Indígenas colombianos derriban por segunda ocasión una estatua de Sebastián de Belalcázar
El emblemático monumento al conquistador español en la ciudad de Cali cae en una jornada de protestas contra la reforma tributaria
Sebastián de Belalcázar ha vuelto a caer en medio de arengas y reivindicaciones. Por segunda vez en menos de un año, una estatua del conquistador español fue derribada este miércoles por un grupo de indígenas misak que se manifiestan en la ciudad de Cali, en el occidente de Colombia. El paro nacional convocado por distintas organizaciones sociales para rechazar la reforma tributaria del Gobierno de Iván Duque ha sido en esta ocasión el pretexto para tumbar a primera hora de la mañana el monumento que señalaba con su mano diestra al Pacífico, símbolo y atracción turística de la tercera ciudad del país.
El movimiento de Autoridades Indígenas del Sur Occidente defendió así su acción: “Tumbamos a Sebastián de Belalcázar en memoria de nuestro cacique Petecuy, quien luchó contra la corona española, para que hoy sus nietos y nietas sigamos luchando para cambiar este sistema de gobierno criminal que no respeta los derechos de la madre tierra”. En las imágenes y vídeos del acto que se difundieron en redes sociales se observa la estatua caída, sin desprenderse del todo de su pedestal. Miembros del Escuadrón Móvil Antidisturbios (Esmad) de la policía dispersaron en la mañana a los indígenas.
Las protestas en Cali derivaron en vandalismo. Además de la estatua, los manifestantes quemaron un bus del sistema de transporte masivo y saquearon un supermercado, por lo que el alcalde, Jorge Iván Ospina, decretó el toque de queda desde las 15.00 horas y el Ministerio de Defensa reforzó la presencia del Esmad.
La capital del departamento del Valle del Cauca, con 2,4 millones de habitantes y un notable tejido empresarial, es la gran urbe colombiana en el occidente, la puerta al Pacífico, muy próxima tanto a la cordillera como a la costa. Es también un microcosmos del país, con una marcada herencia tanto afrodescendiente como indígena. La estatua de Belalcázar, inaugurada en 1937 y elaborada en España por el escultor Victorio Macho, se ubica en un mirador sobre la ciudad.
Belalcázar es considerado el fundador de Cali y Popayán, donde otra estatua suya, ubicada en lo alto del morro de Tulcán, un monte que es considerado lugar de memoria para los indígenas, fue derribada el pasado septiembre. Las imágenes del derribo con sogas parecían calcadas, y de nuevo lo reivindicó el movimiento de Autoridades Indígenas, que en su momento escenificó un “juicio” en el que acusaban al conquistador español de genocidio, despojo y acaparamiento de tierras, así como desaparición física y cultural de los pueblos indígenas.
En ese entonces se desató una intensa polémica. Algunos lo celebraron como un acto de dignidad histórica y cultural –”cae un símbolo de 500 años de humillación y dominación a los pueblos originarios”, dijo el senador indígena Feliciano Valencia– mientras otros lo criticaron como una expresión de violencia, a semejanza del debate sobre el derribo de estatuas y símbolos de figuras asociadas a esclavistas o acusadas de racismo en otros países como Estados Unidos.
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