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China es “el mayor carcelero del mundo” contra la prensa, según Reporteros sin Fronteras

Al menos 127 periodistas, 71 de ellos de etnia uigur, permanecen detenidos en este país, según un informe de la organización

Macarena Vidal Liy
Libertad prensa China
Dos agentes de policía vigilaban delante de una mezquita en Kashgar, ciudad de la región de Xinjiang (China), el 3 de mayo.THOMAS PETER (Reuters)

Al menos 127 periodistas permanecen detenidos en China, entre ellos 71 uigures, y 18 corresponsales extranjeros fueron expulsados el año pasado. Una decena de reporteros, profesionales o no, fueron arrestados durante la cobertura del inicio de la pandemia de covid en la ciudad de Wuhan también en 2020. El gigante asiático es “el mayor carcelero de periodistas del mundo”, según la organización Reporteros Sin Fronteras, que acusa al Gobierno chino de llevar a cabo una “campaña de represión sin precedentes” contra el periodismo y el derecho a la información en todo el mundo.

En un informe titulado El gran salto atrás del periodismo en China, publicado esta semana, RSF detalla la estrategia de Pekín para controlar el acceso a la información tanto dentro como fuera de sus fronteras, analiza “las herramientas de la represión contra los periodistas” que utiliza Pekín y denuncia el grave retroceso de la libertad de prensa en Hong Kong.

El territorio autónomo ocupa este 2021 el puesto número 80 en el índice mundial de libertad de prensa que compila cada año la organización con sede en París. Cuando RSF comenzó a elaborar esa lista, en 2002, Hong Kong, considerada tradicionalmente un bastión de la libertad de expresión, ocupaba la posición número 18.

Por su parte, China figura en el puesto 177, o el cuarto empezando por la cola, y solo tiene por detrás a Turkmenistán, Corea del Norte y Eritrea.

“Si China continúa su frenético retroceso, los ciudadanos chinos pueden perder la esperanza de ver un día en el que se establezca la libertad de prensa en su país, y el régimen de Pekín puede tener éxito en imponer su antimodelo dentro y fuera de su país”, ha declarado el secretario general de la ONG, Christophe Deloire. El directivo lanza un llamamiento a las democracias para “identificar todas las estrategias apropiadas para disuadir a Pekín de continuar con sus políticas represivas, y apoyar a todos los ciudadanos chinos que aman a su país y quieren defender el derecho a la información”.

Precisamente, esta semana Estados Unidos y Australia han anunciado un boicot diplomático a los Juegos Olímpicos de Invierno de 2022, que se inaugurarán en Pekín el próximo 4 de febrero, como protesta contra lo que considera violaciones intolerables a los derechos humanos de la minoría uigur en la región de Xinjiang y un grave recorte a las libertades en Hong Kong. China asegura, por su parte, que las denuncias de maltratos a los uigures y otras etnias musulmanas son “la mayor mentira del siglo”.

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En su informe, RSF denuncia que para los reporteros chinos, la simple posibilidad de acometer una investigación periodística representa un tabú, y publicar informaciones indeseadas por la censura puede costarles años de cárcel en “prisiones insalubres, donde los maltratos pueden conducir a la muerte”. Los temas prohibidos son cada vez más numerosos; ya no solo los considerados tradicionalmente “delicados”, como Tíbet, Taiwán o la corrupción, sino también algunos desastres naturales, el movimiento #MeToo de denuncia de abusos sexuales, o “incluso el reconocimiento de profesionales de la salud durante la crisis de la covid”, apunta la organización.

La intimidación de corresponsales extranjeros, para la que China recurre a la vigilancia y el “chantaje sobre visados”, “obligó a 18 de ellos a abandonar el país en 2020″. Tres periodistas de pasaporte extranjero y ascendencia china, el sueco-hongkonés Gui Minhai, y los australianos Yang Hengjun y Cheng Lei, se encuentran detenidos bajo cargos de espionaje.

Al menos 10 periodistas y blogueros fueron detenidos, además, por informar al público sobre la crisis de la covid en Wuhan. Dos de ellos continúan bajo arresto, Fang Bin y Zhang Zhan. Esta última se encuentra en huelga de hambre y su mal estado de salud hace temer por su vida, según han denunciado diversas organizaciones pro derechos humanos.

El informe dedica atención especial a la situación en Xinjiang, en el noroeste de China. Allí, Pekín “conduce desde 2016 una violenta campaña contra los uigures, en el nombre de la lucha contra el terrorismo”. Como parte de esa campaña, al menos 71 periodistas de etnia uigur se encuentran detenidos, más de la mitad del total de reporteros arrestados en todo el país.

En Hong Kong, la Ley de Seguridad Nacional que China impuso al enclave el año pasado “ha servido como pretexto para la represión de al menos una docena de periodistas y defensores de la libertad de prensa, incluido el fundador de (el periódico) Apple Daily”. Todos ellos afrontan la posibilidad de cadenas perpetuas; Apple Daily se vio obligado a cerrar, mientras que se ha comenzado a aplicar censura contra la radiotelevisión pública, RTHK.

Fuera de China, la televisión estatal china CGTN continúa distribuyendo “propaganda del régimen en todo el mundo” pese a que se le retiró la licencia para emitir en el Reino Unido tras difundir numerosas confesiones de detenidos, apunta el informe. Reporteros sin Fronteras también acusa a las Embajadas de Pekín en el extranjero de representar una “fuente de presión contra la libertad de información en las democracias”. La organización menciona como ejemplo al embajador chino en París, Lu Shaye, quien “insulta y ataca con frecuencia a periodistas independientes”.

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Sobre la firma

Macarena Vidal Liy
Es corresponsal de EL PAÍS en Washington. Previamente, trabajó en la corresponsalía del periódico en Asia, en la delegación de EFE en Pekín, cubriendo la Casa Blanca y en el Reino Unido. Siguió como enviada especial conflictos en Bosnia-Herzegovina y Oriente Medio. Licenciada en Ciencias de la Información por la Universidad Complutense de Madrid.

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