. Los independentistas querrán tener la posibilidad de votar de nuevo por la independencia algún día. Los lealistas –partidarios de una Nueva Caledonia francesa– considerarán que este referéndum zanja el debate y que es la hora de definir el futuro estatuto del archipiélago dentro de Francia.

El referéndum era el tercero desde 2018 y es resultado de los acuerdos de Matignon que en 1988 pusieron fin a un periodo de casi guerra civil. Debía ser el voto definitivo: el que decidiese por fin si Nueva Caledonia, colonizada por Francia en 1853 e inscrita desde 1986 en la lista de la ONU de territorios no autónomos pendientes de descolonizar, seguía siendo parte de la República francesa o se convertía en un estado plenamente soberano.

Roch Wamytan, dirigente histórico del independentismo y presidente del Congreso de Nueva Caledonia, declaró a la cadena France Info: “Consideramos que, en lo que respecta a la legitimidad jurídica y política, solo ha habido dos referéndums: el de 2018 y el de 2020. Este [el de 2021] es el referéndum del Estado francés y de sus apoyos en Nueva Caledonia. No el nuestro”.

La campaña y la votación se desarrollaron en un ambiente político local anómalo, por la pandemia y el llamamiento de una de las partes a no participar, y en un contexto marcado en Francia por las elecciones presidenciales de abril y la posibilidad de que un cambio de presidente redefina las prioridades. A esto se añade un contexto internacional de pujanza china en el Indopacífico.

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Un informe del Instituto de investigaciones estratégicas de la Escuela Militar, dependiente del Ministerio francés de los Ejércitos, señala que “una Nueva Caledonia independiente se encontraría, de hecho, bajo influencia china”. El informe, publicado en octubre, sostiene que Nueva Caledonia se convertiría para China en una pieza clave para “aislar a Australia”. “Además”, añade, “garantizaría a China el suministro de materias primas, especialmente el níquel”.

La pregunta en el referéndum este domingo era la misma que en los dos anteriores: “¿Quiere usted que Nueva Caledonia acceda a la plena soberanía y se vuelva independiente?”

Los independentistas del Frente de Liberación Nacional Kanak y Socialista (FLNKS) llamaron en octubre a no participar. Un argumento era que la covid-19, que irrumpió en septiembre de Nueva Caledonia, ha impedido una campaña en condiciones de equidad. Otro argumento independentista es que Francia, comprometida desde los acuerdos de Matignon con la descolonización de Nueva Caledonia, ha abandonado la neutralidad en el proceso.

En 2018, el no obtuvo un 57%; el sí un 43%. En 2020, el no un 53% y el sí un 47%. La participación fue del 80% y el 85%, respectivamente. Un 41% de la población es kanak (población originaria del archipiélago) y un 24% de europeos o caldoches. El resto procede de otros territorios o comunidades.

Los independentistas tenían el viento a favor. Podría parecer ilógico el rechazo a participar. Las cosas han cambiado. No solo por la pandemia. La crisis sanitaria ha demostrado las ventajas de pertenecer a Francia.

“Desde que la covid entró en Nueva Caledonia, Francia ha estado hiperpresente a nuestro lado”, dice por teléfono, desde el archipiélago, Philippe Gomès, diputado centrista por Nueva Caledonia en Asamblea Nacional francesa. Gomès habla de la ayuda institucional, económica y sanitaria.

Sobre la situación en la que Nueva Caledonia queda tras el referéndum marcado por la abstención y la posibilidad de que esto deslegitime el resultado, Gomès considera: “No creará un problema jurídico. En derecho, no se puede exigir un nivel de participación para que el referéndum sea válido. Así que la cuestión es política. Y, políticamente, el hecho de que los independentistas no participen, ¿afecta al resultado? Creemos que el resultado será legítimo”. Y señala que fueron los independentistas quienes inicialmente pidieron el referéndum, y que es el tercero en el que sale el mismo resultado.

Un resultado reconocido solo por una de las partes “se parece a un callejón sin salida”, admite el diputado, “pero nadie irá hasta el fondo del callejón porque todo el mundo sabe que ahí hay un muro”. En su opinión, después de un tiempo de “digestión” y pasadas las presidenciales en Francia deberá abrirse una nueva negociación en vistas a un nuevo estatuto jurídico en el interior de Francia que, de nuevo, deberá someterse a votación. La era de los referéndums no ha terminado.

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Sobre la firma

Marc Bassets
Es corresponsal de EL PAÍS en París y antes lo fue en Washington. Se incorporó a este diario en 2014 después de haber trabajado para 'La Vanguardia' en Bruselas, Berlín, Nueva York y Washington. Es autor del libro 'Otoño americano' (editorial Elba, 2017).

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