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El temporal de nieve, Ted Cruz, sus hijas y su perro ‘Snowflake’

El desplazamiento a Cancún en medio de las penurias de su Estado desata las críticas contra el republicano

Un grupo de personas protesta frente a la casa del senador Ted Cruz, el pasado jueves en Houston.
Un grupo de personas protesta frente a la casa del senador Ted Cruz, el pasado jueves en Houston.Marie D. De Jesús (AP)
Amanda Mars

El temporal de Texas ha puesto en el disparadero al senador del Estado, Ted Cruz, quien, con decenas de muertos y millones de ciudadanos sin agua ni electricidad, se fue el miércoles por la noche de escapada a Cancún (México). El político republicano, de 50 años, regresó por piernas a la mañana siguiente, sacudido por las críticas, pero cometió un error de primero de comunicación de crisis: utilizar un argumento que se podía descubrir falso fácilmente y, con ello, engordar el escándalo. Cruz esgrimió que sus hijas, al suspenderse las clases toda la semana, le habían pedido ir de vacaciones y él, “queriendo ser buen padre”, decidió acompañarlas para volver el jueves.

Lo malo es que su esposa, Heidi Cruz, había animado en un chat a un grupo de vecinos y amigos a unirse al viaje hasta el domingo ―al hotel Ritz-Carlton, para más señas― porque su casa estaba “CONGELADA”, según sus palabras textuales en mayúsculas. Eso se supo pocas horas después de las explicaciones del senador porque alguno de los vecinos de ese grupo tuvo a bien compartir los mensajes con The New York Times y dejarle en evidencia. Y, en medio de ese drama, un último gesto convirtió al senador en el villano de los villanos: un periodista de Houston se acercó por la casa el jueves y se encontró con el caniche de la familia, Snowflake, en ese hogar helado, mirando a través del cristal, con un guardia de seguridad como supuesto cuidador.

La foto del chucho solitario corrió por las redes sociales como la pólvora y sentenció al senador. “No votes a alguien a quien no confiarías tu perro”, metió cizaña la demócrata Hillary Clinton. “Tres palabras que explican lo que está mal en la política americana de esta década: Senador Ted Cruz”, dijo este sábado el escritor Stephen King. Pero quien vea en este Cancungate el final del tejano, que figura en la lista de posibles aspirantes a las presidenciales de 2024, ignora que está curtido en mil batallas.

Cruz sabe muy bien lo que es no gustar (no solo a sus vecinos filtradores). En 2016, cuando se lanzó a la carrera por la Casa Blanca, el expresidente de la Cámara de Representantes, el también republicano John Boehner, lo llamó “Lucifer encarnado”. Y el portavoz de la organización Templo Satánico, Lucien Greaves, lanzó un comunicado raudo y veloz para asegurar que ellos “no tenían nada que ver” con Cruz, a quien consideraban “un desastre total”, pero más por culpa de “su fe cristiana” que por Satán, que, según se quejaban, era chivo expiatorio recurrente para la derecha religiosa estadounidense.

Tras aterrizar en el Capitolio de Washington en 2013 como miembro destacado del grupo conservador populista Tea Party, Cruz se convirtió pronto en una bestia parda para los demócratas (su discurso de 21 horas en el Capitolio para boicotear la reforma sanitaria de Barack Obama ha pasado a la historia), pero también para cualquier republicano moderado o urbanita. Una vez, para criticar a Donald Trump en un debate de las primarias de hace cinco años, espetó: “Trump viene de Nueva York y representa los valores neoyorquinos. Todo el mundo sabe que esos valores de Nueva York son socialmente liberales, pro aborto, pro matrimonio gay, valores centrados en los medios de comunicación y el dinero”.

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Cruz conservó el escaño del Senado en las elecciones legislativas de 2018 por la mínima, ante el demócrata Beto O’Rourke, pero se ve con opciones para mucho más. Es uno de los legisladores que se ha mantenido fiel a Trump ―pese a la dura disputa de las primarias de 2016― en sus bulos de fraude electoral, y cree que puede heredar a sus bases. Por si a parte de ellas les molestó verle marcharse a Cancún al día siguiente de haber pedido a la población que se quedase en sus casas “abrazando a sus hijos”, el senador confesó este jueves por la noche: “Empecé a darme cuenta del error al sentarme en el avión”. Aun así, insistió: “Intentaba ser padre”.

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Sobre la firma

Amanda Mars
Directora de CincoDías y subdirectora de información económica de El País. Ligada a El País desde 2006, empezó en la delegación de Barcelona y fue redactora y subjefa de la sección de Economía en Madrid, así como corresponsal en Nueva York y Washington (2015-2022). Antes, trabajó en La Gaceta de los Negocios y en la agencia Europa Press

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