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La Casa Blanca reduce a la mitad el plan de gasto social para asegurar su aprobación

El presidente acude al Capitolio para lograr el consenso de los legisladores de su partido, divididos en torno al programa

Joe Biden, este jueves en la Casa Blanca.Foto: JONATHAN ERNST (REUTERS | Vídeo: REUTERS-QUALITY
Yolanda Monge

Tras días de largos y discretos encuentros con legisladores demócratas en torno al plan social y medioambiental que ha enfrentado al partido, el presidente Joe Biden acudió este jueves al Capitolio y después ofreció una rueda de prensa para celebrar un proyecto “económico histórico”. La cifra inicial de 3,5 billones de dólares (unos tres billones de euros) ha quedado reducida a la mitad tras las disputas internas en torno a la cuantía total y partidas de gasto concretas. “Es un marco que creará millones de empleos, hará crecer la economía” y también “convertirá la crisis climática en una oportunidad”, aseguró Biden tras una intervención de última hora, pero resolutiva, en la confrontación demócrata, antes de viajar a Europa para asistir a la cumbre del G-20 en Roma y a la COP26 en Glasgow.

La agenda social que marcará la gestión de Biden era demasiado importante como para no intentar resolver el impasse antes de cruzar el Atlántico, por lo que el presidente se trasladó al Capitolio para reunirse con los líderes demócratas, presentarles su plan recortado y confiar en que lo apoyarán en el Congreso.

El plan para una “auténtica transformación de América” es ahora considerablemente menor, 1,75 billones de dólares, pero Biden confía en lograr la unidad demócrata para poner en marcha su agenda económica y remontar el vuelo. Se mantiene la inversión en la lucha contra el cambio climático con una partida de 555.000 millones de dólares y se abrirá la puerta a la educación gratuita a los niños de entre tres y cuatro años con el desembolso de 400.000 millones. Pero quedará fuera de la agenda social la garantía de un permiso de maternidad pagado —Estados Unidos es el único país desarrollado donde esta última prestación no existe— y de la asistencia durante una baja por enfermedad, como pedían legisladores progresistas y activistas.

“Todo el mundo está a bordo”, declaró un ufano Biden a su llegada al Capitolio. Su presencia también suponía una advertencia a aquellos demócratas recelosos de comulgar con la Casa Blanca de que dañarán al partido si no cierran filas. Las elecciones de medio mandato son en un año y las encuestas no auguran buenos resultados a los demócratas. “Nadie, ni siquiera yo, ha obtenido todo lo que quería”, reconocía el presidente ante la prensa, ya en la Casa Blanca, desde donde se disponía a partir con rumbo a Europa.

La Casa Blanca enfatizó que los 1,75 billones de dólares del plan se financiarán a través de nuevos impuestos, como la tasa del 15% que se impone a las grandes empresas; el aumento del 5% a los impuestos de aquellos que ingresan más de 10 millones de dólares al año y un 3% más a los que superan los 25 millones. Para disgusto del ala progresista del Partido Demócrata, la Administración de Biden no hará realidad la propuesta de aplicar un impuesto a unos 700 millonarios norteamericanos que ganan más de 100 millones de dólares al año o cuyos activos se valoran en más de 1.000 millones, como es el caso de los empresarios Jeff Bezos (Amazon) y Elon Musk (Tesla).

A pesar de que los demócratas viven un momento de control de ambas Cámaras del Congreso —aunque con mayorías muy ajustadas—, la intención inicial de invertir en dos planes económicos cerca de seis billones de dólares —una cantidad que los situaba al nivel del New Deal de Franklin D. Roosevelt o la Gran Sociedad de Lyndon B. Johnson— ha sufrido un baño de realismo político y el ala progresista del partido ha tenido que ceder ante la resistencia de los senadores moderados Kyrsten Sinema (Arizona) y Joe Manchin (Virginia Occidental), cuyo voto es crucial en la Cámara alta.

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Ambos políticos han acabado por frenar en parte las ambiciosas reformas del presidente, que lleva meses viviendo bajo la presión de unos y el desencanto de otros, mientras su popularidad cae. Semejante panorama bien valía un trayecto rápido de ida y vuelta al Capitolio antes de levantar vuelo hacia las dos citas que le aguardan en Europa.

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Sobre la firma

Yolanda Monge
Desde 1998, ha contado para EL PAÍS, desde la redacción de Internacional en Madrid o sobre el terreno como enviada especial, algunos de los acontecimientos que fueron primera plana en el mundo, ya fuera la guerra de los Balcanes o la invasión norteamericana de Irak, entre otros. En la actualidad, es corresponsal en Washington.

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