Bangladés traslada a cientos de rohingyas a una isla remota proclive a las inundaciones
El Gobierno del país defiende que no ha forzado a nadie y que persigue descongestionar los campos de refugiados
Se trata de una iniciativa anunciada hace años que, por las críticas de organizaciones humanitarias, se había paralizado. Pero Bangladés ha decidido no atender más a los reproches. El país asiático, que acoge alrededor de un millón de rohingyas, la minoría musulmana que huyó en masa del vecino Myanmar en el verano de 2017 tras lo que la ONU calificó de un intento de genocidio por parte del Ejército birmano, ha comenzado el traslado de miles de ellos a Bhasan Char. Es una remota e inhabitada isla de la bahía de Bengala que emergió a la superficie hace apenas dos décadas y suele inundarse durante la época del monzón.
Según los propios refugiados y trabajadores humanitarios, muchos de los centenares de rohingyas que están siendo trasladados desde el jueves han sido coaccionados, pese a que las autoridades bangladesíes habían asegurado que sería un proceso voluntario. “Nos han traído aquí a la fuerza”, afirmó a Reuters un hombre de 31 años mientras se disponía a tomar el autobús que les llevaba desde los campos de refugiados de Cox’s Bazar, en el sureste de Bangladés, a la ciudad portuaria de Chattogram, para partir desde allí hacia Bhasan Char, una isla situada a unos 40 kilómetros de la costa y de una extensión de unos 40 kilómetros cuadrados.
El Ministerio de Exteriores de Bangladés ha asegurado este viernes en un comunicado que la isla ha sido equipada con “infraestructuras apropiadas y mejores instalaciones” y que planea reubicar a 100.000 rohingyas por la “extrema congestión” y el “deterioro de la situación de seguridad” en los campamentos de refugiados. También ha subrayado que todos los trasladados a la isla lo han sido de forma voluntaria, así como ha expresado su deseo de que Naciones Unidas participe en las labores en Bhasan Char junto con 22 organizaciones de ayuda.
“Se van felices. Nadie es obligado. El Gobierno ha tomado todas las medidas para hacer frente a posibles desastres, además de procurar un alojamiento cómodo y manutención”, ha asegurado Mohammad Shamsud Douza, subdirector del departamento encargado de los refugiados. La agencia de la ONU para los refugiados, ACNUR, ha señalado desde Ginebra que solo ha recibido “información limitada” sobre el operativo, que ha estado rodeado de secretismo.
La policía bangladesí escoltó al primer grupo de unos 1.000 refugiados que fueron trasladados en autobuses el jueves. La organización Human Rights Watch (HRW) asegura que Bangladés ha elaborado, de momento, una lista de 4.000 para ser reubicados en Bhasan Char. “Hace tres días, cuando escuché que mi familia y yo estábamos en la lista, salí huyendo, pero me cogieron”, confesaba el hombre citado por Reuters. Otros dos rohingyas entrevistados por dicha agencia aseveraron que sus nombres aparecieron en la lista elaborada por las autoridades sin su consentimiento, y que trabajadores humanitarios y funcionarios del Gobierno recurrieron tanto a amenazas como a señuelos para presionarles a aceptarlo.
Mohammed Zoabir, refugiado de los campos de Cox’s Bazar, cuenta por su parte a través de WhatsApp que más de 1.600 rohingyas han llegado este viernes a la isla. “Algunos se marcharon voluntariamente, pero otros fueron obligados. Muchos han huido de los campos al enterarse de que tenían que irse allí”, revela. En un comunicado, HRW añade que muchos refugiados que inicialmente habían aceptado el traslado cambiaron de opinión al conocer que en la isla estarían recluidos en “instalaciones similares a una prisión” y sin libertad de movimiento. El director para Asia de HRW, Brad Adams, denuncia que, si los traslados han sido involuntarios, Bangladés “está incumpliendo activamente su promesa a la ONU de no reubicar a ningún refugiado en la isla de Bhasan Char hasta que los expertos humanitarios hayan dado luz verde a la iniciativa”.
HRW asegura que ha entrevistado a 12 familias cuyos nombres estaban en la lista, pero que no se habían ofrecido voluntarias, y cuestiona que la isla tenga condiciones aptas para alojar a miles de rohingyas. Los ahora trasladados se suman a un grupo de 300 que ya fue reubicado, el cual narró a la organización las “pobres” condiciones de la isla. Carecen de libertad de movimiento, aseguran, y no tienen acceso a educación o sustento. Algunos refugiados contaron a HRW haber sido golpeados por las autoridades bangladesíes al emprender una huelga de hambre para pedir el regreso a Cox’s Bazar, mientras lamentan la falta de atención sanitaria. “Si alguien enferma, el hospital más cercano está a un mínimo de tres horas en barco”, dijo un refugiado. Una distancia insalvable en época de monzón, entre junio y octubre.
El pasado 2 de diciembre, la ONU aseguró en un comunicado que no había sido involucrada en los planes de traslado a Bhasan Char, y que cualquier reubicación “debería ser precedida de un estudio previo por parte de un equipo técnico”, que se compromete a realizar si Bangladés les da permiso para visitar la isla.
Bangladés anunció por primera vez su objetivo de desplazar a refugiados rohingya a esta isla en 2015, y retomó el plan en 2017. El país asiático lleva años recibiendo a cientos de miles de miembros de esta minoría musulmana, oriunda del estado occidental de Rajine, en Myanmar, que les considera inmigrantes ilegales bengalíes y les niega los derechos más básicos. El punto álgido se vivió entre agosto y septiembre de 2017, cuando más de 700.000 huyeron al fronterizo Bangladés tras una campaña militar que la ONU investiga por constituir un posible genocidio, sumándose a otros 300.000 que habían escapado durante otros episodios de violencia previos. En total, alrededor de un millón de rohingyas viven hacinados en los campos de Cox’s Bazar.
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